Los juegos de Mohamed

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Abril despertó agitada por quinta noche consecutiva, algo le preocupaba, pero no sabía que, ya que su vida era de lo más normal.

Vio el reloj que colgaba sobre el pequeño escritorio de su habitación, 6:30 a.m. pronto tendría que despertarse para ir a la escuela, en treinta minutos más, así que decidió levantarse de una vez.

Reviso el calendario que posaba al lado de su cama, primero de abril, día de su cumpleaños, su mes de nacimiento era la razón por la cual le habían puesto ese nombre, ese día tendría que soportar la ridícula canción del feliz cumpleaños cantada por sus desafinados compañeros de clase, lo cual no le molestaba tanto como hacía parecer.

Ese día cumplía los trece años de edad, en realidad ya era toda una joven, aunque muchos la seguirían tratando como niña, por ejemplo, su madre.

Abril se vistió con el uniforme de su instituto, el cual solo tenía los colores gris y azul marino, una terrible combinación, luego cepillo su negro y largo cabello; observó el peculiar color de sus ojos, azul tono metálico, un color demasiado raro para su gusto, desde siempre Abril había ocultado ese tono de ojos con unos pupilentes cafés, lo cual la hacía parecer bastante normal, y eso le agradaba, nadie de sus compañeros de clase sabía que sus hermosos ojos cafés eran en realidad un pedazo de plástico sobre los reales, ni siquiera sus mejores amigas.

Luego de ocultar sus ojos sintió que algo jalaba la falda de su uniforme, volteó al suelo, era Findy, su gatita blanca de ojos azules, Abril miró el reloj, siete en punto, hora en que Findy normalmente la despertaba para que le diera de comer.

-¿Tienes hambre preciosa?- le preguntó Abril a su mascota —De acuerdo, dónde habré dejado tu comida- dijo mientras miraba a su alrededor en busca del alimento para gato —Allí esta- se acercó a la estantería donde dejaba los juguetes de su gata y tomó una bolsa de whiskas recién abierta el día anterior.

Le llenó el plato y siguió alistándose para ir al colegio.

Volvió a mirarse al espejo, se acomodó nuevamente el cabello y comenzó a maquillarse, siempre se ponía maquillaje para lucir más linda, pero muy poco para ser discreta y no verse exagerada.

Un poco de maquillaje en polvo, un poco de rímel en las pestañas, unas chapas en las mejillas y un labial rosa claro para los labios, para finalizar se peinó las cejas.

Entraba a clases a las 7:30 a.m. recién había entrado a la escuela secundaria  y se estaba adaptando a todos los cambios, que no eran muchos pero seguían siendo cambios.

Tomó su mochila color azul cielo y se la colgó en el hombro, posteriormente buscó su celular y lo guardó en uno de los bolsillos de su suéter.

Bajó  las escaleras de caracol y se encontró con su madre, la señora Anastasia Duncan, ella la esperaba frente a la puerta.

-Buenos días cariño- dijo ella -¿Ya te vas?

-Hola mamá, tengo que llegar a la escuela

-No has desayunado

-Descuida, no tengo hambre ahora

-¿Y tú almuerzo?

-Compraré algo en la cafetería, no te preocupes

-De acuerdo

Abril salió por la puerta, dejando preocupada a su madre por su falta de apetito, pues en la última semana apenas y comía.

Abril vivía en Nueva York, una ciudad peligrosa para quienes no la conocen, pero para ella, que había vivido toda su vida allí, no le era difícil caminar por esas calles.

Los juegos de Mohamed [Crónicas de Abril #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora