Capítulo XIX | Azul

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Capítulo 19. Azul

Sólo Dame Nueve Meses

Cuando abrí mis ojos me enteré de dos cosas en ese preciso instante: Uno, no me encontraba acostada en mi habitación, mi habitación no tenía tanta iluminación y tampoco era así de helada. Dos, mis brazos dolían, pero era un dolor causado debido a un agarre excesivo en ellos. ¿Dónde estoy?

Arrugué mi frente y empecé a analizar mi alrededor, era una casa, sin embargo, no lograba reconocerla...

Luces. Lluvia.

Entonces lo recordé. Algo me había ocurrido cuando terminé de hablar con aquel hombre: El familiar de Josh, sí, Gabriel..., Gabriel Bianchi. Trataba de hacer más memoria, pero era inútil, después de aquello, no supe más de mí. — ¿Hola? —dije, con un hilillo de voz. Estaba asustada.

Como por reflejo, rápidamente llevé mis manos a mi vientre. Mi bebé. Tenía que asegurarme de que todo estuviera bien. Realmente no me importaba dónde me encontrase en ese instante, necesitaba ir a un hospital, encontrar al doctor Franco y asegurarme de que todo estuviese bien. Necesitaba hablar con Aaron. Me levanté de inmediato y me percaté que estaba acostada en un sofá..., no lo puedo reconocer. Sin embargo, pronto, escucho pasos aproximándose y lo único que hago es tensarme.

—Señorita Miller —pude escuchar una voz masculina saliendo de la nada. Mi corazón empezó a palpitar con rapidez. — Por aquí, Lía —localizo a la voz. Es un hombre, lleva una bata de doctor y no, no se trata de Aaron.

Me estremezco —¿Te conozco?

—No realmente. Ha tenido un accidente, señorita Miller.

Lo sé. Sé que sucedió algo, pero no siento dolor. De hecho, he logrado incorporarme con facilidad de aquel sofá, lo único que me dolían eran los brazos, así que no me fío nada de esta persona.

—Necesito ir a un hospital.

—Bueno, frente a ti está un doctor —sonríe, pero aquella sonrisa me llena de desconfianza.

—Escucha, no sé quién demonios eres, tampoco sé por qué mierda estoy aquí...

— ¿Lía? —. Aquella voz me hela la sangre. Es Zack. Las preguntas se disparan en mi cabeza, no logro comprender nada de lo que está ocurriendo aquí, pero tampoco me interesa saber. Busco el móvil en mi pantalón y una vez que lo tengo en manos, encuentro el número de teléfono de mi doctor, rápidamente le escribo un mensaje —. Lía, tranquila, soy Zack —él se acerca y se coloca de cuclillas frente a mí, colocando su mano en mi hombro —. Todo está bien. Has tenido un accidente.

—No me toques —gruño —. ¿Qué mierda hago aquí?

Él se echa hacia atrás, pareciera que mi reacción lo ha descolocado.

—Lía, te he salvado, ¿no te das cuenta? Te he traído a mi casa, llamé al mejor doctor de la ciudad y así me estás agradeciendo.

Confiar en Zack sería el peor error que podría cometer.

Frunzo el ceño —Primero, ¿qué hacías cerca de mí cuando he resbalado? Segundo, ¿desde cuándo tú te preocupas por mí? —Negué rápidamente — Ni siquiera me interesa saber la respuesta, debo irme, necesito a mi doctor.

—Tranquila, Lía. El doctor tiene algo que decirte... —él vuelve a poner su mano en mi hombro y me ve fijamente —, has tenido una contusión.

Tragué saliva. — ¿Qué? — espeté.

—Señorita Miller, se ha golpeado la cabeza. Estamos demasiados preocupados por su reacción, se ha desmayado, y ha quedado inconsciente por un tiempo considerable —dice, de pronto el hombre con la bata. —Tu vida corre peligro, Lía. Por lo tanto, la vida de tu bebé.

Solo Dame 9 Meses ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora