Confesión #13

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Confieso que lo extraño.

Cada parte de él, cada gesto, cada palabra, cada respiración suya en mi rostro, cada momento, cada beso, cada sonrisa, cada soplo de vida que me regaló, cada muestra de afecto, cada pedazo de corazón... ese que se llevó consigo.

Aún no comprendo por qué se esfumó tan precipitadamente y sin explicación. Éramos tan felices y de repente, todo se había desvanecido.

Hoy no sé vivir sin él. Hoy mis noches solitarias son eso y nada más. Intento distraerme, pero su recuerdo ataca cuando más desprevenida me hallo y empiezo a llorar.

Sin embargo, si algo bueno ha traído todo esto es que me he acercado más a mi madre estos días. No la recordaba como eso, una madre. Para sorpresa mía, las charlas con ella se han multiplicado y todo parece indicar que hemos iniciado un proceso para reconstruir ese lazo que nunca se debió romper.

La vida te quita y la vida te da.

Ay, la vida.

La vida es una puta.

Pero una puta con la que hay que aprender bailar.

Una puta que no acepta dinero como forma de pago; sino hechos, esfuerzos, sacrificios.

Una puta despiadada a veces, pero condescendiente en otras ocasiones.

Una puta que me ha dejado en la lona.

Y una puta a la que acabaré follándome.

O dejo de llamarme Abril.

Confesiones de AbrilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora