Paso el tiempo y no pude quitarme de mi cabeza a Adrián,tenía que verle.Me decidí y una mañana marche en busca de la casita perdida de Encarna,con unos presentes para la anciana,nada especial,unas verduras de la huerta del campamento,lo único que podía.Después de dos horas andando la haye,tenía miedo de llamar a la puerta,pero mi ganas de verle era mayores que mi vergüenza,así pues golpee la puerta de madera roida.Me habrío Encarna.
-!Hombre hija cuanto tiempo!Dame un abrazo.(le da un achuchón a Zafra).
-Hola,hermana.Le he traído unas verduras de agradecimiento.
-No tenías porque.
-¿Qué tal con tu gran mal?
-Me he recuperado gracias a Díos.
-Pensaba que no eras creyente.
-Porque pensaba vos eso.
-Por nada,cosas mías.
-¿Y su hijo?
-Se marchó hace dos semanas a Castilla,por un trabajo de carpintero en la casa de unos nobles.
-¿Sabe cuando volverá?
-No lo sé mi dulce niña,pero creo que ya no volverá por estos bosques.
En ese momento se me rompió el alma en mío pedazos.
Me despedí de la anciana.Vague por los caminos del bosque,de tanta pena se senté en los pies de un roble.De tanto dolor de mis ojos brotaban lágrimas que recorrían mi mejillas.¿Por qué Cupido me hacía esto,enamorarme de alguien que sólo le he visto una vez?,¿Qué derecho tengo yo una matasanos de amar a alguien que no ha estado hay?
Del pesar de mi alma,me quedé dormida.
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Diario de Una doctora, الدكتور بيوسا
Ficción históricaEn la época en la que los musulmanes conquistaron la península iberica y la llamaron Al-Andalus, una muchacha joven con conocimientos de medicina intentara hacerse un hueco en el consejo, donde pertenece su padre. Tendrá que luchar contra pensamient...
