(Lancelot, En los juegos)
Lancelot corría en medio del bosque, se le dificultaba cada movimiento, todavía no se acostumbraba a sus piernas humanas, pero hacía lo posible por poder seguir adelante. Su objetivo ese día era solamente uno, encontrar un arma. Cada año, Mohamed dejaba diez armas en todo el lugar, una para cada competidor, pero obviamente, unas no eran encontradas, mientras que otras cayeron en manos de quien ya tenía. La sombra por el momento solo deseaba encontrar algo con qué defenderse, una espada, una pistola, tal vez algún tipo de veneno.
Con el paso de las horas fue perdiendo la paciencia, cada vez más estresado fue apresurando su andar hasta que comenzó tan rápido como pudo, pero no recordó que su cuerpo humano era débil, por lo que después de unos kilómetro cayó al suelo completamente exhausto, con la respiración entrecortada y sus pies adoloridos. Se recostó boca arriba, observando el cielo, confundido sobre el dolor que sentía, tan único y diferente al que había sentido en su vida como sombra.
Quedó tendido en el suelo mientras recuperaba el aliento, se sentó de repente, exaltado por el ruido que hacían las ramas al romperse, Lancelot creyó que se trataba de otro competidor, se sintió dichoso, pues sería el primero en matar a alguien, se acercó a los arbustos de donde venía el ruido, apartó unas ramas y cuál sería su sorpresa al comprobar de que no era nadie humano, sino, un enorme tigre de bengala buscando algo que cazar, este se volteó, mirando a Lancelot.
-¡Ah!- gritó del susto.
La antes sombra intentó huir, pero el tigre corrió a atacarlo, los movimientos de la fiera eran rápidos y precisos, en cambio, los de Lancelot eran sumamente descuidados.
El tigre alzó su pata, mostrando sus grandes y afiladas garras, golpeó a Lancelot, dejándole una herida grave en la espalda; éste cayó cerca de unos arbustos, extendió su mano para poder sujetarse de algo antes de que la bestia se lo llevara para el almuerzo, la mano llegó hasta una superficie metálica, algo puntiaguda, Lancelot sonrió al saber que ya había encontrado algo, lo tomó y con su mano temblorosa se volteó a atacar el tigre, el cual, al ver que el arma de su presa le hacía un leve rasguño en su cabeza salió corriendo, no sin antes voltearse para contemplar por última vez a su presa.
* * *
(Lana, En los juegos)
Sobre una rama se encontraba Lana, viendo desde las alturas y riéndose del encuentro de Lancelot con el tigre, reprimía sus carcajadas para que no la encontraran.
Ella, antes de los juegos, era la criatura de la naturaleza, una chica natural, de piel verde claro, vestidos en forma de pétalos de flores, una larga y espesa cabellera verde oscuro, con habilidades para hacer que las flores crezcan y los árboles den frutos. Ahora solo era una chica humana, de piel algo bronceada y cabello castaño.
Lana se había ocultado desde que los juegos comenzaron en la cima de los árboles, pues se sentía a salvo allí, aunque no estaba segura de que debía hacer, pues apenas unos días antes no sabía que existían esos juegos, ahora que estaba consciente de ello debía aprender a cómo sobrevivir antes de que algún otro participante la encontrara, o antes de que muriera por deshidratación.
Sentía la boca seca y todavía no encontraba agua, no soportaba esa sensación, en ese momento decidió encontrar a Abril, la niña humana, para que le enseñara a sobrevivir, el problema era que no sabía por dónde empezar.
Saltó hacia otra rama, luego otra, y así siguió hasta casi caer, pues por error pisó una rama muy frágil, la cual se rompió al instante, Lana pudo sostenerse del tronco antes de llegar al suelo, se sentó en el mismo tronco del que se sujetó, miró sus palmas, tenían rasguños y estaban llenas de sangre.
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Los juegos de Mohamed [Crónicas de Abril #1]
FantasíaAbril, una pequeña niña que crece como cualquier otra, todo normal, hasta que la verdad sale a la luz, descubre que su mundo es un horrible escenario de muerte, y pronto ella participará en el... en más de una ocasión. En un mundo donde todo es muer...