Capítulo 12

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Oscuridad

Como una nube gris que anunciaba un mal tiempo Èmile se apareció frente a mi fijando sus iris verdosos con una perturbadora sonrisa divertida que me causo cierta incomodida.

-¿Ustedes los periodistas siempre son tan... entrometidos? -Aquel se hallabá a escasos centímetros con las manos en los bolsillos y su cabello rubio lijeramente alborotado. -No deberías andar husmeando por acá.

Por un momento me sentí cohibida y estúpida por caer envuelta en el aura tan perturbadora que rodeaba al menor de los Ross. Incluso me ví incapaz de alejarme de su cercanía, nisiquiera cuando sentí su aliento a escasos centímetros de mi rostro, por el contrario alcé el menton y a pesar de tener una estatura más baja que la de él me impusé como siempre lo hacía en la universidad cuando buscaban amedrentarme por ser la más joven.

-¿Y ustedes los Ross, siempre son asi de oportunos?

Repliqué mordaz, deseaba demostrarle que no me intimidaba su gesto de superioridad ni su aura tan extraña. No obstante, el muy idiota curveó sus labios en una sonrisa más amplía.

-Facianni, eres más interesante de lo que Dominik cree.

El rubio me sujetó del mentón con una maestria y delicadeza que me dejó absorta en su mirada. Más aún al comprender el peso de sus palabras ¿acaso Dominik se interesaba realmente en mi? Por alguna razón aquello emocionó a mi fuero interno quien estallaba de emoción por esa información.

Me pérdi por un corto instante al recordar a Dominik y su sonrisa, por lo que no me fijé en como Émile poco a poco acortaba la distancia entre ambos y cuando me percaté de sus verdaderas intenciones sus labios descarados ya se paseaban por los míos en un roce que me erizó la piel.

-Me pregunto ¿Qué haría él si algo te sucediese? - Otro roce y me estremecí ante aquella pregunta, no se si era el pánico que me infundó el tono amenazante de su voz pero no pudé moverme. -Sería una lastima perder a tan hermosa y brillante señorita.

Como pude retrocedí horrorizada. No por Émile y su atrevemiento, no, La causa de mi temor fue un ser envuelto en un oscuro velo de sombras que posaba su huesuda y sangrienta mano sobre el hombro del menor de los Ross. Aquel enmarcaba una sonrisa cuya hilera de filosos dientes resplandecían peligrosos.

-Vaya Facianni... Eres muy persuasiva. Me agradas. -Un escalofrío subió por mi columna vertebral cuando esté volvió a acercarse, Émile estaba consciente de aquella cosa que lo acompañaba, eso me lo afirmaba su rostro divertido. -No búsques una muerte estúpida.

Dos pasos más hacía atrás y me ví acorralada pues para mi desgracia mi espalda chocó contra una pared. Era consciente de como todo mi cuerpo se sacudía sin control pero fue imposible controlarlo, sobre todo con aquella cosa aferrada a Émile que mantenia toda su atención en mí.

Ahogué un grito y desvié el rostro cuando el rubio llegó hasta mí, obligandome a cerrar los párpados para rogar internamente por ayuda.

-Aunque... Ten algo por seguro. - Se acercó peligrosamente a mi cuello, deslizando su nariz por toda la piel de ese lugar, inhaló y exhaló con pesades hasta que sentí su húmeda lengua recorriendo unos centímetros. - morirás, pequeña y temerosa Facciani.

Todo bajó mis pies perdió sólides y comenzó a tambalearse. Abrí los ojos dispuesta a apartarle y correr, pero para mi sorpresa él ya no estaba, como si todo aquello hubiese sido producto de mi imaginación. Fue allí que mis piernas cedieron a la gravedad y me dejé caer sobre la tierra, con un miedo tan profundo que no me moví ni un centimetro y sólo me dediqué a llorar.

Para cuando Saraí me encontró ya había calmado las constantes sacudidas de mi cuerpo y las lágrimas que bañaron mis mejillas se habían secado. Facilmente fingí estar indispuesta y di por finalizada aquella visita, para mi sorpresa Saraí era más intuitiva de lo que creí y no paro en indagar el porque estaba tan callada y pensativa.

"-Pero... Amelia, te veías muy pálida como si hubieses visto un fantasma."

Si Saraí supiera que lo que ví fue peor que un misero fantasma. Porque ¿Qué puede ser peor que un hombre tangible y con la disponibilidad de despacharte?

Un hombre capaz de haber asesinado a su propia hermana.

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