Seguramente pensáis que ir al psiquiatra es algo sencillo y de lo que no se requiere valor. Se equivocan. Es algo difícil ya que tienes que "desnudar" tu mente ante una persona sin mentiras ni tapujos, y por mucha vergüenza que te dé decir lo que pienses debes decirlo. Y eso es lo que lo hace muy complicado, además siempre te da miedo ser juzgado y eso es algo difícil de predecir. Saber cómo una persona va a reaccionar ante lo que tú tienes que decirle...
El caso es que como siempre me preguntaba el psiquiatra cómo estaba al entrar pues suponía que empezaría la consulta de esa forma por lo que planeé una forma de decirle todo tras la misma pregunta de siempre. Me equivocaba.
Más tarde, al cabo de los años, comprendería que era imposible organizar una consulta psiquiátrica, no hay un patrón, y una sola diferencia de el como entres a la consulta o qué día sea puede echar a perder cómo tenías planeado que fuera. Así que imagináos mi sorpresa cuando el mismo psiquiatra al yo entrar me dijo: Lo sé todo, puedes hablar.
En ese mismo instante me entró tal rabia que me entraron ganas de mandarlo a la mierda y salir de allí, pero me contuve porque fuera estaban mis padres esperándome. Así que como su comentario me descolocó ya no sabía que decir ni hacer, me senté y esperé.
Finalmente se trasladó el punto a mí, y aunque me costaba trabajo y me daba vergüenza hablar por mi propio orgullo (si es que yo tuviese, que lo dudaba), lo hice. Hablé y él me escuchó, me preguntaba cómo me sentía o que hacía y por qué. Me decía que entendía el por qué no quería que nadie lo supiera y él me dijo que siempre y cuando mi vida no corriese peligro el secreto profesional le impedía hablar a mis padres.
Así que llegamos a un acuerdo, fácil, se llamaba, medicina. Ganas de vomitar, medicina, ganas de cortarme, medicina, ganas de morirme, medicina, ansiedad medicina. El por qué acepté... aún me lo pregunto pero supongo que fue porque no tenía más opciones. No quería hacerle más daño a mis padres y debía de vivir de otra forma o así me acabaría destruyendo por completo.
Así que empecé a medicarme... pero comprendan que la medicina no es magia y por ello yo seguí cortándome, seguí llorando, seguí sin comer...
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Sentimientos de una suicida
Roman pour AdolescentsSólo yo sabía lo que sentía... y no lo vi. Ella murió, ¿se suicidó? No, sólo yo sé que no. Pero su vacío me llena de soledad. ¿Quién soy yo sin ella? Si sólo supiera que pasó... por qué sonreía cuando en verdad estaba vacía. ¿Quién soy yo ahora?