PRÓLOGO

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En las profundidades del gran bosque Mary, se esconde uno de los lugares más restringidos por el gobierno. La "Institución Mental Wand Mary" o mejor conocido como "Muralla de los Locos" alberga más de 1.000 pacientes. Los cuales pueden destacar aquellos con esquizofrenia, trastornos, demencia, delirios, depresiones, manías y paranoias. Siendo algunos más peligrosos de tratar, se mantienen en celdas de máxima seguridad, ubicadas en la parte superior; el piso 10.

Debido a la gran demanda de pacientes que han ingresado en los últimos 20 años, se ha tenido que solicitar más personal, calificado para ayudar a cada uno de los enfermos y buscar su bienestar... o al menos eso es lo que quieren que crean.

Levi Rivaille fue recomendado al "Wand Mary" después de su despido en una clínica de la ciudad, debido a que estuvo ejerciendo como médico, sin licencia. Se le conoce por ser un hombre frio, reservado, serio y a veces algo tenebroso, con una obsesión por la limpieza, ya que este nunca dejaría que las bacterias se propaguen en su cuerpo y mucho menos en los de sus pacientes. A pesar de todo ha demostrado ser uno de los médicos más calificados para cumplir con las altas demandas que pide la institución...

-... contamos con 15 salas de cirugía, cada una especialmente equipada con todo lo que se...-

-"Bla, bla bla... ¿este idiota a qué hora se va a callar?"- Pensó Rivaille, ya estaba fastidiado de escuchar a aquel hombre. Había llegado muy temprano, ya que el lugar era demasiado grande, tenía que conocer cada una de las instalaciones, incluyendo al personal, por lo cual fue llevado a un "pequeño tour"... si claro, ¿pequeño?, si el pobre llevaba más de 3 o 4 horas recorriendo el lugar. Y lo peor, su acompañante el Doctor Keith Shadis no había dejado de hablar, y más que nada, de presumir lo bien controlada que estaba la institución.

-... este es su consultorio...-

-Ya era hora...-

Dijo Rivaille con un tono que desagrado por completo al Doctor Keith...

-Los pacientes vendrán en unos momentos, por seguridad tendrá dos guardias tras la puerta para verificar que nada salga de control...-

-Yo no necesito que me cuiden...-

-Son las reglas...-

-Tsk...-

-Los expedientes ya están en su gabinete, vienen en orden según como llegaran cada uno de ellos, si necesita ayuda no dude en pedirlo. Bienvenido Doctor Levi... y buena suerte...-

Dicho esto último, en un tono muy agrio, salió del consultorio, ahora haciendo que Rivaille tuviera el desagrado, ¿a qué se refería con "buena suerte? Definitivamente no le agradaba ese sujeto.

...

Las horas fueron pasando al igual que los "enfermos", en su mayoría solo tenía que atender unas heridas, hematomas y lesiones que ellos mismos se provocaban, a menor caso tener que administrarles tratamiento que requerían según el problema que tuvieran. Pero para Rivaille algo no estaba del todo claro, algunos pacientes tenían golpes tan fuertes, que dudaba que ellos fueran capaces de hacérselas. La mayoría eran del más conocido piso 10, según sus expedientes, decían ser los más peligrosos pero para Rivaille eso parecía mentira. La mayor parte no mostraban ninguna señal de agresividad, al contrario, sus miradas mostraban miedo, y al parecer no eran capaces de mantenerse concentrados.

Solo un montón de desquiciados...

Ya faltaba poco para acabar, por los pasillos se veían los últimos guardias escoltando los últimos pacientes, a los consultorios correspondientes. Rivaille ya ansiaba poder volver a su casa, solo tenía que lidiar con el último "loco" del día y listo. Mientras tomaba el último expediente, escucho la puerta abrirse por detrás, volteo y lo que vio fue a un chico... no, más bien ¿un niño?

Rapto de CorduraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora