Sinopsis

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Miraba las manecillas del reloj que se encontraba colgado en la pared blanca, indicaban las 13:58. Sonreí de lado y volví a mirar hacia el pizarrón, la profesora explicaba la fiesta de graduación.

─Este año, yo seré la encargada, quiero que me den sus propuestas...─tenía sus dos manos juntas haciendo un puño con ellas─. La otra semana tendré una reunión con los padres y tratare de ajustar todos los preparativos para la comodidad de los adultos y la de ustedes ¿entendido?- todos asentimos, la Sra. Quivera se movió a paso lento a su escritorio, acomodo sus papeles y dijo─. Nos vemos mañana. ─esa frase era la más hermosa que escuchaba al final de cada día de clases.

Todos mis compañeros se movían con rapidez, tomando sus cosas de las mesas y metiéndolos a la brava a sus mochilas.

Bueno yo también hacia lo mismo.

Salí del aula, perdiéndome entre los estudiantes del instituto, camine por los largos pasillos con esperanzas de llegar a la luz de mi libertad... la puerta de la entrada abierta. Es difícil lograrlo cuando toda la manada va al mismo lugar. Trataba de caminar lo más rápido posible, segura de que Alejandra ya me esperaba en la puerta para irnos juntas andando. Con el tiempo aprendí a meterme entre espacios realmente reducidos y salir invita, siendo esa mi táctica para llegar rápido y sin necesidad de ser bruta.

Cuando por fin salí, ahí se encontraban mis dos mejores amigas. Alejandra y Bertha, chismorreando como siempre, con las manos al aire hicieron señas para que me acercara. Tome con firmeza mi mochila y a saltos torpes llegue.

─¿Qué tal?─ preguntó Bertha, enrollando un mechón dorado en su dedo índice.

─ Cansada─ respondí ya agachada tratando de abrochar bien mis agujetas para no enredarme entre ellas y caer.

─Que horrible maña la tuya de morderte la lengua cuando estás haciendo cualquier cosa.─ fruncí el ceño, le eche una mirada amenazadora a la rubia dueña del comentario.

─Bertha no la molestes. Charlotte te saldrán muchas arrugas si haces tantas expresiones.─ se refería a mi reacción reflejada en gestos.

La lujosa camioneta del padre de Bertha se estaciono frente a nosotras, el Sr. Parada sonó el claxon con la intención de atraer la atención de los demás para que apreciaran su nueva adquisición, una personalidad muy descriptiva de todos los Parada. Bertha se asustó un poco por el fuerte sonido─ como todos─ nos dio un beso en la mejilla y se fue moviendo todo el cuerpo. La camioneta se perdió en la entre los otros autos y arremede la "pasarela" de Bertha exagerando un poco y cuando ya sentí que mi cadera estaba a punto de dislocarse deje de hacerlo.

Ser una diva es difícil. Es como hacer belly dance caminando y tratando de lucir glamurosa.

─Ven vamos.─ Alejandra jaloneo la manga de mi camisa todavía riéndose de mi mala actuación y poca coordinación.

─Moriré del hambre y cansancio.

En veces odiaba regresar andando, y no solo por mi estado físico, el clima era un bipolar, algunos días podría estar agradable y otros el potente y sofocado calor que me hacía alucinar.

El trayecto comenzó con Alejandra comentando lo emocionada que estaba por visitar a sus tíos de Bosnia y siguió con mis bromas malas y con poco sentido, las cuales hacían llorar a Alejandra. A la mitad del trayecto pasamos por un restaurante donde había unos tipos sentados en las mesas de afuera y estos no despegaron sus ojos de Alejandra. Siempre era lo mismo, unos se quedaban lelos por el atractivo físico de Bertha y otros fascinados con la confianza y carisma que radiaba Alejandra.

¿Ella?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora