Capítulo XXXV | La boda

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Capítulo 35. La boda

Sólo Dame Nueve Meses

Me encontraba arreglando mi traje, pero a penas y podía verme al espejo. Faltaba menos de una hora para ir al altar.
Lía había tomado su decisión. Por más que intenté hablar con ella, se negó rotundamente. Ella ya no sentía nada por mí, si es que en algún momento sintió algo, podía ver en sus ojos y sentir en sus palabras lo mucho que me deseaba lejos.
Y ahora estaba aquí, alistándome para mi boda mientras le marcaba, una y otra vez.
Me sentía derrotado.

Había decido aceptar la boda con el único fin de ayudar a Ashley, ella necesitaba mudarse a los Estados Unidos y empezar su carrera como actriz, pero su visa como turista se acabaría pronto. Habíamos acordado esto hace unas semanas, cuando la escuché hablando con sus padres sobre sus planes y motivos de por qué la boda sería en America. Ni siquiera me sentí traicionado, por alguna razón, no sentí nada; mi mente siempre perteneció a otra persona. Cuando esto ocurrió busqué a Lía por todo Boston, quería decirle que Ashley ya no era más que una persona que quería ayudar y quería que ella fuese mi dama de honor falsa. Sin embargo, también quería decirle lo mucho que había estado pensando en ella, extrañándola, pero cuando la encontré en el restaurante de Paco, apenas y alcancé a disculparme por mi mal comportamiento, solo para terminar minutos después golpeando a un hombre completamente inocente. Mi especialidad era arruinarlo todo.

Otra vez, el buzón de Lía:
— ¡Hola! Soy Lía. No puedo atender ahora, pero puedes dejar tu mensaje je, je.

Su linda risa me hizo sonreír.

—Hola hijo...
La voz de mi madre logró sacarme de mis pensamientos.

—Madre —digo, a modo de saludo.

Ella acomodó mi corbatín y colocó su mano en mi mejilla.
—Tengo algo que decirte, hijo...

La sangre se me empezó a helar mientras escuchaba las palabras salir de su boca.

Lia Miller

Estaba lista.
¿Qué creían? ¿Qué no iría a restregarle como se veía mi cuerpo a Josh?
Me puse un vestido que resaltaba mi cintura, no podría estar mucho tiempo en la desgraciada boda, pero lo haría. Había tomado una decisión, dejar a Josh atrás y concentrarme solamente en Isabella, pero asistir a la boda de Josh y lucir mi nueva figura era demasiado tentadora. Quería restregarle en la cara todo lo que se había perdido por haber sido un cobarde durante tanto tiempo.
Tenía una cantidad ridícula de llamadas perdidas suyas, pero no pensaba responder ninguna, ¿en serio se pensaba que ahora yo iba a ceder? ¿Después de tanto tiempo? No, era un rotundo no.

Volví a verme en el espejo una vez más. Era imposible no hacerlo. Podría declararme autosexual.  Llevaba puesto un vestido color verde, completamente alineado a mi cuerpo, sin mangas, mostrando mis nuevos senos de envidia, quién lo diría, el secreto siempre estuvo en amamantar a una bebé. Debía aprovecharlos al cien por ciento, pues era consciente de que con el tiempo volverían a su estado natural.

—Mírate —escucho a Camila, adentrándose en mi cuarto —. Te ves preciosa, Lía.

—Prométeme que cuidarás de Bella. He dejado todo lo que necesita en la pizarra del refrigerador —le digo, girándome hacia ella.

—Por el amor a Dios. Hablas como si no limpié tu trasero cuando eras una bebé.

Me reí, pero aun así no podía dejar de pensar en la idea de dejar una noche a Isabella. Me había acostumbrado a pasar con ella veinticuatro siete, un momento sin ella y sentía que el aire se me escapaba. Josh había pasado sus días con ella en mi apartamento, estaba segura de que él pensaba que tendría la oportunidad de hablar conmigo, pero me negué a siquiera devolverle la palabra.
Era difícil, por supuesto que era difícil no babearme mientras lo veía acurrucando a Bella en sus brazos, Josh no podía dejar de gustarme, pero eso no significaba que yo seguiría siendo su juego. Había un límite y estaba segura de que ese límite no lo volvería a cruzar más.

Solo Dame 9 Meses ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora