Capítulo XVI 'Gold Rush' Mayo 2018, Liam Payne.

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Capítulo XVI

‘Gold Rush’                                                                        Mayo 2018, Liam Payne.

                                                                    Maybe you should lover her like the way               
                                                                                                you wanna be loved…

El sol matutino se dejaba filtrar por las luminosas ventanillas del tren, el viaje no era demasiado extenso, sin embargo muchos viajeros utilizaban la corta distancia a Brighton para descansar unos instantes.
 Por mi parte, tenía en mente invertir el tiempo en mi cuaderno azul, donde llevaba día a día cada detalle de la fundación, todos los registros estaban plasmados allí con clara caligrafía.
 Iba muy atento en mis asuntos, era increíble como todo había cambiado en esos cortos años. El plan que había comenzado como una descabellada idea compartida con diez increíbles personas se había convertido en nuestro trabajo, del cual disfrutábamos. Era extraño poder ayudar a las personas expresándonos a través de nuestras palabras de experiencias vividas, dándoles el fiel ejemplo de que las dificultades pueden ser superadas y así ayudarlos en sus diferentes vivencias por medio del entendimiento personal; además lo importante era que no estaba solo en esto, sino que era un proyecto compartido con aquellos extraños amigos que el destino nos había unido en momentos difíciles de nuestras vidas, en los que ponernos en pie luego de tan abrupta caída parecía completamente imposible, pero que con el mágico sostén del otro resultó más simple.
 Cada uno cumplía un determinado rol en nuestro grupo de apoyo, que había resultado convertirse en una pequeña fundación. En mi caso, era el encargado de administrar y controlar que las cosas funcionen, demandándome un gran esfuerzo pero me gustaba y disfrutaba haciéndolo.  

 Leía cuidadosamente el último informe cuando un suspiro llamó mi atención. Por un instante salí de la concentración del escrito para desviar mi vista a mi lado derecho, y allí te vi. Tan hermosa como siempre, recostada contra la ventana sobre tu brazo y con tus ojos cerrados, se te notaba tan calma y en paz. Me quedé hipnotizado mirándote, cada parte era simplemente perfecta, me perdí en ti.

Nos habíamos conocido muchos años antes, cuando aún la escuela era algo frecuente y de todos los días. Éramos compañeros, amigos inseparables de aventuras. Corrían los tiempos en que íbamos a la escuela a escuchar adultos pero sin aprender mucho, sólo fingíamos estar allí, cuando en realidad cada uno estaba perdido en sus propios pensamientos e intereses. Sin embargo, el tiempo pasaba y sin darnos cuenta nos fue separando, no había sido lo suficientemente valiente como para enfrentar la famosa fiebre del oro*. Pero luego el destino jugó a mí favor,  volviéndonos a  juntar para que se formara un mismo camino, por segunda vez.
 De todas formas todo eso no era lo único que ocupaba mi cabeza y me desconcertaba. Hacía días ya que la idea de que nuestra relación se estaba desgastando me atormentaba, y el culpable era solamente yo, pequeño idiota, recién me daba cuenta de ello. Ahí comprendí que lo que tus ojos ocultaban no era cansancio como solías decirme, sino miedo, tristeza.
 Al fin le encontraba sentido a aquellas palabras que mis amigos advertían pero que yo negaba a creerlas rotundamente. Todos estos meses había puesto mi trabajo antes que a ti, te había descuidado, mientras que tú, en vez de reprocharme, estabas a mi lado, apoyándome. 


Por un momento la idea de un día despertar a las nueve de la mañana por el sonido de la alarma contra humo y encontrarme con una nota con tu perfecta caligrafía diciendo “vuelvo en cinco” mientras que las sábanas se enfrían para luego nunca regresar, me paralizó. Ya no podía imaginar una vida sin ti, no quería hacerlo tampoco, no lo soportaría. Algo debía hacer.
 Ya no se trataba sólo de resistir, como decían, debía demostrarte que lo que sentía era real, que lo que hacía era por amor, jamás había estado en mis planes hacerte sentir olvidada o dejada a un lado. Y este viaje era la mejor forma de demostrarlo, o al menos a mi forma. Por lo que cerré mi cuaderno y lo guardé entre mis cosas, este viaje no se trataría de trabajo, sino que sería para ti.

El recorrido en tren había llegado a su fin y ya nos encontrábamos caminando por la deslumbrante ciudad de Brighton, camino a la playa. Los rayos del sol de primavera pintaban de un delicado rosado tus mejillas, mi hermosa Lea, haciéndote ver aún más bella y tierna, si eso era posible.
 Caminamos unos cuantos pasos más hasta llegar al destino final, la costa, la cual aguardaba por nosotros para compartir nuestro día.
 Bajamos las escaleras que nos separaban de nuestro objetivo y comenzamos con nuestros planes, era tan gratificante el momento. Saqué la guitarra, que hasta hacía unos instantes aguardaba en mi espalda, y comencé a tocar acordes sueltos que luego terminaban en canciones. Sabes, nunca lo dije, pero amo la forma en que intentas buscar las palabras de las canciones que nunca has oído antes, y la forma en que, sin avisarme, hiciste que me ponga de pie para bailar al ritmo de una inexistente canción,  un poco fuera de tiempo.

Luego de un improvisado pic-nic a la orilla del English Channel, decidimos ir a dar un paseo por la feria del puerto, tus ojitos brillaban como si fueras una niña pequeña mientras recorrías los distintos puestos y juegos de azar. En un momento te vi detenerte y mirar un enorme oso en uno de los juegos. No me resistí y probé suerte. Concentración, precisión y tu sonrisa. Uno, dos, tres tiros de tres. Sonreí complacido.

El atardecer caía y la hora de regresar se iba aproximando. Ninguno quería que el día acabe.  Para darle un mágico cierre, habíamos decidido dar un paseo por el muelle y así disfrutar juntos del atardecer que se nos regalaba.
 Te observaba correr por las pasarelas, abrazada al gran oso, perdiéndome en el juego que compartía tu oscuro cabello junto al viento, danzando juntos, brindándome la más placentera de las imágenes, yo sólo pedía retratar esa imagen y guardarla en mi mente por siempre.
 A lo lejos algo llamó mi atención, o alguien. A unos metros de donde me encontraba tuve el gusto de observar una anciana pareja, sentada en una banca con sus manos entrelazadas. La bella anciana miraba hacia el horizonte, apreciando el alucinante tono del cielo rosado al mezclarse con el oscuro mar, mientras que el señor a su lado estaba hipnotizado, pero su mirada no iba en la misma dirección, sino a su derecha. Sus ojos enamorados estaban puestos en su compañera, transmitiendo un sentimiento de amor que pocos podemos apreciar y sentir. Pocos instantes después, la anciana se giró, regalándole una dulce y sincera sonrisa. Inconscientemente yo también lo hice, siendo espectador de aquella escena.
 Sin más, corrí al encuentro contigo, mi chica, tomándote desprevenidamente por la cintura junto al  barandal blanco.
 Y esa tarde comprendí que yo también quería vivir una historia como la de la pareja de ancianos.
 Quería llegar a esos años y tener la suerte de ser quien pueda seguir mirándote con estos ojos que hoy lo hago, y que tú también lo hicieras con ese brillo en tu mirada castaña que me demuestra tu amor y cariño, ese que me encanta. Y sabía que lo haría, porque comprendí que no debía poner el trabajo frente a ti, porque nada me sostendría como tú lo haces, y que tal vez, debía aprender a amarte de la forma en la que yo quería ser amado.

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*La frase "Gold Rush" hace referencia a cuando terminas la escuela o universidad y ves a alguien que te gusta y tienes la confianza de acercarte y hablarle ya que no lo verás al siguiente año y no pierdes nada con intentarlo.

Help you, help me {+} One DirectionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora