CAPITULO 1 Los Lunes

102 15 8
                                    



Son las 5:30 de la mañana, suena el despertador, lo apago y me vuelvo a dormir.

Después de sonar 4 veces más, me despierto, son las 6:15, llego tarde seguro, tengo que desayunar mis dos tostadas con Philadelphia y mi café descafeinado con stevia, me tengo que duchar y elegir la ropa que me voy a poner para un día duro en la oficina.

Lo sabía, salgo tardísimo de casa, tengo que coger el metro de las 7:13 y son las 7:09 lo voy a perder. Lo perdí.

Espero 8 minutos al siguiente, como no, no soy la única a la que le ha pasado lo mismo y a consecuencia de ello el metro va lleno, parecemos sardinas en lata, ¡qué horror! Mientras voy en el metro voy pensando, por favor que no se pare el metro que como lo haga llego tarde. Por cierto, no os he contado que trabajo en el centro de la ciudad y tengo unos 20 minutos de trayecto más 5 a pie para llegar a la oficina, por lo que si se para el metro llego tarde.

Bueno pues hoy es lunes y parece que el conductor del metro esta igual de perezoso que yo y no se a cuento de que ha parado 5 minutos en un túnel, ¡yuju!

Es increíble, ha sido pararse y todo el mundo ha sacado los teléfonos móviles, supongo que para publicarlo en twitter o avisar al trabajo. Yo en cambio, paso y me pongo a jugar al candy crush, la verdad que es más entretenido que ver cómo la gente retwitea "llego tarde"; " empezando la semana, se ha parado el metro" y cientos de emoticonos.

Por fin he llegado, salgo del metro y no encuentro la cartera para pasar la tarjeta, me vuelvo histérica y al final, después de sacar todo del bolso, ahí está, menos mal que llevo bolsos pequeños que si los llego a llevar grandes que sería de mí.

¡Aire fresco! qué bien se está en la calle después de 25 minutos metida en un vagón lleno de gente, me enciendo un cigarro y voy camino al trabajo, pero antes me paso por el kiosko y me compro una revista de moda, las de cotilleo no me van mucho. Voy echándole un ojo a todos los looks que sacan las blogger y pienso ¡ay mira! qué bonito eso, esta tarde igual me paso por el centro comercial y me compro algún trapillo. Mentira, nunca voy.

Entro en la oficina, saludo a mis compañeros, enciendo el ordenador y mientras, hablo con mi compañera de lo que he hecho el finde.

En mi mesa tengo un portátil, una pantalla plana grande, un teléfono y miles de hojas. No tengo ningún adorno, en cambio mi compañera tiene la mesa llena de tiestos con flores.

Nos vamos al office y nos tomamos un café mientras intentamos arreglar el mundo o mientras hablamos de lo chulo que le ha quedado el bolso que se ha hecho de ganchillo, que por cierto no os hacéis una idea lo bonitos que son.

Volvemos a la mesa y empezamos a trabajar, no para de sonar el teléfono y yo solo pienso en cuando dan las 9:40 para enviarle un correo a la secretaria y bajarnos juntas a echarnos un cigarro.

Bajamos y empezamos hablar sobre lo que nos gustaría hacer, irnos de vacaciones, cambiar de vida radical etc. subimos arriba de nuevo y seguimos.

A las 11 mi jefa me suele llamar para bajar a tomar un café, solemos ir a un bar que está al lado, ella siempre pide un cortado descafeinado y yo un café descafeinado de sobre con sacarina, mmmm que bien entra.

Mientras, me comenta algo que me deja loca, me dice que ha visto al director de calidad con la secretaria en actitud cariñosa y no sé por qué pero esa sospecha la tenía desde hacía tiempo, más de una vez, les he visto mirándose y sonriendo ambos como dos niños mirando un escaparate de caramelos, pero no le había dado importancia, ella está casada con dos hijos y él tiene 3, no me había parado a pensar que mis sospechas fueran ciertas.

DE LA OFICINA A CASADonde viven las historias. Descúbrelo ahora