Un protector

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Una fuerte punsada de dolor en mi pierna me despierta.
Abro los ojos un par de veces y los vuelvo a cerrar.

—Mierda— me siento de golpe en la orilla de aquella acojedora cama.

Observo a mi alrededor y no, no es mi habitación, ni mi casa.

Muebles de fina madera adornan el lugar. Sabanas rojas de seda cubren la amplia cama dónde estoy. Un gris muy claro predomina en las paredes de la habitación. Todo es tan rustico y elegante.

—James— es en lo primero que pienso.
Intento ponerme de pie, pero de inmediato caigo al piso.

—¿Morrigan?— por debajo de la cama, observo como la puerta se abre de golpe, y me permite ver las botas negras militares de James.— no sabes quedarte quieta, joder.

Me toma entre sus brazos y como papel me devuelve a la cama.

—¿Qué hago aquí?— me limito a observarlo, pero él no hace lo mismo.

—¿Ya no lo recuerdas?.

—¿Recordar qué?— me observa y veo sus ojos brillar con alivio.

—Pense qué sería más difícil— musita y se levanta de la cama— ire por tu desayuno.

Asiento pensativa y me tiro nuevamente en la cama envolviendome como un felino en las suaves sábanas. El ataque. Lo recuerdo. Lo recuerdo todo.

Estoy yo en el bosque, tirada por culpa de un tropezón, veo sus ojos negros como la noche, y peligrosos como un cuchillo con filo nuevo. Mi brazo. Aquella bestia ataco mi brazo, pero algo lo detuvo, una sombra fue lo único que percate, luego, una bestia siendo atacada por él, por James.

Justo antes de poder hacer algún movimiento, se introduce en la habitación con una charola plateada entre sus tersas manos.

—El ataque— lo tomo desprevenido y su expresión se pudre— lo recuerdo, tú.... Tú me defendiste.

Un silencio filoso domina en la habitación.

—Come algo, hablaremos de ello más tarde— examino lo tenso que esta y debo admitir que asusta.

Busco profundamente eso llamado valor, para negarme a su petición.

—No— niego firme— quiero saberlo ahora.

Gira sobre sus talones inmediatamente y en un par de largas sancadas esta frente a mi ignorando el termino: espacio personal.

—Come algo— profiere entre pausas. Ambos nos observamos fijamente, y me sorprende ver el tamaño tan gigante que sus pupilas han tomado.

Trago grueso y en un intento de retomar la poca valentia que aún no me ha abandonado lo contradigo.

—Que no— respondo de la misma forma que él.

Se aleja de mi señudo y evidentemente molesto, sale de la habitación dejando un sonoro portazo a sus espaldas.

—Cimi ilgui— susurró a lo bajo. Observo un par de segundos la comida y mi estómago ruje— no, no comere eso, tal vez tiene veneno.

Me siento estúpida ante mi comentario y me tiro a reír. La puerta se abre poco a poco y me permite ver de quien se trata, mientras hago cesar mis carcajadas. Un joven más grande que James se asoma. Su color palidezco me aclara todas mis dudas; es su hermano. Una pequeña pero espesa barba hace acto de presencia en su rostro, sus carnosos y coloridos labios me recuerdan tanto a los de James, no es que los examine todo el tiempo, sólo que.... Sólo que se parecen, pero sus ojos, son distintos a los de James, los de él, tienen un amarillo oscuro por color, tan peculiar pero bello a su vez. Su cuerpo se mira trabajado y muy formido.

—¿Se puede?— muevo mi cabeza para salir de mis pensamientos.

—S....si.

Pasa y al ver que viene hacia mi, a ahorcadas me recorro para después palpar el colchon indicandole que se siente a mi lado.

—Veo que no tienes apetito— ambos dirijimos la vista a la comida, avergonzada asiento— es normal. ¿Ya dejo de doler?.

Nuevamente asiento.

—¿Te comio la lengua el gato?.

Y vuelvo a asentir.

—No— contesto de inmediato. Morrigan y sus estupideces.

Muestra sus blancos dientes en una coqueta sonrisa y discretamente rie a lo bajo.

—Dime Morrigan.....— me observa fijamente y por inercia conecto su mirada con la mía— ¿aún recuerdas lo ocurrido ayer?.

Su pupila se dilata igual como lo hicieron las de James. Estos dos son tan idénticos.

—Oye..... Creo que tienes algo en tú..... ojo.

—Ho, si— talla levemente sus ojos— tengo que volver con James, gusto en conocerte Morrigan.

Sale, pero este no deja rastro de sonido. Bueno, no tan idénticos.

James

—Tenías razón— dice Trevor bajando a toda prisa las escaleras— ella no puede ser hipnotizada, no puedo entrar en sus pensamientos, ni oler el fragante olor de su sangre.

—Tenemos que buscar una forma de obtener su silencio— interfiere mi padre.

—Malditos Houclman— maldice Clay, mientras yo pienso en como obtener el silencio de Morrigan. Se que no tiene muchos amigos, por Jef, no hay problema, pero Margoth y Emily son el peor de los riesgos, cualquier palabra de lo sucedido a estas personas, o a cualquier persona, y todo llega a su fin.

—Lo tengo— digo a todos los reunidos en la sala— la única forma de evitar que habra la boca, es tenerla vigilada.

—Si la acosas las cosa......

—No la acosare— interrumpo a Clay— ella teme que la vuelvan a atacar, y ya que no pudimos hacerla olvidar lo sucedido, hay que utilizar esto a nuestro favor, me vio atacar a aquel ser, y confía en mi fuerza a pesar de sus dudas.

Todos aquí me observan y trago al darme cuenta de la condena de mierda que estoy a punto de tirarme enzima.

—Me convertire en su protector.....

Eterna Pasión ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora