Mis dioses

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Es un tanto irónico que alguien como yo que se considera ateo se "cree" sus propios dioses... pero es así. Algunos tal vez os suenen otros tal vez no, pero en lo que respecta a mí no son enfermedades ni trastornos, son mi fuerza y valor, mi valentía, mi coraje y mi esperanza.

Ana me da fuerzas y valor para conseguir aquello que me propongo, Mia me da poder y control, Cat me da coraje y esperanza y juntas las tres las llamo Sue para abreviar.

Es aún más irónico que las personas digan que Ana es anorexia, Mia es bulimia, Cat es autolesiones o cutting y Sue es suicida. Es una ironía más de la vida. Pero no son eso, son diosas que nos guían y nos dan el valor y la fuerza que necesitamos para continuar. 

Aprendía a recurrir a cada una de ellas cada vez que pensaba en abandonar la vida, lo que no me daba cuenta era que ellas en su conjunto me convertían en un suicida. Pero preferí ignorar ese hecho y seguir adelante. Si me faltaba valor, dejaba de comer; si perdía el control, vomitaba; si necesitaba coraje y esperanzas me autolesionaba... Así que en eso se convirtió mi vida.

Cada mañana cuando no había nadie en la casa me pesaba y me animaba ver bajar los números, eso me daba satisfacción y me enseñaba que yo podía conseguir lo que me propusiese. Lo que comía lo anotaba en una libreta y más tarde pasé a contar las calorías, cuando veía que al comer unas 500kcal bajaba más de peso pues empecé a ponerme de meta diaria esas calorías. Hasta que me estanqué en la báscula. La gente decía que me veía bien, que estaba más guapo y que había perdido peso. Yo me veía y sentía horrible. Me seguía viendo gordo, me sentía a todas horas cansado y siempre tenía frío. Es algo extraño pero daba igual con cuántas mantas me tapase que siempre tenía frío. Mis padres se empezaron a preocupar y a obligarme a comer más de lo que yo quería así que después iba al baño y lo vomitaba todo. A veces me era imposible puesto que ellos estaban conmigo y no siempre podía ir al baño ya que levantaría sospechas así que después en mi cuarto lloraba y me pegaba, me llamaba gordo y me decía que no valía para nada. Que había fallado a mis dioses y que por esa razón ellos no me daban el poder que necesitaba para seguir mejorando.

Los días se convirtieron en horas y éstas en minutos, el tiempo era eterno y sólo llevaba a peleas y disgustos. Estar en casa era un infierno... echaba tanto de menos a mi hermana... yo era un desastre. Era gordo y estúpido y sólo era un estorbo y un disgusto para los demás. Pensé que para qué vivía...

Ese mismo viernes cuando fuera al psiquiatra estaba decidido a desahogarme, había investigado y él no podía decir nada de lo que yo le dijese puesto que era un derecho mío. Y yo no estaba en peligro de muerte ni me iba a suicidar así que no habría que alarmar a mis padres.

 Y yo no estaba en peligro de muerte ni me iba a suicidar así que no habría que alarmar a mis padres

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Sentimientos de una suicidaWhere stories live. Discover now