Papá

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Cerré los ojos y suspiré en el momento en que la puerta chirrió. No quería hablar, no quería volver a escuchar aquellas palabras de consuelos que me sabían amargo a pesar de tener todas las buenas intenciones.

― No quiero salir, Isabella, por favor.

No hubo respuesta ante mis palabras, salvo el peso adicional a mi lado, sin embargo, prontamente abrí los ojos cuando una voz inesperada se escuchó.

― Cariño, ¿Qué sucede contigo?

―Papá.

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Su mano acariciaba mi cabello como cuando era una niña y en esos momentos me sentía como tal, ahí, con la cabeza en sus piernas y con el corazón roto. Él no solía ser un hombre de afecto, pero el simple hecho de estar a mi lado, calentó mi pecho y me hizo llorar más fuerte.

Quería ese calor y ese contacto y mi mente era solo una enemiga más, haciéndome recordar la forma en la que el acariciaba mi cabello en las noches, haciéndome recordar las forma en que calentaba mi pecho, justo así.

― Jade, quiero llevarte a un lugar y si tras eso, quieres seguir así, entonces está bien.

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El escenario era el más doloroso para aquella chica de ojos verdes que, si no fuese por los brazos de su padre, estaría de rodillas en el suelo por el llanto que la invadía por dentro. Su padre, sabedor del porqué de su estado, le murmuró palabras de consuelo mientras besaba su cabeza.

Por otra parte, dentro de su cabeza, preguntas hacían aparición con cada vez mayor rapidez.

¿Por qué ya no estaba?

¿Por qué la vida era tan cruel en momentos inesperados, en momentos de más alta felicidad?

¿Cómo era posible que uno fuese capaz de vivir tras algo así?

¿Por qué su pecho no parecía ser capaz de dejar de doler?

¿Cuándo terminaría la tortura?

― Él te amaba demasiado y, sin embargo, sabedor de que la vida es cruel y no un cuento de hadas, antes de perecer, me pidió que te entregase aquellas cartas ― acarició su cabeza―. La forma en la que hablaba me decía que era un hombre roto por dentro.

No pudiendo soportar ver el estado de su hija, el capitán Michaels la giró y entre sus brazos, prosiguió.

― Sin embargo, a pesar de llevar millones de demonios por dentro, él decidió que amarte era más fuerte que ello. A veces el amor muere y a veces no y estoy seguro de que el suyo es uno de los que no mueren. 


¿Por siempre? Más alláDonde viven las historias. Descúbrelo ahora