Capítulo 9

12 4 0
                                    

Violet estaba exhausta luego de correr durante varios minutos. Al fin había llegado a la casa de la madre de Nick, pero aún no sabía como presentarse para sacarles información. Obviamente no podía fingir ser la hermana mayor, porque no conocía a la chica y no le sería posible actuar como ella en caso de ser necesario.
Pensó en hacerse pasar por algún vecino, pero, ¿qué haría un vecino, tan tarde por la noche, preguntándole por su difunta pareja?
Su última opción fue un policía. Aunque claro, no tenía el uniforme a mano. Lo único que se le pasó por la mente fue aprovechar el hecho de que los padres de Antonella habían estado ausentes.
Con aquello en mente y muerta de miedo, llamó a la puerta.
Para su sorpresa, rápidamente le abrió la puerta una señora regordeta con expresión suave.

- ¿Puedo ayudarla?
- Buenas noches, ¿señora Brew?
- Soy yo.
- Ah, al fin la encuentro. Me presento, soy Karle Montgomery, y soy una investigadora privada.
- ¿Inves...? La enviaron los padres de Antonella, ¿no?
- Ah, sí. - la respuesta de aquella mujer le tomó por sorpresa a Violet, pero le agradeció a los padres de aquella chica por ser tan desagradables - Verá señora, necesito hacerle algunas preguntas rápidas.
- Estoy cocinando, así que si son menos de diez minutos...
- No serán ni cinco, no se preocupe. ¿Sabe usted si la chica... Antonella fue cremada?
- No, fue enterrada en el cementerio Fritz hace como una semana.
- Muy bien... ¿Tenía esta chica alguna enfermedad crónica?
- Estaba muy sana. Ella solo estaba muy débil y yo creo que tuvo que haberse contaminado con alguna bacteria... usted sabe lo infestados que están los hospitales.
- Claro, claro. ¿Sabe si ella...

(...)

Violet había estado satisfecha con la primera respuesta, pues todo lo que necesitaba saber era donde estaba el cuerpo para exhumarlo, pero continuó haciéndole preguntas a la mujer para cumplir con su papel de investigadora. Al final, se había disculpado tras unos arduos ocho minutos.
En aquel momento, se encontraba en su departamento, pues era muy tarde por la noche y ni siquiera sabía dónde quedaba el cementerio Fritz.
Tan pronto había llegado a su apartamento, se había dado una ducha, y al hacerlo había notado que todas sus heridas estaban sanadas por completo. Irónicamente aquello no le alegró en absoluto porque eso solo significaba que la carne que había comido ya no era suficiente y que ya empezaban los efectos del hambre.
Terminó su ducha tan rápido como pudo y se tambaleó hasta la cocina, donde de su refrigerador sacó un enorme trozo de carne que comió con disgusto, pues le sabía asqueroso.
Extrañaba el sabor de la carne fresca, pero aquel no era un buen momento para ser quisquillosa, así que intentó tragar sin saborear mucho y se fue a dormir tan pronto terminó.
A la mañana siguiente y, después de mucho tiempo, despertó en su cama. Había pasado una noche terrible, pues el miedo no la dejaba dormir, y cuando por fin se dormía, la despertaba el más mínimo sonido. Había estado a punto de adormecerse los tímpanos o hasta romperlos, pero eso solo le haría perder energía luego en restaurarlos y por lo que sabía, en aquellos días no podría comer demasiado.
Apenas estuvo despierta, salió de aquel lugar y se apresuró a la carnicería que estaba cruzando la calle.

- Buenos días señorita Mason. ¿Qué va a llevar hoy?
- Buenos días. Necesito unos tres o cuatro kilos de cualquier carne roja. Bueno, cerdo no. Y como siempre, la más fresca.
- Claro. Tengo res o cordero...
- Cualquiera. ¿Puedo pagarle en tarjeta?

(...)

Había comprado alguna carne hacía una hora. Ahora estaba en el autobús. Violet Mason, estaba en un maldito autobús.
Violet le suspiró a la vida por su suerte, ¿cómo es que su vida había pasado de ser envidiada por la mayoría a vivir en un departamento en ruinas y tener que viajar en autobús?
Ella no lo entendía. Aparte, estaba dirigiéndose al maldito cementerio para exhumar a alguien que había conocido por error.
Le parecía ridículo.
Por si fuera poco, la bolsa con carne que llevaba, tenía un olor fuerte, y el señor que estaba sentado a su lado parecía a punto de vomitar.
Diez minutos después se dijo que había tenido suficiente y al fin, bajó del transporte.
Se pasó los siguientes minutos pidiendo direcciones y, para cuando llegó el mediodía, Violet estaba en la entrada del cementerio.
Aquel lugar era tan lúgubre como podría esperarse. Toda la entrada era de piedra y había un estrecho pasillo, en el que se leían textos bíblicos y algunas citas religiosas de otros tipos.
Para suerte de Violet, en aquel lugar no se enterraba a los difuntos en el suelo, sino en pequeñas bóvedas de cemento, que eran más fáciles de romper y mucho más discretas que hacer un agujero en la tierra.
Tras maldecir algunas veces, Violet se dio a la tarea de buscar cual de todas aquellas bóvedas era la de Antonella, y es que aquel lugar era un laberinto.
Las bóvedas no estaban ordenadas por apellidos ni nombres, sino que las familias  alquilaban los grupos de bóvedas, y entre todas aquellas familias, Violet necesitaba encontrar una en específico. Y ni siquiera sabía si la bóveda era de la familia de Antonella o de la de Nick. Todo aquello sumado a un funeral en progreso en aquel momento y todo el ruido que eso conllevaba, hizo que Violet maldijera una vez más.

(...)

Al final había estado dando vueltas por poco menos de tres horas. Violet estaba terriblemente estresada por la gran cantidad de Brews y Rivers que había en aquella ciudad.
Cuando había dado con la bóveda, una enorme alegría le había recorrido el cuerpo y había estado a punto de gritar de euforia. Aunque claro, su sentido común la hizo abstenerse.
Antes de empezar y debido a todo el esfuerzo que necesitaba hacer, Violet empezó a comerse la carne que había comprado aquella mañana. Al probarla se dio cuenta de que era de res y de que el señor de la carnicería la había estafado, porque aquella carne no estaba fresca para nada. Podía notar por el sabor, que tenía por lo menos unos dos o tres días.
Generalmente aquello se podía tapar si se sellaba un poco la carne, para que el sabor a quemado lo camuflara, pero como no estaba en casa no podía cocinarla. Y es que cocinarla también hacía que se secara y que parte de la sangre se saliera y aquello era un desperdicio.
Al comer, se puso a recordar su vida antes de estar revuelta en aquel mundo, y no pudo comprender cómo antes comía carne que estaba cocinada casi por completo. El solo pensar en el sabor hacía que quisiera vomitar. Y es que ahora pasar un pedazo de carne por el calor tan solo tres segundos hacía que supiera por completo a quemado. Tenía que admitir que lo único mejor de la carne cocida era la presentación, pues ese color café oscuro era apetecible.  Sin embargo, incluso así, prefería la carne blancuzca que tenía que comer ahora.
Mientras comía e intentando distraerse de sus pensamientos se topó con lo que habían escrito en la tumba de Antonella:
"Hija, nieta y pareja devota. Siempre te llevaremos en nuestros corazones. Que tu viaje al otro lado sea tranquilo y placentero."
Violet esbozó una sonrisa. Si tan solo supieran.

Voluntad De SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora