Capítulo 6

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Malorie tenía los labios agrietados y casi no podía abrir los ojos. Llevaba llorando una semana y casi no había comido nada.
Estaba más delgada, más débil y más rota.
En aquel momento estaba en un hotel, en donde había vivido desde que se había enterado.
Aquella mañana al fin había dejado de nevar.
La habitación del hotel tenía las paredes rasgadas y la pintura se caía a trozos. Y es que esas paredes habían sido lo único que había distraído a Malorie, quien buscaba formas en ellas incansablemente; mientras no paraba de fumar. Había fumado tanto que se sentía seca y el alcohol no hacía más que empeorar aquello.
Pasaba sus días allí, acostada en la cama, buscando la siguiente posición en la que lloraría unas horas. Le parecía imposible pensar en otra cosa. Había crecido al lado de Nelly y por ello no había recuerdos felices en su mente en los que Antonella no estuviera. Incluso en sus recuerdos tristes ella estaba, siempre consolándola. Había sido la amistad más larga y más real que había tenido nunca.
Incluso había buscado una libreta vieja en la que habían escrito los planes de la boda de Antonella. Cuando los habían escrito no tenían ni quince años y Nelly ni siquiera conocía a Nick todavía, pero ella había envejecido sin cambiar de idea. Aún quería lirios, con colores claros y un enorme vestido.
En aquella libreta habían apenas dos líneas de Malorie, porque ella estaba indecisa, pero Antonella siempre estaba segura de lo que quería y había sido la persona más terca del mundo.
Los últimos días Malorie había releído aquella mohosa libreta al menos unas doscientas veces y cada vez que la leía lloraba como si fuera la primera vez. Saber que aquella niña ilusionada de ojos grandes ya no podría cumplir sus planes, le hacía querer gritarle al universo. No entendía porque había tenido que ser Nelly y no ella.
Malorie no tenía a nadie que se lamentara con su ausencia más que Nelly y Nick. Por ello no entendía porque no la habían elegido a ella.
Y es que la vida le había arrancado a lo más preciado que tenía en un parpadeo, sin ni siquiera un aviso.
Recordó cuando Nick le dijo que Nelly estaba enferma y ella pensó que sería algún resfriado leve o algo parecido.
Luego recordó pasar todas esas noches en el hospital, intentando rezarle a lo que estuviera ahí que por favor salvara a su amiga, que la llevara a ella. Pero aquel gobernador silencioso y cruel, no había respondido. Nunca lo había hecho. Ni siquiera cuando gritaba por piedad bajo su propio padre, ni siquiera cuando su madre la mataba de hambre. Nada parecía ablandar a aquel gobernante y Malorie se dijo que había tenido suficiente.
Había crecido como un animal, entre la suciedad y el dolor, solo para encontrar la luz en Antonella. Su amistad en la escuela se fortaleció con los años y llegó a ser lo único que la hacía levantarse por la mañana.
Habían sido demasiados años juntas y eso la había hecho olvidar como se sentía estar sola.
En aquella habitación de hotel temblaba cada vez que recordaba a su padre, y como este le sonreía a una versión infantil de ella mientras le decía con tono grave que fuese una buena niña y no gritara.
Malorie temblaba a la deriva, como una hoja en un huracán, sin saber que sería de ella, y, sin remedio, se perdía en aquellos ojos que la miraban, lujuriosos. Luego despertaba entre gritos, solo para notar que aunque se había liberado de aquel monstruo, aún vivía atormentada por el miedo, la infelicidad y el dolor.
Aquella mañana, tras recordar el rostro de su padre se incorporó para vomitar.
El encontrarse tirada, al lado del baño la hizo tomar la decisión.
Sin pensarlo dos veces, salió del hotel para ir a una tienda, donde esperaba encontrar aquello que la hiciera acallar sus recuerdos.

(...)

Nick escuchó que alguien tocaba la puerta y al instante se dio la vuelta en la cama. Escuchó a su madre ir a responder, con su típica voz dulce. Escuchaba a varias personas hablar, pero aquellos murmullos terminaron por molestarle y decidió que era mejor ir al baño.
Se puso de pie con pesadez, pues ya no estaba bebiendo y gracias a eso no podía dormir.
Al abrir la puerta escuchó a su madre que suspirar en la puerta.

- No, oficial, debe haber algún tipo de error...
- Señora, le aconsejo que se mantenga calmada...
- Pero no puede ser... ella...

Nick se preocupó y caminó hasta la puerta con irritación.

- Buenos días señor Brew. Lamentamos molestar tan temprano.
- Buenos días, ¿se les ofrece algo?

Ambos oficiales se miraron, incómodos.

- Venimos a informarles de la muerte de Malorie Brown. Ella fue encontrada en el hotel Royal, ayer por la noche, muerta en la tina. Y queremos hacerle algunas preguntas.

(...)

Tras el segundo día más largo de su vida Nick salió de la estación de policía. El dolor había vuelto, esta vez más fuerte que antes. Nick llegó a casa intentando buscar fuerzas de donde no existían. Se decía una y otra vez que ambas cosas eran su culpa. Con Nelly si tan sólo hubiera la hubiera llevado al hospital unos días antes...
No le hubiera importado que Antonella se enojara, porque lo único que quería en aquel momento era abrazarla. Si lo hubiera hecho, ahora estaría con su novia en casa, haciéndola reír por alguna tontería o tal vez teniendo sexo con ella.
Pensar en aquello le dolía profundamente, pero estaba en una corriente de pensamientos de los que no podía escapar.
Y luego estaba Malorie.
Todos sabían de los problemas mentales de ella. ¿Por qué había sido tan egoísta y no había ido a verla?
Entonces ella estaría allí, intentando salir adelante con él.
Recordó lo mucho que se alarmó unos días antes del incidente de Antonella en el hospital.
Estaban atentos a cualquier noticia en la sala de espera, mientras Nick estaba inconsolable. Entonces, al voltear a ver a Malorie notó que ésta estaba sin expresión alguna en el rostro. Unos pocos minutos después una enfermera les informó que alguien podía entrar a ver a Nelly por diez minutos y Malorie se había negado completamente a entrar. Entonces Nick había explotado, diciéndole que ella era su mejor amiga y que la necesitaba.

- No puedo verla morir.

Eso fue todo lo que dijo. En ese momento, Nick dejó de estar enojado y se encogió como si pudiera replegarse sobre sí mismo.
Entonces lloró con Malorie a su lado, una versión de ella que lo vio llorar; impasible.
Nick se preguntó a sí mismo como no había ido a verla en toda una semana, notando lo mal que estaba.
Nick lloraba entre su culpa, pues tenía en su mente una escena vívida de todos ellos, viviendo su vida con calma, bebiendo para divertirse y siendo increíblemente felices.
Él se revolvía en su cama, entre su llanto, pues con cada segundo se estaba alejando cada vez más de aquella escena. Y le parecía imposible que existiera un mundo en el que Nelly no estuviera con él.
Un mundo en el que no riera, por algún chiste tonto, arrugando la nariz.
No existía ese mundo. Y no podía permitir que existiera.
Pero cada vez era atraído con más fuerza a su nueva realidad, en la que se había quedado solo.
Y ya no había vuelta atrás.

Voluntad De SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora