Capítulo VII 'This' Abril 2017, Clare Smith.

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Capítulo VII

‘This’                                                                                    abril 2017, Clare Smith

                                                                    This is the start of something beautiful,

                                                                      you are the start of something new…

Cierro los ojos y se escapa mi último suspiro, dejando ir allí todos mis dolores, penas y sufrimientos. Al fin lo había sacado todo, al fin podía sentirme libre.

Los recuerdos de aquellos días me atormentaban cada noche impidiendo mi descanso. Y en los escasos momentos que lograba conciliar el sueño, jamás se me permitía olvidar. Las pesadillas llegaban para torturarme. Siempre eran las mismas. Una sucia habitación oscura, sin ventanas y siendo el rostro de aquel extraño conocido lo único que se me permitía distinguir. Lentamente se iba acercando a mí, lo veía tan grande desde donde yo me encontraba.

La diminuta esquila era mi lugar, hecha un pequeño nudo, abrazando mis piernas mientras ocultaba mi rostro entre ellas.

 Era tan ínfima al lado de aquel monstruo que creía amigo de mi familia, tan indefensa.

Se paraba a un lado de mí y me obligaba a ponerme en pie, tomándome fuertemente de un brazo. En ese momento era cuando rompo en llanto y recibo como respuesta un fuerte golpe en mi mejilla, seguido de gritos que no me apetecen recordar.

 Luego de eso, la peor parte se avecinaba. Sus sucias palabras y sus asquerosas manos apropiándose de mí, sus susurros. Arrebatando lo poco que quedaba de mí, llevándose todo, robando lo más puro y sagrado. 

Y así era cada noche, despertaba en un grito y con mi rostro empapado y a partir de ahí lo que restaba de noche era un infierno de recuerdos.

Sin embargo, lo que sucedía en mis pesadillas no difería con lo vivido en esa noche de febrero que parecía nunca acabar. Los segundos pasaban como horas y los minutos parecían siglos.

 Esa misma noche, luego de tomar todo lo que quiso de mí, calló en un profundo sueño; yo por mi parte ya no tenía fuerzas ni ganas para seguir, sólo tenía miedo y ganas de morir allí. Pero sabía que ese era el camino fácil, no podía darle lo que él quería y dejarme caer en ese detestable lugar.

 Como pude tomé mis prendas y pertenencias que se encontraban tiradas por el cuarto y salí de ahí. 

Bill podría ser muy hábil en los negocios pero muy idiota para lo demás. Había tomado la precaución de cerrar bajo llave todas las puertas, pero sin tomar en cuenta que de pequeña había frecuentado su casa en millones de ocasiones y conocía cada rincón de ella, cada escondite. Con mucho cuidado ingresé en la cocina y por la puerta del costado hui. 

 Una vez fuera el aire golpeó fuertemente en mí cuerpo, pero ya nada sentía, más daño del ya hecho no podía sufrir. Y de ahí en más sólo atiné a correr y eso es todo lo que recuerdo. Mis pies rebotando en la acera, corriendo sin rumbo. No iría a mi casa, nadie creería en mí.

‘El señor Bill no sería capaz de eso, sólo es tu loca mente adolescente’ esa sería la respuesta. ¿Amigas reales? No tenía, siquiera una. Estaba sola, con un gran dolor y peso en la espalda, me sentía sucia.

 Ya alejada lo suficiente de ese nefasto lugar disminuí mi paso y comencé a caminar.

Esa tarde, aburrida y sola en mi casa, había decidido revertir eso y salir a dar un paseo junto a mis auriculares.

 El tiempo había pasado volando y el frío de invierno iba en aumento hasta que el gran Audi de Bill Crumbley aparcó para ofrecerse a llevarme a casa de regreso.  Sin dudarlo acepté, el frío era cada vez más intenso y el señor Crumbley era un socio y gran amigo de mi padre. Sin embargo, el camino a casa se desvirtuó un poco.

Y ahora es cuando vuelvo a las largas calles de Londres, encontrándome perdida y sin rumbo fijo, en una ciudad donde todo me parecía extraño, donde nada tenía sentido.

 Todo mi cuerpo dolía y no tenía fuerzas para caminar. Las calles estaban desiertas y ya no me importaba si alguien me veía y creía cualquier cosa. Me senté allí y me abracé a mí misma, como si eso pudiera reconfortarme.

 En ese momento sólo  necesitaba un abrazo, a alguien que me escuche y dijera que todo estaría bien. Pero nadie lo haría, no tenía a nadie, o, al menos, eso creía.  Ya no podía resistir más, no era tan fuerte, y rompí en llanto.

Sin darme cuenta cuando y si fue por obra del destino o simplemente el ángel salvador que había pedido minutos antes, una joven castaña se sentó a mi lado, aguardando en silencio, respetando mí espacio.

 Sin embargo cuando sintió que mi llanto se hacía más y más intenso, rodeó mis hombros con sus brazos, envolviéndome en ellos, brindándome esa calidez que tanto necesitaba. Susurraba palabras de consuelo, diciendo que dejara que todo salga. Sabía que éramos dos completas extrañas, pero necesitaba desahogar todo lo que llevaba dentro.

Podía percibir en sus ojos compasión y apoyo a medida que contaba mi historia, pero jamás lastima, haciendo que mis piezas no estén tan rotas, acercándolas poco a poco.

 Minutos antes había sentido que nadie podría compartir mi dolor, que nada entendería mi sufrimiento, no obstante, ella me escuchó y a su vez me contó su triste historia.

Esa noche, las calles de Londres fueron testigo de nuestras anécdotas y sufrimientos, viendo como una nueva hermandad nacía poco a poco.

 Con el transcurso de los minutos supe que aquella chica llamada Millie se había convertido en mi nueva amiga y que en esos cortos instantes había llegado a conocer más de mí que cualquier persona en el mundo.

Y es por ella que esta tarde me encuentro aquí, en una pequeña habitación contando mi vivencia a unas pocas personas que compartían conmigo distintos dolores y que juntos intentaríamos salir de esa oscuridad que nos atormentaba, regalándonos sonrisas, alegrías y buenos momentos.

Al abrir mis ojos me encontré con los de Millie cristalinos a pesar de ser la única que sabía de mí y que con un movimiento de labios me decía que estaba orgullosa de mí, regalándome una de sus hermosas y gratificantes sonrisas. A su lado, dándome su apoyo, se encontraba su novio, que la abrazaba y me guiñaba un ojo para disminuir mi nerviosismo.

 Pero ellos no eran los únicos que se encontraban allí. Un chico de ojos miel junto a una joven de cabello moreno, una chica rubia, un joven de jopo y otro muchacho con una hermosa sonrisa contagiosa, acompañada de unos profundos ojos como el mar; en una esquina del lugar se encontraba otra chica, que si mal no recuerdo, respondía al nombre de Ángeles. Todos escucharon muy atentos lo que yo relataba, pero otro fue quien llamó mi atención. Su cabello castaño despeinado, poseedor de unos ojos celeste cielo que hablaban por sí solos, en los que se veía tristeza y algo misterioso oculto en ellos.

 Él fue quien, sin decir nada, se puso de pie y caminó hasta donde yo estaba mientras apretaba   mis manos en señal de nerviosismo. Al llegar delante de mí, delicadamente me regaló un abrazo, diciéndome hermosas palabras, prometiendo que ahora estaría bien y que saldría de ese horrible pozo al cual había caído.

 Algo extraño sentí en mi interior, perdiéndolo todo, sintiendo las famosas mariposas en mi estómago, dejándome caer en sus brazos.

Y en ese momento comprendí que ese era el comienzo de algo hermoso, de algo nuevo. Ellos serían la tierra y yo me pondría de pie. Ellos me traerían de vuelta, me llevándome a mí hogar. Ellos serían mí hogar, mi nueva familia. Definitivamente este era el comienzo de algo nuevo y yo estaría bien.

Help you, help me {+} One DirectionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora