Capitulo 12: Mi nuevo trabajo y mi nuevo amigo.

30 5 0
                                    

Las 5:28. Dos minutos antes ¡Bien! - Pensé mientras abría la puerta de la cafetería, en donde iba a empezar mi nuevo empleo.
- Buenos días, ¡Vamos póngase el delantal y a trabajar!, a las seis en punto abrimos las puertas a los clientes. - Me dijo mi nuevo patrón, metiéndome las prisas en el cuerpo. ¡Cómo si no fuera suficiente ya tan solo el ver su aspecto tan grande e intimidante a aquellas horas de la mañana!
- Sí, dígame, que tengo que hacer primero. - Le pregunté sintiéndome bastante nerviosa en mi interior. Lo último que me imaginé era estar trabajando en la Tierra, y encima fuera de época.
- Empieza a ordenar las tazas y los platos para los desayunos. Luego pon el café en la cafetera, y agua en el depósito. Seguidamente pon los manteles y las servilletas en las mesas, después... - Me dió un recital de instrucciones el dueño del establecimiento, pero la verdad cuando terminó de hablar, ya me había olvidado de lo primero que tenia que hacer.
Pronto se dirigió él a la cocina, y me quedé sola y aturdida detrás de la barra de la cafetería.
Seguidamente oí el clinc, que hacía la campanilla de la puerta al abrirse. Allí estaba Pablo, el chico que conocí el día anterior.
¡Nunca me había alegrado tanto de ver a alguien que me podría ayudar, pues estaba aterrada!
Era curioso al mismo tiempo, pues me había enfrentado a cosas mucho peores y peligrosas, como por ejemplo cuando huí de Lorma, con Alex.
No me explicaba como algo tan simple como empezar un empleo me imponía tanto.
- Hola Pablo - Saludé alegremente, al acordarme de su nombre.
- Hola Isabela - Respondió él.
- No, Isabela no, soy Ixara ¿ Recuerdas? - Le dije en contestación a su saludo.
- Per..perdo..perdona, Ix.. Ixara ¡eso! - Respondió tímidamente y tartamudeando.
Ahora creo, que estaba tan nervioso como yo, pero por otro motivo.
- No te preocupes, ¿ Me podrías ayudar un poco ?- Le dije en tono casi suplicante.
- ¡Cómo no! - Respondió Pablo gentilmente.
- El patrón, me ha dado una lista de tareas, que hacer y la verdad, es que no me acuerdo ni por dónde empezar- Le mencioné esperando recibir algo de su ayuda.
- No te preocupes, yo te ayudaré, todos hemos pasado por nuestro primer día de trabajo, y te juro que no voy a olvidar nunca el mío, ¡ Menudo desastre ! - Me respondió de forma graciosa, pero al mismo tiempo tranquilizadoramente.
El resto de la mañana, fue muy agobiante, no sé qué habría hecho sin la inestimable ayuda de Pablo.
Finalmente a la una de la tarde tuvimos un par de horas de descanso para comer, mientras venían otras dos personas a relevarnos.
- ¿Qué opinas de tu primera mañana de trabajo?- Me preguntó Pablo.
- Un poco estresante, pero gracias a tu ayuda, lo pude superar con éxito, - Le dije, mostrando mi agradecimiento.
- ¿Quieres venir a comer conmigo? Conozco un sitio cerca y económico, que preparan una comida deliciosa. - Me propuso Pablo mirándome tímidamente.
- Por supuesto, será un placer. - Respondí.

El tiempo pasó deprisa. Era difícil no parar de reír, al escuchar las muchas anécdotas que contaba Pablo. Cuando empezó a coger confianza, no había quien le parara. ¡Y menos mal! pues yo no tenía mucho que explicar, bueno al menos mucho que fuera creíble para él.
La tarde fue algo más tranquila que la mañana. A las ocho de la tarde, terminamos nuestra jornada, así que colgué mi delantal en su lugar y volví a ponerme mi abrigo rojo.
La noche era fría y oscura pues era invierno, y había poca gente andando en la calle.
Empecé a caminar hacia mi lugar de hospedaje.
Mientras estaba andando me invadía un sentimiento y aunque pareciera extraño, ya no me sentía tan sola. Sin darme cuenta se me escapó una ligera risa, al recordar una de las anécdotas que me había contado Pablo a la hora de comer.
De pronto empecé a notar que alguien me seguía no demasiado lejos de mí. Así que empecé a acelerar el paso, y cuando más lo hacía yo, más deprisa me seguía también esa persona. No pude evitar girarme a mirar un segundo a mí perseguidor. El corazón me latía deprisa, ahora ya no tenía ninguna duda de que me seguía deliberadamente.
De pronto vi detenerse un auto a mi lado.
- Vamos sube. - Oí a alguien que me decía desde dentro, con la ventanilla del coche bajada.
Al mirar reconocí en seguida a Pablo que conducía.
Suspiré aliviada y no dude un segundo en hacer caso a su invitación.
- ¿ Por qué te marchaste tan deprisa ? Te iba a proponer acompañarte con el coche hasta casa, ya es oscuro y hace frío. Pero cuando me cambié y aseé un poco, ya no te vi en la cafetería. Me costó un poco encontrarte. Supongo que no te molestará que haya estado buscando a ver si te veía en la calle de camino a tu casa. - Me preguntó Pablo.
- Por supuesto que no, y más al notar que alguien me estaba siguiendo en la calle. - Respondí, dando un bufido.
- Vaya, pues supongo que te alegrarías de verme, aunque fuera solo por eso. - Me dijo mirándome con una media sonrisa
- No solo por eso, bueno...en realidad mayormente sí que fue por eso si te soy sincera, y ya van dos veces hoy, pues esta mañana también me alegré de verte, cuando no sabía por donde empezar mi trabajo.
- Bueno, no siempre estaré ahí para sacarte de tus apuros. - Tras decir eso Pablo, ambos estallamos en una carcajada...
- Pues el mayor apuro en que me encuentro, creo que no podrás ayudarme - Dije casi sin pensarlo demasiado. No sabía si Pablo sería la primera persona que no pensaría que estaba loca si le contaba mi historia, ni si era el momento preciso, pero necesitaba a alguien que me creyera, que me escuchará, que confiara en mi...

Bueno hasta aquí el capítulo de hoy, espero que os haya gustado aunque no ha tenido demasiada acción hoy. Un saludo, y como siempre os pido vuestros votos y comentarios, si deseáis darlos.
¡Nos vemos en el próximo capítulo!

Los Conectores 2: La ResistenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora