Cápitulo 2

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Bonne Nuit

»Paredes sombrías que
guardan oscuros secretos«


El tiempo había transcurrido tan rápido en aquellos días en los cuales finalizaba el otoño, que casi no me permite dejar todo en orden. La lijera brisa alboroto mis cabellos mientras guardaba las maletas en la parte trasera de aquel Mercedez, giré mi vista topandomé con un sonriente Richard que sujetaba con mucho cuidado a Sky. Estaba realmente agradecida pues mientras Ariadna llegaba de su viaje, él se había ofrecido a cuidar el departamento y a nuestro querido Sky, un gatito blanco que ha sido la mascota de Ariadna y mia desde hace 11 meses.

Aparte (y ya que mi obsoleto auto se hallaba en el taller) mi mejor amigo me presto su automovil, el lindo y sencillo Mercedez de color azul metalizado que tenía al frente, así podría ir y venir, sin tantas trabas ya sea por fallas mecanicas o por no poder encontrar transporte, un gesto bastante lindo de Richard. Nos regalamos una última sonrisa antes de arrancar el auto.

*****

El pueblo quedaba a unas 8 horas de la ciudad, Richard me mostró la ruta y me indicó el lugar al cuál debía llegar.

Cuanto más avanzaba lejos de los límites de la ciudad, la carretera se observaba cada vez más solitaria, solo algunas fábricas abandonadas y una que otra caseta se veían vagamente, aparte de uno que otro carro o camioneta que transitaban por allí. Sin duda eran parajes bastantes raros.

-Genial, me enviaron al quinto infierno. Seis horas de viaje y ni un puto rastro de ese lugar.- Comencé a refunfuñar hastiada de tanto polvo y carretera, abrí una lata de refresco de uva que había comprado en la gasolinera que dejé atrás hace media hora.

Estaba a punto de continuar maldiciendo mi suerte cuando, el verdor de los árboles empezaron a hacerse visibles a distancia y una camioneta algo vieja venía en dirección de aquella arboleada, en cuestión de minutos paso a un lado de mi cargando un montos de rosas blancas y una mayor cantidad de rosas grandes y rojas; las más hermosas que haya visto, sonrei un instante al ver que ya me acercaba, mientras me perdía en la espesura de altos y frondosos árboles.

******

Llegué en una hora a mi destino, en ese transcurso el paisaje se volvía más agradable, aunque la carretera de tierra había sido reemplazada por una de grava. El lugar era tal cuál lo describio Richard y Michael; "pintoresco y encantador". Me hallabá en la parte central del pueblo, donde usualmente llegan los turistas.

Hometown parecía un lugar común; niños jugando en la plaza principal y personas cordiales que transitaban con calma, parecían inmersos en una monótomia pacifica. Habían algunas casas bastante lindas y con apariencia colonial, los locales de edificicaciones sencillas ofrecían múltiples objetos y comidad de la localidad, resaltando entre ellos un local nocturno llamado "La Rosa" además de cinco posadas bien distribuidas. Tuve que preguntar por un tal "Capelli" Lo extraño, era haber percibido una mirada sospechosa por parte de cada persona a la cuál le preguntaba.

Estacioné cerca de un hombre regordete, trabajador de una posada llamada "Caliz". Acomodé mis lentes sobre el puente de la nariz, enfocando mejor mi visión.

-¿Con Capelli? ¿Esta segura?

-Si, me enviaron a su posada, le agradecería que me diera la dirección.- Mi voz era un tanto seca, deseaba descansar y ya me hartaba tanto misterio con ese tal Capelli. Pude ver al hombre de mirada café divagar antes de hablar.

-Bien, su posada está a cinco cuadras, vaya a la izquierda y la encontrara se llama "Bonne nuit"

-Okay, gracias. -Estaba a punto de arrancar cuando el hombre siguio hablando captando mi atención.

-Señorita cuidese, en ese lugar habita el demonio. Capelli no es bueno. - Lo último lo dijo a modo de susurro, solo atiné a sonreir.

-Descuide, así lo hare.

Y arranque antes de seguir escuchando tanta locura y estúpides. ¿El demonio? si claro.

El viejo ha de ser un ermitaño cascarrabias

Reí por lo bajo, mientras estacionaba y salía del Mercedez, para sacar mi maleta y el bolso donde estaba mi lapto. Cerré el capo y encendi la alarma del auto para dirigirme a la entrada.

La entrada de aquella posada estaba decorada por un arco de flores blancas y lilas muy bellas las cuales se arraigaban en la pared, ademas existía un caminillo con plantas a la orilla que le daban un toque silvestre encantador.

Al contrario que afuera el interior del lugar se hallaba sombrio, solitario y silencioso, no pude evitar mirar como una chica vestida de mucama aparecia en uno de los corredores sacando unas sabanas que goteaban una especie de liquido carmin, aquella se perdio en una puerta detrás de lo que parecía ser la cocina, por el sonido de los trastes.

Me detuvé estática, y lo extraño es que aquella mujer me ignoró por completo, notandose sumamente apurada. Mi curiosidad comenzo a crecer y justo cuando mis pies emprendían el camino hacía el rastro dejado una voz ronca se hizo escuchar a mis espaldas.

-Buenas tardes, ¿Qué desea?-. Me dí la vuelta quedando frente a un hombre alto, de contextura fornida, cabello negro y medianamente largo, con una barba en forma de candado, su mirada fria, podría intimidar a cualquiera, cacule que tendría unos 35 años.

-Buenas tardes, busco al señor Capelli, soy Amelia Faciani.- Aclare la garganta antes de hablarle, pues aquel frente a mi, tenia puesta su mirada en el lugar donde se había perdido la joven de hace instante.

-Sigame, su habitación está lista.- Hablo al darse la vuelta.

-¿Uh?.- No divage mucho en seguirle. Dí un ultimo vistazo hacía atrás, tendría que indagar pero quería una ducha y dormir con urgencia

Aquel hombre me ayudo con mi maleta, cuando caminabamos a través de un largo pasillo; por lo visto el lugar contaba con 15 habitaciones, nos detuvimos en la número 014. El hombre abrío la puerta y me entrego la llave, dispuesto a retirarse.

-¡Espere!

Aquel se giro a verme con una cara de pocos amigos.

-Quería hablar con el señor Capelli.

-Señorita Faciani, por ahora no tengo tiempo...-. Comenzo a caminar. -Descanse... La atenderé más tarde-.

Y así, se perdío dejandome en aquel pasillo bastante confusa e intrigada. Me introduje en mi habitación y al cerrar la puerta me apoyé en ella, no se en que momento pero una sonrisa se dibujo en mis labios.

-Vaya, vaya Facianni... A donde has venido a parar.

Mi fuero interno comenzaba a despertar curioso y ansioso no solo por Capelli sino por lo presenciado con aquella mucama.

Mentes OscurasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora