III

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Su mano izquierda bajó por mis piernas y las puso alrededor de su cintura, comenzó a marcar mis hombros y clavículas con sus labios mientras las acariciaba, había vuelto ese chico que desconocía pero tanto me agradaba.

Cambiamos de posición y nos acomodamos en la cama para mejor movimiento, él estaba entre mis piernas dándome placer con sus besos salvajes en mi pecho, jugando con mis ya duros pezones, no sabía que eso podía ser tan placentero.

Bajó por mi abdomen y volvió a subir hasta mi oreja mientras quitaba mi ropa interior con una de sus manos, su respiración pesaba, la mía también, me sentía desesperado, ¿Qué debíamos hacer después?, yo jamás lo había hecho y él tampoco. Supuse que yo era el “pasivo”, por lo tanto, sería el penetrado. Mis pies seguían en su cintura lo cual me dió una idea, con el dedo pulgar de uno de mis pies fui bajando su ropa interior, hasta quitársela, no quise mirar pero me hacia una idea de lo grande que era el chico, sus pantalones ajustados siempre me hacían pensar en eso.

Él hizo lo mismo conmigo. Ambos seguíamos acariciando nuestros cuerpos mutuamente sin prenda alguna, de vez en cuando nos besábamos con pasión y cariño, pero en poco todo ese juegito de iría a la mierda y comenzaría lo mejor.

—¿Estás listo para que lo haga? — Sus besos eran esparcidos por toda la extensión de mi cuello.

—Siempre estaré listo para tí —Nos besamos otra vez con furor desenfrenado. Con dos de sus dedos toco suavemente mis labios y los adentró a mi boca, no sabía para qué era eso, pero supuse que quería que los lamiera y lo hice, chupe, mordí sus dedos como si se tratara de una paleta, él los sacó cuando ya estaban muy mojados.

—¿P-para qué es eso? —Dije con la voz entrecortada, la excitación no me dejaba hablar con claridad.

—Ya lo veras, solo espera —Dió un suave beso corto sobre mis labios. Sus dos dedos bajaron a mi trasero, me tensé al darme cuenta para que era y con su otra mano acaricio mis piernas, tratando de calmarme —Tranquilo, se sentirá bien— Asentí.

Enseguida tuve una incómoda sensación, uno de sus dedos entro en mí, dejándome ver un mundo que no conocía, al cual simplemente no me gustaría abandonar, veía tantas cosas, todo era hermoso, tan placentero y…doloroso.

—Ah — Grité con dolor. Aferrándome a las blancas sábanas entre mis dedos, fruncí los labios en un puchero.

—Tranquilo, el dolor pasará — Dijo acariciando mis piernas, se sentía como el mismo infierno, pero algo en mí pedía más.

Movió su falange en círculos, se sentía raro pero bien. Solté un gemido ahogado al sentir un segundo dedo en mi entrada. Según yo siempre fui muy macho, rudo, alfa, pero estando con DoWoon mi sensibilidad salía a la luz. Acaricié su espalda suavemente, nuestros ojos se encontraron y sonreímos, no entendía como habíamos llegado a ese momento, de una simple platica, de un simple beso, ahora estábamos demostrándonos de una mejor forma lo que sentíamos. Un dedo más entro en mí y solo un apasionado beso pudo callar los gemidos que salían de mis labios, sus dedos aumentaron las embestidas en mi entrada.

—D-DoWoon —Solté un jadeo cuando el pelinegro humedeció parte de mi cuello con su lengua. Ambos, sudando, en esa solitaria habitación de la casa entre la oscuridad, donde nuestras respiraciones ambientaban nuestra excitación.

DoWoon sacó los dedos de mí a lo que respondí con un gemido, ya me estaba gustando eso. Se puso sobre sus rodillas y pude admirarlo mejor, su piel morena brillando por el sudor a la luz de la luna, su cabello negro adherido a su frente por el sudor, sus labios hinchados por los besos de minutos antes, y su pecho bien formado al igual que sus brazos, solo quería que me hiciera suyo sin ningún preámbulo.

p r e g n a n t ▶ 아기 /// DOPILDonde viven las historias. Descúbrelo ahora