Capítulo 3: El Doctor - Parte 01

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— ¡Qué día más hermoso! El sol brilla, las risas inundan las calles, y tengo a mi dulce princesa aquí, acompañándome —Rumpel sonreía como un niño en una juguetería. El sol le sacaba destellos castaños en el pelo al acariciar su cabellera, y su mirada se veía dulce mientras me observaba.


A pesar de eso, no pude evitar gruñir ante el optimismo de Rumpel.


— Te acompaño porque a los dos nos toca hacer recados —le recordé, frunciéndole el ceño. De no ser por eso, yo habría continuado barriendo en la Marchen.


Las mejillas de Rumpel se tornaron rosadas y dijo:


— Eso es porque todos creen que hacemos una pareja maravillosa —su forma de decir "pareja" daba a entender que se refería al ámbito sentimental, y no laboral.


— Querrás decir porque somos compañeros —le corregí.


— Compañeros, una pareja... —Rumpel le restó importancia con un gesto de la mano— Podría ser exactamente lo mismo.


La mitad de las veces Rumpel dice algo profundo, pero luego suelta cosas como esa. Es como si tuviese dos personalidades.


— No, no es lo mismo ni por asomo —dije en tono resignado mientras caminaba a su lado.


Saqué la lista de mi bolsillo y miré las cosas que necesitábamos comprar. Más de la mitad ya las habíamos conseguido, por lo que calculaba que no tardaríamos más de una hora y pico en regresar a la Marchen. Con suerte, puede que incluso menos. Desvié mis ojos hacia las bolsas que cargaba Rumpel. El chico se había negado a dejarme llevar ninguna de ella, insistiendo en que sería incorrecto forzarme a coger peso.


Eso me deja a mí con el deber de comprobar la lista. Reconozco que esta tarea es mucho más relajada que lo que tengo que hacer diariamente en la Marchen.


— Está bien, ahora tenemos que buscar las medicinas generales que Annice necesitaba —anuncié, enseñándole la lista por si quería comprobarlo él mismo.


— ¡Mi área de especialización! —los ojos de Rumpel brillaron de emoción— No temas, mi dulce princesa. Encontraré todo lo que necesitamos.


— Ya tenemos una lista —dije, entornando mis párpados ligeramente. Sabíamos los nombres de las plantas que Annice necesitaba, y también conocíamos el local donde conseguirlas. No era necesario que Rumpel usase su súper sentido del doctor amnésico para detectar nada más.


Sin embargo, Rumpel no me hizo caso. Se puso a tararear con entusiasmo mientras continuábamos nuestra ruta. Lo cierto es que no estaba segura de si me había oído hablar antes o no.


Finalmente llegamos a la pequeña tienda de medicinas que había en el centro de la plaza. Olía a lavanda y a otras flores, algunas conocidas y otras desconocidas para mí. Era un sitio muy agradable para ir, al menos eso pensaba tras haber visitado otras tiendas durante estos días.

~Cinderella Phenomenon~ Ruta de RumpelWhere stories live. Discover now