AMIGOS

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Domingo, dos semanas después... El teléfono sonó a las 9 a.m y antes del segundo timbrazo, Rin saludó a su Sensei.

"Cómo sabías que era yo pequeña?"
"Solo usted tiene este teléfono!"
"Pequeña, Izayoi y yo queremos que vengas almorzar con nosotros!"
"Pero Sensei…!"
"Nada de excusas señorita, a eso de las 11.30 mandaré alguien, piso 10 cierto?"
"Si señor, está seguro?"
"Claro, hasta más tarde!"
"Esta bien!"

Rin puso el teléfono sintiéndose feliz, ya no seria otro domingo sola frente al televisor pensando en Sesshoumaru. Ni siquiera consideró la posibilidad de verlo en casa de sus padres, podía imaginarlo besándose con Kagura entre sábanas.

"Que me importa ese mentiroso y su zorra novia, almorzaré con el Sensei!"

Saltando de la cama, se metió a la ducha luego buscó algo lindo que ponerse. Escogió un vestido fresco que la hacia verse súper femenina y delicada. Rin no había terminado de acomodarse en la silla de la terraza, cuando Sesshoumaru apareció por la puerta luciendo absolutamente impecable y más bello que nunca. No se habían visto desde el día que le ofreció disculpas por lo que Rin sintió el piso desmoronarse a sus pies.
Al verla sentada, luciendo como una muñeca a la que había que comerse a besos, Sesshoumaru agradeció haber acudido a Izayoi por ayuda y así convencer a su padre que merecía una oportunidad para enmendar su error. En el acto, Rin supo que la invitación había sido una trampa, pero no pudo enojarse con su Sensei. Estaba tan feliz de verlo, que sentía como si el corazón fuera a salírsele del pecho.

"Hijo que bueno que viniste, no pudiste escoger mejor día!"

Inutashio le picó el ojo a su tesoro con una sonrisa irresistible y como una muñeca se sonrojó ligeramente, sin atreverse a mirar a Sesshoumaru. Cuando se sentó junto a ella, lo miró fugazmente tratando de esconder una sonrisa involuntaria. En ese instante, se dio cuenta que sacarse del corazón alguien tan sexy y atractivo como Sesshoumaru era tarea difícil. Mucho más cuando lo veía a diario. Frente a ellos, Izayoi sonrió dándose el gusto de admirarlos como si fueran una pareja.

La fiera se sentía desprotegida, en el sentido que no podía ser hostil en casa de su amado Sensei; aún así estaba decidida a disfrutar el día disimulando su enamoramiento. Teniéndola tan cerca, Sesshoumaru no pudo evitar admirarla y disfrutar su delicioso perfume. Fue tanta la insistencia masculina, que ella se volteó ocultando su emoción bajo un manto de suavizada hostilidad.

"Pasa algo?"
"No!"
"Entonces?"
"Entonces que?"
"Mira para otro lado"
"Es un país libre, miro para donde yo quiera!"

Rin bajó la mirada soltando una risita, si quería sacarlo de su vida, tendría que renunciar y eso no estaba en su lista de cosas por hacer. Ni loca iba dejar a su trabajo o amado Sensei, por lo que le tocaba lidiar con el hecho que seguía enamorada de Sesshoumaru a pesar de todo.
Mientras Inutashio les preparaba algo de tomar, Izayoi se le acercó y abrazándolo por la cintura, se pusieron a cuchichear como niños.

"Amor viste lo bien que se ven juntos?"
"Se ve todavía mas linda con ese galán a su lado, pero no le perdonaré si la vuelve a tratar mal!"
"No lo hará!"
"Mas le vale!"

Izayoi siguió pegada a su esposo pero algo pensativa, en ese momento decidió tener una conversación a solas con Rin, para averiguar que sentía por su hijastro. Aunque sabía por Inutaisho lo que había pasado entre ellos, quería tener la versión de Rin.
Mientras esperaban por sus bebidas, Rin se relajó y poniendo a un lado su orgullo, le preguntó si esa mansión había sido su casa mientras crecía. Al contemplar el enorme terreno lleno de árboles y flores, la imagen de Sesshoumaru como un niño rubio y silencioso la suavizó lo suficiente para hablar con él. Sin perder el tiempo, Sesshoumaru le contestó volcando toda su atención hacia ella.

LEYES DE AMOR.  SESSHOMARU Y RINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora