p r e g n a n t ▶ 아기 /// DOPIL

XIV

Ambos chicos se miraron aun dentro del auto, el cuerpecito abultado estaba tan nervioso al punto de temblar. Las ágiles manos de su prometo llegaron a las suyas en su regazo y luego las sostuvo juntas, acercándolas a su rostro y besándolas con suavidad.

Por inercia, Wonpil sonrió y liberó una de sus manos para pasarla tiernamente por su vientre ya notable bajo la prenda color rosa. DoWoon lo observó hacerlo, sonrió por eso. Ambos se soltaron y bajaron del auto. El castaño podría morir si no dejaba de temblar, y el menor, ya había vomitado unas tres veces antes de llegar, desmayádose una y casi saliendo por la ventana del vehículo cuatro.

No le molestaba lo que estaba por pasar detrás de esa puerta, sino, lo que estaba detrás de esa puerta, le tenía miedo a que fuera a ver en la pequeña pantalla. ¿Y si su bebé no estaba sano?, ¿Y si les decían por accidente que había una complicación?

Rezaba por que su pequeño estuviera pronto, digo, a su debido tiempo, entre sus brazos. Poder ver a su cosita dormir y llorar, necesitaba ver a su niña o niño.

Eso era más a lo que Wonpil tenía miedo, que les dijeran que era. Él prefería una sorpresa con respecto al sexo de su bebé, sería feliz con cualquiera de los dos. Ya tenía planeado como sería. Si fuera niña: Le trataría como su princesita, la protegería y daría su amor hasta empalagarla. Si fuera un niño: No lo dejaría acercarse a un balón, no para protegerlo, sino por que odiaba los deportes. Aunque hasta ese momento era lo único que había pensado para su barón.

No lo diría frente a su prometido, pero simplemente el hecho de tener una bebita en vez de un bebito, le gustaba más una nena con la cual jugar a hacerse peinados o a las princesas. Le encantaría ser la reina madre para esa bella princesita.

En pocos segundos ya estaban sentados, con las manos entrelazadas y sudadas, esperando a que el hombre que los atendería apareciera. Las bancas eran incómodas para el trasero de Wonpil, al otro no le importaba su incomodidad, solo la del chico. Por lo cual el mayor estaba sobre su regazo, quebrándole las piernas. Su bienestar valía la pena.

Media hora después al hombre se le ocurrió llegar, con la cara más dormida que la del mismo DoWoon. Sostenía una taza humeante de café negro, mientras bostezaba y acomodaba el cabello desordenado, lo cual parecía no ser por su reciente llegada.

—Buenos días, jóvenes —Dijo el hombre haciendo que solo uno ambos chicos se levantara, aún tomando la mano de su novio.

DoWoon hizo una reverencia y así ayudó a levantarse y caminaron siguiendo al señor por el pasillo, el castaño jugando con el anillo improvisado nerviosamente y el pelinegro sonriendo. Más bien intentando, parecía más un tipo de mueca de asco o algo así.

Llegaron a una puerta blanca y el hombre abrió la puerta con un manojo de llaves, pronto se encontraban sentados en la sala. Wonpil en una especie de camilla y DoWoon parado a su lado, sosteniendo su mano y acariciándola con el pulgar.
El pelinegro se sentía ridículo, solo era una simple ecografía, no había nada de que temer, solo les dirían como estaba su bebito o bebita, y por si acaso tal vez los cuidados que debía tomar en los próximos dos meses antes del parto.

Los últimos días había estado muy preocupado, casi no podía dormir y tenía que levantarse aparte por su empleo. Le preocupaba el no poder mantener a su pequeña familia, no ponerles alimentar o darles un techo firme bajo el cual estar, tenía miedo de no cuidar bien de Wonpil y algo malo pasara en los próximos dos meses, era médicamente imposible, pero, ¿y si su bebé nacía antes?, ahí estarían más que jodidos, no tendría dinero para medicinas, llevarlo al hospital, comida especial para él, pero eso eran especulaciones falsas, jamás pasaría.

También se sentía presionado por el aspecto de donde vivirían, ya no podían compartir casa con los chicos, Brian y Jae necesitaban su espacio como pareja, Sungjin estaba saliendo todo el tiempo con alguien del cual ni sabían su existencia hasta la tarde anterior, el caso es que se la pasaba fuera todo el tiempo, ya ni sabían si vivía en su casa con él o ella.