Confesión #12

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Confieso que estos últimos días que han transcurrido han sido los peores que he tenido en mi vida.

Todo empezó hace unas semanas. Él ya no era el mismo de antes. Se mostraba distante, menos cariñoso, más ausente. Como si en realidad no estuviera conmigo. Sin embargo, supe sobrellevar eso. Es normal, pensé.

Pero hace unos días la bomba estalló. Estábamos él y yo tumbados en mi cama. Eran aproximadamente las nueve de la noche y yacíamos ahí, acurrucados como dos metales que se funden por el calor.

Fue en ese momento cuando intempestivamente me sorprendió con sus palabras.

— Me tengo que ir.

Esa frase retumbó en mi habitación con más fuerza que una canción de heavy metal a máximo volumen. Eran apenas las nueve. Le quedaban tres horas más para acompañarme y para hacerme menos infeliz de lo que era. No entendía nada.

— ¿Y eso por qué?

— Tú sabes la razón. Quizá te estás sintiendo mejor...

— ¿De qué hablas?

— ¡Sabes perfectamente de lo que hablo! —exclamó, levantándose de golpe.

Entonces lo vi poniéndose los zapatos y mirándome como nunca antes lo había hecho. No sabría descifrar hasta hoy qué era lo que había en sus ojos. Quizá una mezcla de fuego con melancolía, pero supe de inmediato que al día siguiente no iba a regresar.

— ¿Vas a dejarme sola aquí?

— Sí. Pero no te pongas triste, Abril. Míralo por el lado positivo. Podrás empezar una nueva vida...

— ¡No quiero una nueva vida si no es contigo!

— Esto iba a pasar tarde o temprano.

Y sin esperar una respuesta de mi parte, colocó un CD en el equipo de sonido y reprodujo una canción.

— Nunca te olvides de mí.

— Vuelve, por favor —le supliqué, entre lágrimas.

— Que te vaya bien.

— No te vayas —continué sollozando.

— Te amo, Abril. Fuiste más de lo que esperaba y de lo que merecía. Y no te olvides de tomar tus pastillas, ¿sí?

Y sin más, se marchó sin dejar rastro mientras que yo me cubría la cara con mi almohada para ahogar el llanto.

De fondo, Pablo López cantaba La dobleuve.

Sí, había mucha verdad en esa canción. A veces lo que se va no vuelve.

No vuelve.

Confesiones de AbrilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora