LEYES DE AMOR. SESSHOMARU Y RIN

VIEJOS AMIGOS

De regreso en Tokio… No habían tenido mucho tiempo de verse a su regreso de Okinawa, pero Sesshoumaru se había asegurado de hacerle ver a Rin que estaba interesado en ella, con palabras amables, llamadas y sonrisas furtivas. Ahora iban en el jet rumbo hacia Yokohama para un viaje de dos días, a pedido de Sesshoumaru, su padre había alegado que necesitaba quedarse en Tokio para atender algunos asuntos y así darles privacidad. Estaba emocionado con la idea de Rin y su hijo formando una pareja y cualquier ayuda que le pudiera dar a su amado hijo, estaba feliz de dársela.
Viéndolo a escondidas, Rin se dio cuenta que estaba emocionada en serio con Sesshoumaru, todo el tiempo desde que habían regresado de Okinawa, pensaba en él pero tratando de no irse de bruces. No podía evitar sentirse atraída, porque era como si se le metiera bajo la piel muy lentamente, derribando las barreras que con tanto ahínco ella había construido alrededor de su corazón. Aunque no esperaba gran cosa, tenía la esperanza de poder cenar con él después de un día lleno de reuniones. Estaban fuera de Tokio ellos dos solos y el recuerdo de Okinawa estaba muy fresco. Una vez que tuvo los documentos firmados, se despidió de todos cordialmente y salió del salón. Diez minutos más tarde, Sesshoumaru se reunió con ella para tomar juntos un taxi de regreso al hotel.

"La reunión fue un éxito gracias!"
"Por nada, su padre estará feliz con los términos que logró!"
"Rin estamos solos, no seas tan formal!"

Rin hizo una media mueca, aunque estaba súper emocionada con él no se atrevía a bajar la guardia por completo por miedo a una desilusión y siempre trataba de mantener la distancia. Aunque no había sido más que unos cuantos besos y caricias inocentes pero sugestivas, el fin de semana en Okinawa, era inolvidable. Sin embargo, tenia muy claro que si algo salía mal, la única en salir perdiendo iba ser ella, por involucrarse con el hijo del jefe. Acostumbrado al hermetismo femenino, Sesshoumaru le preguntó si le gustaría cenar con él esa noche.

"Si, me encantaría!"

En ese momento llegó el taxi y Sesshoumaru sostuvo la puerta para que ella subiera. De camino al hotel, Rin le comentó distraída, que le gustaría regresar a esa ciudad pero en calidad de turista. Tomándola de la mano con suavidad, Sesshoumaru le dijo que quizás podrían hacerlo juntos.
Ella se petrificó en el acto, y como siempre que se ponía nerviosa, se mordió el labio del lado izquierdo y no dijo nada, solo sonrió y desvió la mirada. Una vez en el lobby del hotel, el encargado de turno le entregó varios mensajes a Sesshoumaru y solo uno a Rin. Era de la única persona que se preocupaba por ella, Inutashio. Al leer el papel Rin sonrió sin darse cuenta que Sesshoumaru la miraba de reojo.

"El mensaje es de mi padre verdad?"
"Si, como lo supiste?"
"Se preocupa mucho por ti!"
"Lo sé, es el único!"

Rin se encaminó hacia el ascensor para ir a refrescarse, tenía mariposas en la panza de pensar que cenaría con Sesshoumaru, pero su ilusión duró poco. Sesshoumaru se quedó rezagado leyendo los mensajes, cuando de pronto escuchó una voz conocida llamarlo por su nombre. Al voltearse se llevó una sorpresa, era Kagura, una amiga por la que siempre había sentido atracción, pero por distintas circunstancias, nunca había podido seducir. El saludo fue tan efusivo que llegó a oídos de Rin que estaba por subir al ascensor. Con el alma en vilo, los vio abrazarse demostrando que no eran solo amigos. Kagura era hermosa, elegante y se notaba que como él, provenía de cuna de oro. Jamás lo había visto tan efusivo y su corazón se rompió al ver como ella lo tomaba del brazo y se dirigían al bar. Incapaz de controlarse, caminó y a escondidas los observó conversando. Kagura estaba prácticamente sentada en el regazo de Sesshoumaru, y para él no parecía haber nadie más alrededor.
Dando un suspiro, aferró sus cosas y se fue a su habitación, perfectamente consciente de que no habría cena ni hoy ni nunca. Verlo con aquella mujer le había pulverizado el corazón y las ilusiones, dejándole en claro que no debía emocionarse con el hijo del jefe.