Los kappa son criaturas menudas, del tamaño de un niño, con un aspecto que recuerda bien a un lagarto o tortuga – por su pico y caparazón- bien a un mono- por su forma de moverse y vello corporal. Se le suele representar de color verde, pero también se dice que se puede ver kappas de otros colores como el amarillo o incluso el azul. Sus extremidades también recuerdan a las de los sapos, ya que tienen membranas entre los dedos que les permite nadar con mayor velocidad ante la sorpresa de sus víctimas.
Pero su principal rasgo físico es su calva agujereada que contiene un extraño líquido. Rodeada de pelo, al más puro estilo monje franciscano, se dije que es la fuente de su poder y que le permite, entre otras cosas, poder andar por tierra firme.
Perder esta agua los dejaría completamente vulnerables y es por ello que evitan salir a la superficie en días de calor sofocante o cubren su cabeza con algún tipo de casco cuando tienen previsto explorar por un tiempo más largo.
Aunque últimamente se ha intentado mostrar el lado más amable y kawaii de estas criaturas, el kappa es, tradicionalmente, una figura maligna. Personajes curiosos, espían a los humanos, especialmente a las muchachas cuando se lavan en los ríos, llegándolas a violar en algunas ocasiones. Se alimentan de niños, no hay nada que les guste más que ellos, con excepción del pepino. Cuando consiguen arrastrar a un chiquillo a las profundidades, lo despedazan y les arrancan el shirikodama, una bola mítica que se encuentra en el ano – posiblemente la próstata. Por si esto fuera poco, huelen a pescado podrido y cada dos por tres se tiran pedos que hacen temblar al más pintado.
Sorprendentemente, estos encantadores seres tienen un código de conducta excepcional. Son educados, hablan japonés perfectamente, les encanta dialogar con los humanos y los desafíos. En ocasiones retan a los transeúntes a partidas de shogi– ajedrez japonés- o a un combate de lucha o sumo, al que son muy aficionados. Tampoco pierden ocasión en negociar para intentar conseguir soba, natto, berenjenas o especialmente, pepinos. De hecho, muchas familias japonesas lanzaban pepinos a los ríos con los nombres de sus hijos escritos en ellos para contentar a los kappas y evitar que se los comieran.
Esta exquisitez en sus formas a menudo les cuesta demasiado caro. Los humanos, conocedores de la educación de los kappas, se dirigen a ellos y les hacen un reverencia muy cerrada, el kappa contesta gustosamente, olvidándose de su handicap, derramando el líquido de su cabeza y dejándoles prácticamente sentenciados. Otra de sus debilidades son sus extremidades, fáciles de arrancar de su cuerpo si se estira con fuerza.
A los kappa no les gusta el fuego- muchos fuegos artificiales se celebran con tal de asustarlos y mantenerlos alejados- el jengibre, el sésamo o el hierro. Si se consigue su amistad, el kappa ayudará a sus amigos realizando diferentes tareas como ayudar a los campesinos a regar sus tierras, ofrecer pescado fresco a las familias- símbolo de buena fortuna- o incluso sanar a los enfermos, ya que tienen conocimientos ancestrales de medicina. A menudo un kappa es engañado hábilmente por los humanos, y obligado a cumplir juramentos que, por su naturaleza, son incapaces de romper. Se dice que los kappa ya no ataca a los seres humanos precisamente por eso, porque, años atrás hizo la promesa de no atacar y todavía la sigue cumpliendo.
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Cuentos y Leyendas Japonesas
Cerita PendekJapón. Un país de gran cultura contemporánea, llena de historias fantásticas, cuentos de terros, historias de fantasía y relatos de amor. Historias que creerán imposibles. Cuentos que te darán ganas de bendecir el no vivir en Japón (o tal ves lo con...