El perdón

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—James— la separo unos centímetros para verla mejor. Sus ojos no muestran nada más que tristeza— ¿por qué?, ¿por qué de odiarme ahora me abrazas?.

—No lo sé Morrigan, no lo sé.

Sostenemos la mirada unos segundos, luego, Morrigan se separa de mi lentamente.

—No se quien soy, no se quien es mi família, simplemente no se nada— suelta un triste y largo suspiro— tal vez soy aquello que dicen que soy, tal vez nunca fui normal, o tal vez me estoy volviendo loca.

—Tranquila— interrumpo.

—Tal vez nada de lo que antes viví es lo que realmente el destino me tenía preparardo. O tal vez soy sólo un humano que....

Cada una de sus palabras no muestran más que desilusión.
Tomo su mano y la llevo a mis labios.

—Las cosas van a cambiar Morrigan, te lo prometo.— digo observandola a los ojos, y beso su pequeña mano. Ambos reaccionamos en sorpresa y suelto su mano avergonzado, el efecto que tiene ella en mi inicia a afectarme, y ser vulnerable ante ella, nuevamente, no es nada bueno.

Retrocedo unos cuantos pasos confundido, dandome cuenta de todo. La historia se esta repitiendo otra vez.
******
Morrigan

Algo dentro de mi se sintio distinta esta mañana.
Después de que James se disculpo y por unos segundos dejo a un lado su ingredulidad, las cosas se tornaron de otro color.

Estar en sus brazos me hizo sentirme plena, tan completa, como si aquella parte de mi que siempre faltaba, hubiese regresado.

Me tomo una ducha y me alisto para volver a la escuela. Margoth últimamente no se encuentra en casa a estas horas, cosa que no es común en ella, pero que ya tendre tiempo para descubrir que sucede.

Saco una manzana de la nevera antes de salir de casa. Estoy a punto de abrir la puerta del coche cuando el sonido del motor de una motocicleta me hace sobresaltar. Observo aquel culpable de mi casi muerte por paro cardíaco, y me siento más serca de la muerte cuando veo a James montado en una bellísima Harley Davison, con un casco extra al suyo.

—Buenos días— saludo cordialmente y me inclito para recojer mis llaves pero vuelve a dar un arrancon— ¿podrías dejar de hacer eso?.

Lo fulmino con la mirada, pero me suavizo al ver que tiene el casco extrendido hacia mi, y hace un ademán para que me suba. Mi corazón se emociona e intento ignorarlo.

—Ni en sueños, no dejare que mi vida dependa de ti y tu moto.

—No moriras hoy— sube la careta protectora de su casco y me permite ver la sección de sus ojos, su mirada me penetra y en otro momento diría que es incómodo, pero desde su abrazo, desde que lo vi tan vulnerable, ningun acto podra hacerlo ver frío de nuevo— esta cosa es pesada, no tardes.

Tengo dos opciones: subir a mi coche y llegar ordinaria pero salva y sana a la escuela, o montarme en esa belleza y arriesgar mi vida con un casi extraño.

Esbozo una sonrisa y me dirijo a él a paso rápido, Madresita Santa protegeme por favor, tomo el casco que me ofrece y nerviosa me lo pongo.

—Más te vale hacerme llegar completa, hoy tengo examen de química.

Me abrazo fuertemente de su cintura y arranca. La cercanía que hay entre nuestros cuerpos era incomoda al inicio, ahora es sólo contacto, un contacto que vuelve loco a mi corazón. El aire se estampa contra mi rostro y alborota cada uno de mi cabellos. Que si en este momento tuviese piojos, estarían más agarrados que yo en este momento.

Suelto una leve risilla por lo antes pensado y James señudo, me observa por el retrovisor.

—Ideas mías— musito y le resta importancia.

Los ojos de todos (y más de las huecas fans de James) estan sobre nosotros dos.

—Incómodo— digo entre dientes.

Le entrego el casco a James y giro sobre mis talones con propósitos de retirarme pero me toma de la mano y me acerca a él.

—Te veo aquí al final de las clases— susurra en mi oído y aciento levemente.

Camino en dirección a las aulas y no puedo evitar sentirme incomoda por tantos ojos posados en mi. Nunca me ha gustado llamar la atención, yo diría que soy más para pasar desapercibida, y esto es nuevo para mi.

—Por fin te dejas ver— sonrio al ver a mi mejor amigo— buena entrada Morrigan.

—Él paso por mi.— me encojo de hombros intentando sonar normal, y no una tonta emocionada por haber llegado a la escuela con un chico, en su moto.

—¿Y también te forzó a subirte?— se detiene frente a mi para frenar nuestros pasos y verme divertido.

—Si, también— blaqueo mis ojos y lo golpeo levemente en el pecho haciendolo a un lado.

—¿Ya tienes listo tú proyecto de historia?— me freno y siento una oleada de sentimientos abundarme.— ¿Morrigan estas bien?.

—No— contesto luego de unos segundos— lo termino hoy.

Prosigo mi camino dejando atrás a Jef. Todo inicio gracias a a esa jodida investigación, TODO.

Me adentro en el baño y me observo atónita en el espejo. Abro el grifo y me echo un poco de agua en la cara.

Usmeo mi mochila en busca de papel o algo para secarme, y lo veo, el objeto antes regalado por mi tía esta ahí, sin yo haberlo puesto.

Lo tomo y examino. Vuelve a tener aquella apariencia que adquirio cuando la fiesta de Halloween, lo toco, y en definitiva, su temperatura es extremadamente alta.

Trago grueso al saber que me advierte algo nada bueno.

La puerta de uno de los baños se abre y guardo el collar en mi bolso. Observo el espejo, y la persona frente a mi me deja tieza, aquella chica de la fiesta, esta frente a mi.

Eterna Pasión ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora