Mi propio asesinato

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Se habla de suicidio cuando terminas con tu propia vida pero... hasta qué punto eso es un suicidio y no un asesinato? No te mataste tú mismo, te mató la depresión. Pero para entendernos hablaré de suicidio... 

Hay muchas formas de intentar suicidarse, pero muy pocas de lograrlo. Dicen que es la vía fácil el suicidio pero desde mi propia experiencia sé que se equivocan. Si te paras a pensar en los demás, o te proyectas en la piel de los que dejas atrás se hace duro intentar suicidarte pero a veces piensas que no tienes otra opción, que sólo es eso lo que te salvará y que tu alma descansará tranquila. Es una ironía que a las personas que mueren por una enfermedad se les diga Descanse En Paz (D.E.P.) mientras que a las personas que se suicidan se les critica y se les llama gilipollas... Es una de esas tantas ironías que hay en la vida y que hay que conformarse con ellas.

Si bien es fácil suicidarse es muy difícil tomar la decisión. Yo quería pedir perdón a mis padres por lo que iba a hacer pero no podía decírselo porque me detendrían. También quería decirle que por qué lo hacía y me sentía terriblemente mal el dejarles ese vacío abierto para que se pregunten el resto de su vida que por qué lo hice. Así que aunque consideraba un cliché dejar escrita una nota de suicidio lo hice. 

Quiero decir que escribir una nota de suicidio es algo muy duro y terriblemente doloroso. El que tú decidas morirte y dejar que sufran los demás es algo muy duro. Por eso, no es tan fácil escribir, porque no quieres hacerles más daño pero tampoco quieres dejarles esa duda de si hubieran podido hacer algo más.

Llorar no es suficiente cuando piensas en dejar a todos, cuando quieres descargar tu ira en esa carta pero no puedes porque tienes que seguir pensando en el otro... y lo irónico que el acto suicida en sí sólo es pensar en uno mismo. 

Quería dejar escrito a esas personas que me hicieron terrible daño en mi vida pero no lo hice porque no le quería cargar con mi muerte ni arruinarles la vida. A pesar de todo había aún un ápice de bondad en mi corazón. 

Sólo le acabé escribiendo a mi madre, y no pedía perdón porque no quería que me perdonara, quería que me odiase y que así ella pudiese seguir viviendo su vida. Que descargase la rabia en contra mía y que ella fuese libre de esa rabia.

Lloré escribiendo esa carta lo que no había llorado en mi vida, pero no me arrepiento de haber dejado algo escrito antes de intentar suicidarme. Ella se merecía ese sacrificio mío y mucho más. 

No merecía que yo le arruinase la vida así que también le decía que no dejara que nunca nadie le quitase el derecho a ser feliz y que ningún hombre o mujer le rompiese la vida. Porque entonces significaba que esa persona no merecía en absoluto la pena.

Así que cuando ya estaba todo escrito y dicho tomé una caja de pastillas y en la noche esperé a que se acercase mi muerte. Dejé la nota escondida en mi mano cerrada y tapada con la sábana. Así que aquí y así acabaría mi vida. Era triste pero ya no había vuelta atrás.


Mi vida no se acabó ese día, tampoco los siguientes días a esos. Quería reencontrarme con Aylin allá donde ella estuviera. Pero eso no ocurrió.

La noche la pasé medio despierto medio inconsciente. Creía que había entrado en una especie de coma y que después moriría. Nada me importaba porque estaba medio drogado. Así que cuando mi madre me encontró lo escuché todo. Oí la desesperación en ella, escuchaba lo que decía y si lloraba o no lo hacía. Quería hablar y decirle que lo sentía pero que no podía ser de otra forma, que debía de encontrarme con mi hermana, que yo sin ella no era nada. Deseaba que encontrase la nota y que así comprendiera. Lo que no supuse es que la nota la rompería más. En silencio deseaba que no llorase y que yo me muriese ya. Que cuando llegase la ambulancia le dijesen que no había solución y que esperase mi muerte... pero no fue así. Me llevaron a la ambulancia y yo lo seguía escuchando todo, me intentaban despertar y yo pensaba que se fueran a la mierda y que me dejasen morir en paz. Debo decir que estaba tan drogado que no me daba cuenta lo absurdo de mis pensamientos. El médico que iba en la ambulancia dijo que en verdad estaba así medio dormida medio despierta porque era lo que yo quería, que en verdad no me pasaba nada y que era algo conversivo. Después de muchos pellizcos y golpes me desperté del todo en la ambulancia. No podía hablar y era asqueroso saber lo que pensaba la gente. 

Decidí que lo mejor tanto para mi madre como para mí para evitar preguntas y demás era decir que no recordaba nada y que era todo muy confuso y que sólo recordaba quedarme dormido. En verdad esa mentira fue dura porque tenía que ver la cara de los demás sabiendo lo que pensaban o sentían...

Me llevé tres días sin poder mirar a la cara de mi madre, me sentía tan avergonzado y mal que no merecía mirarle. Era horrible, y mi mundo se acabó de dar completamente la vuelta...

Sentimientos de una suicidaWhere stories live. Discover now