Adios, D

113 6 2
                                    

Los días se habían ido como una brisa de verano. Y el olor a café recién hecho se había desvanecido de mis mañanas.

Lo extrañaba, pero no podía continuar así. Los pasos de Isabella afuera de la puerta solo me hacían comprenderlo cada vez más.

"Es hora de decir adiós."

Suspiré.

Mi pecho dolia y en mi garganta solo podía sentir el nudo, las ganas que estaba conteniendo.

"Hay cosas que hay que dejar ir por un bien mayor. Los sacrificios son necesarios, mi pequeña."

La voz de mi padre susurró en mi mente junto a aquellas palabras que había escuchado desde que era una ñiña y desde que aprendí que la vida en el ejército no era miel sobre hojuelas.

Con la pluma en mi mano y con el sentimiento de pesar en mi pecho, empecé a escribir.

"21.03.17

Querido Dylan:

No preguntaré como estas, creo que sería insensible de mi parte. Cuando leas está carta seguramente vas a odiarme y no te culpo. Estoy siendo egoísta, lo sé.

Mi corazón duele, pero sé que no puedo evitar mi deber. Mi nación me necesita y aunque suene muy presuntuoso de mi parte, sé que entenderás a lo que me refiero, siempre lo has hecho.

De seguro pensaras: ¿Por qué te escribo una carta de despedida?

La verdad... Apesar de que mis acciones sean egoísta y solo piense en la nación sin considerarte a ti y a pesar de que el decir "sabíamos que esto sucedería algún día", no me excusa, siento que es necesario decirte adiós.

No volveré, no a ti al menos.

Esta mision, aunque por norma no pueda revelar nada, puedo decir que tomara más tiempo del necesario y no sé si en ese tiempo algo suceda.

Soy mala con las palabras y las explicaciones, lo sabes más que nadie.

Yo, incluso aunque sea difícil expresarme através de una hoja de papel, quiero que sepas que sin duda alguna no te olvidare.

No te pido que me perdones, no es necesario. Solo te pido que, incluso aunque por una carta me esté despidiendo, seas la persona que siempre has sido, esa persona que logró robarme el corazón.

No quiero que despiertes por las mañanas y veas mi foto. Quiero que quemes mi recuerdo pero no como algo malo, quiero que lo hagas para que el pasado se vaya y vivas una vida mejor; una en la que no tengas que preocuparte por si no me he ido en medio de la noche, una en la que no debes preocuparte por si algo llegue a pasarme mientras estoy lejos.

Quiero que vivas feliz, apesar de esta carta y quiero que un día llegues  a encontrar a esa persona que ame a Fiódor Dostoyeski tanto como tú lo haces.

Adiós,

Jade."

En el momento en que el punto fue marcado en aquella superficie, como si hubiese sido practicado, el sonido de la puerta siendo tocada, llegó a mis oídos.

Levantandome, caminé a la puerta.

Sí, sabía lo que significaba pasar por el umbral, sabía lo que dejaría atrás por un tiempo indefinido.

Miré el cuarto que había formado parte de mi juventud por última vez.

Diablos, que sí la extrañaría.

Volviendo la mirada y con un sentimiento apretando mi pecho, acerqué mi mano al picaporte.

De ahora en adelante tendría que dejar cualquier sentimiento de debilidad... Eso era lo que significaba pasar por el umbral, lo que significaba abrir la puerta.

Suspirando y desechando la última pizca de miedo, dolor y angustia, abrí la puerta para encontrarme con mi hermana.

Le sonreí y ella hizo una mueca comprensiva. Sus ojos quisieron preguntar , pero siendo como ella era-capaz de sentir el momento- no dijo ni una palabra.

Ambas habíamos sido criadas por el mismo hombre y fue por eso que tras solo un abrazo y tras tenderle la carta, todo lo que quise transmitir fue dicho.

"Las palabras sobran cuando los corazones están conectados."

Esa frase, la de mi madre, nunca había cobrado tanta fuerza hasta ahora.
.
.

Cuando el sol impacto en mi rostro y su rostro apareció frente a mí, hice lo usual.

En posición recta y con el dorso de mi mano en la frente, saludé.

—¡Señor!

Asintió con la cabeza y dio una vaga respuesta.

—Michaels.

Con aquella dos palabras, empecé de nuevo.

Con aquellas dos palabras, dejé atras a la civil Jade Michael...
            .... para cumplir mi juramento y servir a mi país.

¿Por siempre? Más alláDonde viven las historias. Descúbrelo ahora