Capítulo XXX | Encuentro

25.6K 1.7K 181
                                    




Capítulo 30. Encuentro

Sólo Dame Nueve Meses

Habíamos conectado nuestros ojos con la misma intensidad, él analizándome con sus grandes e imperdibles ojos azules, se sentía tan imposible que mi posible padre estuviese frente a mí. No, no en este día, no justo en ese instante, pero sí, él estaba frente a mí, con esperanza en sus ojos, con la esperanza de que dijese algo.
Siempre imaginé este momento, incluso tenía sueños con él, practicaba mis palabras, entrenaba mi corazón a cómo reaccionar al conocer a mi padre; se suponía que debía sentir odio, se suponía que debía sentir rencor y asco, pero justo ahora no sentía nada..., solamente curiosidad

—Hola.
Las palabras salieron de mi boca sin más y sus ojos se iluminaron, podía sentir cómo se llenaba de esperanzas y eso, por alguna razón me abrumaba.

—Eres idéntica a Camila —susurra, como si estuviese hablando para él mismo. Sus hombros se mantienen caídos, incluso podría decir que se ve avergonzado.

Tenso la mandíbula, sin despegar mis ojos de él, intentaba mantener la postura, pero era casi imposible, mis pulmones apenas lograban coger algo de aire. —Eso dicen —me encojo de hombros —¿Qué haces aquí? Ni siquiera sabes si realmente soy tu hija, así que me parece bastante estúpido de tu parte llamarme como tal sin saber quién demonios soy.

Ahora, sus ojos se apagan, pareciera que mis palabras le han tomado por sorpresa. Él parpadea seguidamente y empieza a negar con la cabeza.
—No —suspira —, lo supe desde el momento en que te vi, Edward también lo supo...

—Ah —interrumpí con rapidez, cruzándome de hombros — ¿Qué haces aquí entonces?

—Quería verte, hija.

—No me llames así —espeté. Entonces sentí a Edward acercarse a mí, él colocó su mano en mi hombro, como si intentase reconfortarme, pero ahora no podía pensar en nada más. Traición. Este hombre me abandonó y yo no puedo verle a la cara.

—Lía... —escucho a Edward suspirar —, entiendo lo que sientes, entiendo cómo te sientes en este instante.

—Está bien —interrumpe Emerson —, está bien, Edward, yo sabía que me enfrentaría a su odio, eso está bien, cariño —dice, su voz tranquila y dulce. Aquellas palabras provocaron un dolor asfixiante en mi garganta, aparté mi rostro y traté de hacer lo posible por retener las lágrimas. No, no era una niña estúpida, ya no era esa Lía que esperaba aquellas palabras de su padre, ya no más. Soy una mujer, adulta, aquellas palabras no podían hacerme sentir nada. Sin embargo, apreté mis puños, buscando aire, tratando de respirar.

—No te odio —respondo, haciendo un sobreesfuerzo por recuperar la voz —, odiar es una pérdida de tiempo, Emerson.
Ahora mi voz suena mucho más fuerte, decidida y esto parece tomar por sorpresa al hombre que tengo frente a mí.

—¿Cómo estás, mi querida Analía?

— ¡No tienes derecho a llamarla así!

De pronto, todos en la sala se giraron, pero yo permanezco congelada, ¿acaba de llamarme Analía? Mi nombre, el nombre que solamente una persona que haya visto mi licencia de conducir sabría ..., o mi certificado de nacimiento. Las dudas y la negación que se encontraban en mi cabeza empezaban a desplomarse una a una, el hombre frente a mí sí era mi padre y Edward, el doctor Edward Clarke era mi hermano.
Finalmente, me giré para encontrarme con quien ya sabía que haría presencia: mi madre. Sus ojos llenos de furia terminaron de confirmarme lo que ya empezaba a creer: Emerson Clarke era mi padre.

—Mamá —digo, poco sorprendida por su aparición. Sabía que haría presencia, ella y Sophia habían quedado en venir a verme.

—Aléjate de este hombre ahora mismo, Lía Miller —espeta Camila, sin despegar los ojos de Emerson. Su pecho subiendo y bajando y sus puños cerrándose con fuerza, justo como me encontraba yo hace menos de diez minutos.

Solo Dame 9 Meses ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora