[capítulo siete: sueño]

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Para -alcoholica 💙💛 espero que te guste bae 😘✨

— ¿Puedo quedarme aquí unos días?

— Si, seguro. — Levantó los hombros. — Quédate cuanto quieras.


— Por favor n-no le digas a nadie q-que estoy aquí. — Juntó sus manos en seña de súplica. — Papá es capaz d-de hacer cualquier cosa por ll-ll-llevarme de regreso.

— ¿Esa cosa es peligrosa? — Refiriéndose a Jerry.

— Parece t-t-tonto pero lo he visto hacer... Cosas malas. — Cosas de las que ahora se sentía culpable.

— Bien, no diré nada, — Se dejó caer hacia atrás en el sillón y se cruzó  de brazos. — pero tengo que ir a la escuela de lunes a viernes, ¿Te vas a quedar solo? Puedo decirle a Uni que te cuide.

— ¿Q-q-quién es Uni?

— Unity es mi vecina, vive a uno o dos kilómetros de aquí, ¿No viste su casa?

— ¿Y ella n-no dirá nada? ¿C-c-confías en ella?

— ¡Claro que sí! — Lo dijo tan agresivamente que Morty se hundió en su asiento. Rick aclaró su garganta, alejó su vista y volvió a tomar una pose más relajada. — Tu creeme. No dirá nada.

Morty dió un suspiro y asintió. Le incómodo tanta rudeza y abrazó sus piernas sobre el sillón. Al mayor tampoco le gustó haberle gritado pero lo hecho hecho estaba.

— Creo que... Tendré que comprarte algo de ropa.

— ¿Eh? — El menor elevó la vista a la del adulto. — ¿No sería sospechoso que m-me comprarás ro-ro-ropa?

— Puedo decirle a Uni que te la compre. — Fue a la cocina y de un cajón sacó su celular para escribirle un mensaje a la mujer.

El castaño miró el dispositivo y se incomodó aún más. Mordió sus labios y recargó el rostro en sus rodillas. En esos momentos le hubiera gustado no haber dicho nada para que Rick no estuviera mensajeando con alguien.

Se movía sobre el sillón tratando de encontrar una pose cómoda, después de un rato, se acostó boca abajo encimando sus manos y recargó su cabeza sobre ellas, sus párpados comenzaron a ser pesados y era más difícil tener los ojos abiertos. Trataba de ver un punto fijo solo que eso lo empeoró un poco y se quedó dormido.

Narra Morty.

— Esta es su habitación chicos. — Dijo papá que nos daba un recorrido por el edificio. — La puerta siempre está cerrada. Cuando sea hora de comer, bañarse o entrenar, vendré por ustedes, ¿Dudas?

Los tres negamos con la cabeza y entramos al dormitorio. Así como dijo Jerry, al entrar Morty Veinte, la única entrada fue cerrada y escuchamos por primera vez como la aseguraron.

De ahora en adelante, el sentimientos de claustrofobia tendría que ser controlado.

Al ver el rostro de Dieciocho y Veinte pude darme cuenta que pensaban lo mismo.

Las camas estaban alineadas del número más chico a más grande y cada una tenía su respectivo número. Nos quedamos viendo. De algún modo estábamos parados en círculo donde mirábamos nuestros gestos a la perfección.

— Son como yo... — Dijo Veinte.

— No, — Respondió Dieciocho. — ustedes son como yo. Yo escuché a mamá despertarlos después de mi.

— S-s-somos d-di-diferentes.

— ¿Porque lo dices? — Cuestionó Veinte.

Tomé mi camisa por el cuello y descubrí la parte izquierda de mi pecho mostrando mi número. Los otros hicieron lo mismo.

Dieciocho.

Veinte.

Es cierto, puede que seamos seres humanos física y mentalmente iguales pero algo nos diferencía. — Dieciocho me sonrió. — Aparte tú eres un poco tartamudo y tú te ves más rudo.

— ¿Ah sí? Y tú pareces un sabelotodo — Dijo Veinte.

Nos reímos y luego nos acomodamos en nuestras camas...

— Enano, ¡Enano despierta! — Escuché a Rick y sentí sus manos moverme. — Estoy hablándote como un imbécil y tú dormido, pendejo.

Me senté y sobé mis ojos. No sé a qué hora me mandaban a dormir, pero seguramente ya era tiempo.

— P-para ser un m-maestro, eres muy grosero.

— ¡Y hay muchas más de donde vino esa!

— ¿Qu-qué hora es? — Rick miró el reloj de su celular.

— Son las 8:15.

— Creo que es m-mi hora de dormir.

— ¿Dormir? Bueno, de seguro has de estar cansado de tanta adrenalina. — Se dirigió al pasillo. — Sígueme, vamos a ver dónde puedes dormir.

Caminó hasta su habitación y del closet saco una colchoneta junto con un par de almohadas y otra cobija.

— Hoy puedes dormir en mi cama, dormiré en el sillón.

Lo miré dudoso. Sentía que me estaba aprovechando o algo por el estilo.

— Y-y-yo puedo d-dormir en el sillón.

— No enano, si el psicópata de tu papi mira por las ventanas de la sala te va a ver. — Apreté los labios, aunque él bromeé pienso que sí es capaz de hacerlo. — Tu duerme aquí, mañana te haré un espacio en el estudio.

— Gracias Rick.

Él salió de la habitación y yo acomode la cama. Quité las almohadas y tendí el cobertor. Normalmente solo tenía una cobija pero este lugar es más frío. Me acosté boca arriba con las piernas estiradas y espalda recta.

— No queremos que su columna se vuelva defectuosa. — Era lo que decía mamá.

Jale los bordes de los cobertores hasta la altura de mis hombros para después estirar mis brazos debajo de las telas al lado de mis caderas para finalmente cerrar mis ojos.

— ¿Enserio así duermes? — Dijo Rick recargado en el marco de la puerta.

Abrí mis ojos y giré mi cabeza hacia donde estaba.

— Si.

— Que bueno que ya no estás en ese lugar enano.

Me sonrió y cerró la puerta.

outside {Rickorty}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora