[capítulo cinco: habla]

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— Ya, haste a un lado.

Empujó al menor, lo separó y volvió la  vista al cubo hecho.

— Veo que lo armaste, ¿Cuánto tiempo tardaste?

El menor levantó los hombros.

— Vino tu... ¿Papá?

Volvió a dejarse caer de rodillas, su piel se puso blanca y temblorosa. Tenía miedo, mucho miedo de que el pálido adulto lo entregara a Jerry.

Rick bajó la cabeza y logró ver los brillantes ojos llenos de lágrimas. Logró ver el terror del castaño y como su cuerpo reaccionó a causa de esto.

Rodeó sus cachetes con sus manos tratando de transmitir calma. Algo que le funcionó.

— Tranquilo, le dije que se fuera. El problema es que le di tu ropa y... Si... Creo que tendré que comprarte algo.

El menor soltó una risita y sus lágrimas bajaron por sus mejillas. Nuevamente abrió sus brazos y envolvió a Rick para esconder su rostro en sus prendas y aspirar el aroma que él desprendía.

El mayor por otro lado quedó algo atónito y no sabía cómo reaccionar. ¿Debía abrazarlo o separarlo? ¿Hablarle de manera agradable o ser el desinteresado que siempre manifestaba? ¿Qué hacer?

Morty fue el que actuó pensando que había sobrepasado el límite que él mismo había puesto al no hablar directamente con el peli azul y se percató de que su rostro como el del mayor tenían un ligero rubor.

— ¿Volvemos a la mesa?

Afirmó moviendo la cabeza.

Una vez estando sentados en sus respectivas sillas, con el chocolate adulterado y el sin probar frente a cada dueño.

— Ya que vas a quedarte aquí, temporalmente, — Morty miró a Rick. — vamos a tener que poner unas reglas.

La respuesta del castaño fue entrecerrar los ojos. El peli azul quería que el menor se dejará de ridiculeces y abriera la boca de una buena vez, él no era mudo y Rick no era un tonto.

— Si vas a querer que no te entregué al chupa pingas de tu "papá", tendrás que... — Sonrió de lado. — decírmelo.

Su mirada seguía sobre Rick. Éste se levantó y tomó el teléfono de la casa en una mano y con la otra sacó una tarjeta que le dió un repartidor de pizza.

— Tu padre me dejó su número — Mintió. — para llamarlo si llegaba a ver a su hijo perdido, ¿Y sabes que? ¡Ja! ¡Lo tengo justo frente a mi!

El castaño abrió los ojos y se puso de pie dando un fuerte empujón a la silla donde se encontraba. Rick tecleó el número y cerró los ojos para pegar la bocina a su oreja.

— Se que puedes hablar enano, y si quieres que no te delate tendrás que pedírmelo, y no pienses en ponerte de rodillas porque no voy a verte. Es tu decisión.

El menor bufó molesto e intentó arrebatar el teléfono sin éxito alguno. Rick no podía evitar burlarse un poco.

— Si quieres vivir conmigo vas a tener que confiar en mí enano.

El corazón del adolescente se aceleró por la desesperación y aceptó las exigencias del mayor.

— ¡Bien! ¡Cu-cu-cuelga por favor!

— ¡No puede ser! — Rick colgó de golpe y cubrió rostro con una mano tratando de controlar su histérica risa. — ¡Tienes la voz más chillona que nunca había escuchado! ¡A la mierda! ¿Y también eres tartamudo? ¡Yo también fingirá que no supiera hablar enano! ¡Ay Dios!

Morty lo miraba con el ceño fruncido y un gran sentimiento de enojo. Sus manos estaban hechas puño y quiso salir de ahí, ¿Pero a dónde? Al parecer salió de una miseria para entrar a otra llena de burlas. Por otro lado el mayor estaba completamente rojo y luchaba por volver a respirar, además tenía un placentero dolor en el estómago por tanto reír.

— Ay enano, — Le dió la tarjeta, seco sus lágrimas y volvió al comedor. — Caiste en el truco más viejo del libro.

— ¡M-m-m-mentiroso!

El mayor se detuvo en seco, perplejo tras el comentario y la voz llena de ira del menor.

— ¿Mentiroso? — Regresó frente al menor. — ¿Te atreves a decirme a mi mentiroso, enano? Cuando tú fingiste que el gato te comió la lengua y me trataste como un completo imbécil. Pero esta bien, no me molesta. Lo que vas a hacer es contarme todo. Absolutamente todo, enano.

— ¿T-todo?

— Todo.

— Okey.

- ☘ -

— Por favor Beth, — Dijo Jerry pegado a la bocina del teléfono. — estoy seguro de que 19 está en la casa del profesor.

— ¿Así como estabas seguro de cuidarías a 19 en su paseo y terminó escapando? — Respondió la esposa molesta. — Tienes suerte que el señor no ha querido verlo.

— ¡Encontré su ropa ahí! No debe de estar muy lejos. — Suspiró. — Lo voy a encontrar.

outside {Rickorty}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora