[capítulo ocho: primera noche]

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Rick cerró la puerta de su habitación y fue a la sala. Acomodó la colchoneta sobre el sillón más largo igual que las almohadas y la cobija.

Después de unas horas de leer tanto libros como tareas, la vista del mayor se enfocó en el cubo Rubik que le había dado su acosadora alumna. Lo tomó y se dirigió a la sala para acostarse sobre su improvisado tendido.

Con la vista en el techo, el adulto catedrático sentía los espacios entre las carátulas de cada uno de los cuadros y los límites de las estampas. Cerró los ojos e hizo movimientos aleatorios sobre el cubo para desarmarlo.

Al volver a abrir los ojos miró los colores mezclados del juguete y checó la hora.

10:33 pm

Empezó a rearmar el cubo y cuando terminó sintió desilusión.

10:47 pm

¿Cuánto tiempo había estado Morty en su estudio? ¿Unos 3 o 4 minutos? Eso fue lo que tardó en armar el juguete.

Rick había tardado 14 minutos.

Apretó los labios para dar un bufido. Repitió la acción. Cerró los ojos, desarmo el cubo, miró la hora y tardó 9 minutos.

— Aún no es suficiente.

8 minutos. 12 minutos. 7 minutos.

Cuando la vista del mayor se enfocó ahora en la manecilla pequeña del reloj notó que había pasado la mayoría del tiempo tratando reducir su récord.

11:53 pm

Perdió la noción.

Nuevamente de pie, el profesor dejó el cubo desarmado sobre la barra de la cocina. Se lavó la cara con agua tibia y apagó las luces.

Su cuerpo cayó sobre el sillón y sus ojos se fueron cerrando.

Narra Rick.

Debe haber algo que no me este diciendo. Bueno, en parte es culpa mía.

— ¿T-t-tienes otra p-pregunta?

— No.

¿Como puede armar este maldito juguete más rápido que yo y nisiquiera sabe la hora a la que va a dormir? Hay algo que aún no se.

— 8:15

— Creo que es m-mi hora de dormir.

¿Que significa eso? ¿Sus padres nisiquiera le decían a qué hora dormía? Eso es motivo suficiente como para tener la duda.

— ¿Enserio así duermes?

— Si.

Aparte, es muy joven como para ya tener un tatuaje del que no dijo nada.

Aceptaré lo que me ha dicho hasta ahora. Pero muy pronto tendrá que decirme el resto.

Narra Morty.

Desperté. Creo que aún es de madrugada.

No desperté por falta de sueño, me siento horriblemente cansado, pero 20 está roncando tan fuerte como cuando los camiones de carga presionan el claxon, además, no estaba acostado como nos había dicho mamá unas cuantas horas antes.

Me senté sin levantarme, cubrí mis oídos y apreté los párpados con la esperanza de que se detenga.

— ¿Te despertó Veinte?— Susurró Dieciocho con la misma posición que la mía. Lo miré y asentí. Él me sonrió. — a mi también.

— Hace m-mucho r-ruido. — Respondí con un volumen bajo.

— Si... ¿Quieres venirte para acá? — Dió unos golpecitos al lado suyo.

Miré su mano y luego su cara, luego otra vez su mano. Lo tuve que rechazar. Si alguien entraba por los ronquidos de Veinte y nos miraba en la misma cama, probablemente nos ganaríamos un castigo.

— ¿Qué te da miedo?

— P-pap-.

— Mmh... Bueno, me había olvidado de papá. — Volvió a acostarse pero de lado, me miraba y me había sentir incómodo. — ¿Qué somos Diecinueve? ¿Somos trillizos o somos la misma persona?

— N-no tengo i-idea.

— Porque... Tengo recuerdos, ¿Sabes? — Se sentó de golpe. — Y creo que tú también los tienes. Todo es tan diferente, solo hay uno de nosotros en cada recuerdo y ese soy yo, ¿En tus recuerdos pasa lo mismo? — Asentí. — Entonces, ¿Qué somos?

— Clones. — Dijo Veinte que había despertado desde que nombré a Jerry.

Nos sorprendió tanto que hablara que dimos un ligero brinco sobre nuestra respectiva cama. Veinte aún recostado mirando la pared se sentó. Dieciocho y yo no podíamos decir ni una palabra aunque quisiéramos, nuestra atención estaba en Veinte.

— Somos clones. — Se recargó en la pared y volteó a vernos. — Los he oído. A mamá y a papá. Quieren nuestros órganos para...

Abrí mis ojos sobre la cama de Rick. Ahora sin Dieciocho ni Veinte. Lejos de donde consideraba mi hogar pero aún con ese recuerdo que me atormenta.

— ¿Quién es Él?

outside {Rickorty}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora