Violet miraba desesperadamente en todas direcciones. Estaba perdida entre aquella multitud, sin encontrar a alguien que pudiera ayudarla. Para empeorar su confusión y desespero, estaba sufriendo un dolor agudo y punzante que casi no la dejaba pensar en nada más. Tenía la cabeza a punto de explotar y los ojos llorosos, tras los lentes oscuros.
Violet estaba sentada en una cafetería en el centro comercial más grande de la ciudad. Pese a sufrir aquel dolor, intentaba ocultarlo y mantenerse serena, porque quería parecer normal.
Se le acercó una chica, en su uniforme de colores apagados y le pidió su orden.
Violet pidió una taza de café con voz baja, esperando que no se notara su tono de voz lloroso y quebrado. La chica se dio la vuelta y si notó algo extraño en ella, Violet nunca lo supo.
Mientras esperaba su café, Violet miraba impaciente a cada persona que pasaba por ahí. Aquel día el centro comercial estaba especialmente concurrido y ruidoso, pero aún así, su búsqueda por ayuda parecía no tener resultados.
En un suspiro de cansancio y estrés, Violet volteó a ver su muñeca, donde llevaba un pequeño reloj; y entonces se quedó helada en su asombro.
Había empeorado.
De hecho, había empeorado muchísimo.
Por supuesto que ella lo había revisado al salir de casa. Lo había hecho tantas veces que no recordaba un número exacto. De hecho, era imposible que ella lo hubiera ignorado, porque el dolor no la dejaba concentrarse en nada más.
Aún así aquello había empeorado al punto de que su camisa de manga larga, que había escogido por la misma razón, ya no escondía aquel desastre.
Rápidamente, buscó en su bolso algún tipo tapadera, y agradeció al cielo tener los horribles guantes que le había regalado alguna persona el día anterior.
Tras ponérselos rápidamente, Violet maldijo en voz baja y reanudó su búsqueda con más empeño aún. Buscaba entre todas aquellas personas a la chica que pudiera sacarla de aquella situación.
Para su pesar, notó como cada vez las personas hacían más y más contacto visual con ella.
Y no era de extrañar, porque Violet iba vestida con ropas caras muy arrugadas y el cabello como un nido de pájaros, pues el dolor no la había dejado dormir y había estado dando vueltas en la cama la noche anterior.
Sin pensarlo dos veces, se levantó y tras disculparse, canceló su orden. Lo siguiente que hizo fue dirigirse a un baño. Allí se lavó la cara lo mejor que pudo y se arregló un poco el cabello, para, al menos, no parecer una desquiciada.
Salió de allí y se alegró de llamar menos la atención, aunque el sentimiento no duró mucho, cuando sintió otra gran oleada de dolor. Intentaba no mostrar el dolor en su rostro, pero era casi imposible, pues la última punzada había estado cerca de sacarle un grito.
Entre todas aquellas caras no notaba nada especial y Violet ya estaba al borde de la desesperación pura.
Tras revivir aquel momento vez tras vez, la única conclusión lógica a la que había llegado era que su cuerpo se había movido por sí solo o que el dolor le nubló la razón: en un impulso, se quitó los guantes y, fingiendo un tropiezo, tomó el brazo de alguna chica con la mano desnuda.
El alivio fue instantáneo y tras disculparse, siguió caminando. Poco a poco fue recuperando la razón o volvió en sí, nunca supo explicar cuál de las dos.
Violet paró de caminar en seco al darse cuenta de lo que acababa de hacer.
En pánico absoluto, intentó buscar a quién había tocado, pero entre aquella bulliciosa multitud no pudo encontrar a la chica, pues ni siquiera le había visto la cara.
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Voluntad De Sangre
Science FictionEl pánico no puede existir si el peligro no es inminente. Es por ello que todo transcurre con normalidad en High Hills, mientras el peligro acecha. Nadie sabe que entre lo oculto, las sombras escuchan. Nadie sabe que entre lo que aparenta ser norma...