Capítulo 17

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Alezandra lloraba abrazada a su esposo, todo se había arruinado. Ahora su mejor amiga luchaba por su vida y la de su hijo en la otra habitación. Mientras que Ariana rezaba por la vida de su esposo. Heronimo McDonall, estaba desesperado no quería perder a Verónica, ni mucho menos a su hijo. Eran su familia, si los perdía se volvería loco. Después de unas horas más el doctor salió de la habitación con la ropa ensangrentada.

—La señora McDonall se encuentra estable, tuvo suerte, ni ella ni el bebé salieron perjudicados aunque ahora esta débil por la pérdida de sangre.  

 —¿Puedo pasar a verla? —preguntó el Lord McDonall.

—En este momento esta dormida, recomiendo que sea rápido para que la deje descansar —el asintió y entró a ver a su esposa.

Verónica yacía en la cama con su hombro vendado y cubierto. El doctor había parado la hemorragia a tiempo y por fortuna no habia perdido mucha sangre. El lord McDonall se acercó a ella, beso su pálida y pequeña mano haciendo que Verónica se despertara.

—Creí que te perdería, cuando te ví herida sentí que todo perdía sentido  —Verónica lo miró con una sonrisa —No pude protegerte cuando lo necesitabas, ¡No puedo proteger a nadie!.

En ese momento Verónica vio algo que no esperaba ver nunca en los ojos de su esposo, lágrimas. Ella acaricio su mejilla y quito con sus dedos las lágrimas traicioneras.

 
—Si algo te pasera, no, si algo les pasara —puso su manos sobre su abultado vientre —Mi vida no tendría sentido Verónica.  

—Te amo mucho Heronimo,  siempre voy a estar contigo recuerda, no te escaparas de mí tan fácilmente —el sonrío y la besó como si fuera la primera vez.  

ARIANA.
Sujeto su mano ahora fría y lloro. Veo sus ojos cerrados con sus largas pestañas oscuras. Cierro los ojos intentando no dejar escapar más lágrimas de las que había derramado.

 
— Por favor despierta, no quería esto... No puedo soportarlo, Hector.

 
—¿Qué no puedes soportar mi rayo de sol? —dijo con sus ojos abiertos.

—¡Hector! ¡Gracias a Dios! —salte abrazarlo, pero me aleje cuando lo escuche quejarse del dolor—¿Por qué lo hiciste?.

Él la miro con sus tiernos ojos oscuros.

—No podía soportar que algo te pasara, mientras yo viva nadie te hará daño, puede que me odies por obligarte a estar conmigo pero... Te has vuelto alguien importante en mi vida, Ariana —él acarició la suave y pálida mejilla de su esposa —Además, no podía soportar perder otro amor.

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Las autoridades llegaron a la residencia del Duque Wistol. Y ellos traían noticias para nada satisfactorias.

 —Lord Berfor —dijo el oficial a cargo.

—Dígame que encontró al hombre responsable de esta desgracia —gruño furioso el pelirrojo.

—Sí, mis hombres persiguieron al sospechoso hasta un camino frondoso y empinado, en medio de la persecución una rueda de su carreta se rompió lo que lo hizo desviarse del camino, lastimosamente tanto la carreta y el asaltante cayeron por el vacío de una zanja y no sobrevivió.

 —¿Se sabe quién era el pobre hombre? —preguntó Alezandra consternada.

—No era un hombre, Miladi para sorpresa de muchos cuando el cuerpo que fue rescatado de la zanja era el de una mujer.

—¿¡Una mujer!? —dijeron sorprendidos tanto Alaric como Alezandra.

 
—Sí,  el cadáver de la difunta se encuentra en custodia, no sabemos quién pueda ser y esperábamos que ustedes nos dieran alguna pista o pudieran reconocer el cuerpo.

Ambos salieron afuera y vieron la carreta con el cuerpo cubierto por una manta. Se acercaron cuando el oficial alzo la manta, Alezandra ahogó un grito al ver el cuerpo muerto y desfigurado, mientras que Alaric solo aparto la mirada, aunque era difícil reconocerla a simple vista su cabello rubio la delataba... Sofia su antigua sirvienta, se había matado en el intento de escapar de la justicia su plan era perfecto, solo tenía que dispararle a Alezandra, ella estaría muerta y Alaric libre, ninguna mujer que no fuera ella estaría con su perfecto amo, pero todo se desmoronó cuando no pudo verlos comenzando a echar tiros al azar, al ver a Verónica la mujer que destruyó su vida con una sonrisa, no dudo en dispararle y se echo a la fuga, perdiendo la vida en el proceso.

El Lord Berfor abrazó a su esposa, la cual lloraba por todo lo sucedido ya habían sufrido bastante, ambos se merecían aunque sea un poco de paz. Ya estaba harto de tener que ver a personas morir por culpa de ellos. ¿Tan malo era que ellos se amarán? Pero aunque el mundo se les venga encima, él no iba a dejar a su esposa. Ya nadie se interponía. Ni su padre, ni muchos menos esa loca de Sofia.

Nadie volvería apartarlo de su felicidad. Alezandra jamás volverá a sufrir, ni volverá a pasar por las desgracias que marcaron su vida. Él se encargaría de hacerla una mujer feliz y dichosa.

Esa noche, él durmió abrazado a su hermosa esposa, hablándole, acariciando su suave cabello castaño. Prometiendo protegerla de todo aquél que se atreva a intentar lastimarla.

©Libre Y Leal. Saga: Siempre Juntas 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora