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Capítulo VIII 'The City' Diciembre 2015, Zayn Malik.

Capítulo VIII

‘The city’                                                                    diciembre 2015, Zayn Malik.

                                                               The city won’t erase me, but I can’t help to
                                                               see just how this dark city changed me…

Miles de luces encandilaban la noche, haciendo que la sensación de noche se alejara de lo real. El contraste del andar de la ciudad con el mío era imperceptible para todos, menos para mí. A nadie parecía importarle el helado clima, el gélido viento azotando sus rostros tal como la realidad lo había hecho conmigo. Todos caminaban en distintas direcciones, metidos en sus problemas. El molesto ruido de una sirena otra vez, ya era un sonido más infiltrado en la gran ciudad, uno más de tantos ruidos que se hacían uno. ¿Era necesario esto para mantenerme con vida?
 El gran alboroto de la ciudad es lo que me mantiene despierto. El ruido, el hambre y el frío. Acomodé mi capucha para que cubriera mejor mi cabeza y comencé a caminar, a perderme por allí. Aún no puedo controlar donde estoy, no puedo creer lo lejos que he llegado, pero debía hacerlo. 

Las calles llenan mi mente, dejan que divague por mil y un lugares distintos, perdiéndome en mis propios pensamientos. El pavimento es mi amigo, el me lleva a donde tengo que ir.

Llevaba horas caminando, mis pies dolían y mis piernas andaban por si solas, necesita un descanso. A lo lejos divisé un pequeño mercado, era difícil hallar uno a esas horas. Crucé la angosta calle que me separaba. Ese pequeño mercado saciaría mis necesidades del momento, sería mi compañía.  
 Ingresé al local, notando la antigüedad en las paredes húmedas y de un triste gris, pero qué importancia tiene, mis días eran del mismo tonto y a nadie parecía importarle.
 Divagué por las diminutas góndolas y estantes en las que había unos escasos paquetes de galletas, algunos alimentos más y unas cuantas botellas. Me perdí unos minutos por allí, sin un rumbo, buscando algo que no sabía con exactitud qué, a lo mejor no era nada en particular y sólo quería sentir el reconfortable calor del interior.
 Sabía que no podría quedarme mucho más en el lugar, luego de percibir las poco disimuladas y frías miradas de quien parecía ser el anciano dueño del local.
Una vez que llegué a la caja, tomé un atado de cigarrillos y unos pocos dulces. Rebusqué en mis bolsillos el dinero, no tenía mucho, pero si lo suficiente como para resistir hasta el día siguiente, o al menos era de lo que me quería convencer.

El anciano tomó el dinero y en un abrir y cerrar de ojos  el frío de la calle me regresó a la realidad. Volví a cruzar la calle, esta vez para dirigirme a Hyde Park. Quién lo diría, siempre había soñado con aquel parque, pero en ninguno de esos sueños me veía en una situación así.
 Caminé unos cuantos metros internándome en el interior del oscuro lugar, parecía tan lejos de la locura de luces que representaba la ciudad. 
 Era un ambiente tan calmo a esas horas, repleto de lo que en días de calor fuera de un intenso verde pero que por las noches se convertía en un aterrador lugar, oscuro y repleto de extraños sonidos. Aterrador para cualquiera, perfecto para mí. A lo lejos divisé una escondida banca, sin pensarlo dos veces me encaminé hacia ella, necesitaba un descanso.
 Por unos instantes me dispuse a sólo mirar las pocas personas que esa noche corrían por allí, perdiéndose en las calles de la ciudad, yendo de un lugar a otro para encontrarse con sus seres queridos.  
 Y en ese momento recordé a mi familia, o al menos, lo que hacía llamarse de ese modo.
 La melancolía y nostalgia del recuerdo me invadió, mis hermanas y mi madre eran a las  únicas que extrañaba de  todas esas personas que había dejado atrás.

Solía ser un alegre chico de Bradford, quien amaba quien era y todo lo que lo rodeaba. Pero las circunstancias hicieron que crezca rápido, demasiado para cualquier persona.