Capítulo 29: La Batalla de París.

13 4 2
                                    


— ¡Bienvenidos, Ricky y Abigail! Es un placer para nosotros poder contar con su presencia aquí. Tener la oportunidad de luchar junto a dos miembros de los Conectores sin duda es un privilegio. — Les dijo estrechándoles la mano Archer el Capitán militar al mando del grupo de soldados, cerca de la antigua y emblemática Torre Eiffel.
— Sí, Abigail proviene de Aurin y yo soy humano, como ya sabrá. Pero la verdad, es que hubiera preferido venir a luchar solo, y no que mi acompañara mi familia, pues temo por su vida. Sin embargo, al final me convencieron de que estamos todos unidos en esto, que es la lucha de todos nosotros y realmente creo que nuestros hijos, Eva y Sander, podrán sernos de gran ayuda. Ellos tienen poderes especiales y ya han luchado contra los purpúreos. — Respondió Ricky.
— Pónganos al día con la situación aquí en París, y dónde y cuando empezar a luchar.— Inquirió Abigail.
— La verdad es que el verdadero peligro está por las noches, cuando más mutantes salen a atacar, por el día la situación está bastante controlada, hemos podido matar a   bastantes "mutantes diurnos" con las armas que trajimos con nosotros desde Aurin. — Le contestó el Capitán.
— ¿Donde se esconden durante el día? — Preguntó Eva, la hija de Ricky y Abigail.— Podríamos atacarlos. De hecho se me ocurre una idea, para utilizar mis capacidades psíquicas. —
Se han refugiado en masa en aparcamientos subterráneos y en los sótanos de grandes edificios, destruyendo todo medio de iluminación artificial en esos lugares, para estar en total oscuridad — Contestó a su pregunta el hombre.
— Llévenme a esos lugares, por favor. — Pidió Eva, queriendo probar su habilidad en esas criaturas salvajes, estando segura de que también tendría éxito al igual que la había tenido con los purpúreos.
— Cariño, eso es muy peligroso, es meterse en la boca del lobo. No está comprobada tu capacidad en las mentes primitivas de los mutantes. — Trató de disuadirla su preocupada madre.
— Por eso mismo, aún tendría que ser más fácil el poder penetrar dentro de la mente de esos monstruos. — Dijo Eva con convicción.
— Estoy yo para protegerla, mamá, yo puedo con esas criaturas, seguro. Ya sabes que mi  fuerza y rapidez son  extraordinarias — Dijo en apoyo de su hermana, Sander.
— Está bien, vayamos pues todos juntos y luchemos codo con codo. — Aprobó su padre la misión.
— Bien, escuchenme mi plan. Yo trataré de convencerlos mentalmente cuando entre en contacto con ellos para que salgan al exterior, haciéndoles creer que es de noche. Una vez fuera sus hombres tendrían que impedir la entrada otra vez a sus escondites por parte de los mutantes, entonces les atacariamos desde el frente y por atrás de ellos. Probemos primero la técnica en lugares más reducidos donde se escondan menor número de ellos. — Indicó la línea de actuación la muchacha.

Cuando estuvieron reunidos el grupo entero de los soldados se dirigieron hacia uno de los sótanos de uno de los edificios, donde se calculaba que podían albergar a unas cuantas decenas de criaturas.
— He de entrar yo primera, para tratar de encontrarlos, y poder actuar sobre las mentes de ellos.— Dijo Abigail.
— No podemos permitir que seas la primera que abras camino. Irán delante tuyo un grupo de cuatro o seis soldados. Estarán provistos de linternas potentes que cegarán la visión de ellos momentáneamente, ordenó el hombre al mando de la operación.
Tras idear la estrategia se adentraron al sótano.
Iban avanzando lentamente, dejando atrás la iluminación natural procedente del Sol desde el exterior y adentrándose a la oscuridad que reinaba dentro, iluminándose con la ayuda de los haces de luz, procedentes de sus linternas, con aparente normalidad momentáneamente. A medida que iban adentrándose se empezaron a huir gruñidos y también sonidos de zancadas y pasos  que iban en dirección contraria. Era evidente que a medida que se iluminaba el entorno por el avanzar de los soldados con sus luces, los mutantes evitaban encontrarse directamente con la luz huyendo de esta, y escondiéndose aún más en el interior.
   Eva con los hombres que encabezaban el grupo, se dirigía en la dirección de donde provenían los sonidos, hasta ir  acorralando cada vez más a las criaturas, hasta que finalmente se encontraron cara a cara con ellas.
   Un fuerte sonido de gruñidos y gritos procedentes de las gargantas de los mutantes, inundaba toda la estancia.
  Al encontrarse acorraladas se notaba que la agresividad iba en aumento y el ataque de presagiaba inminente de un momento a otro, al tiempo que intentaban proteger sus ojos de la luz que les cegaba.
— No apuntéis directamente a sus rostros, o no podré actuar, —dijo Eva — al tiempo que abandonaba la posición retrasada, y adelantaba a los soldados, poniéndose ella ahora al frente. Estos hicieron caso de la chica y cambiaron de dirección la iluminación de sus linternas, apuntándolas ahora hacia el suelo alumbrando solo los pasos de ella.
   La tensión iba en aumento, cualquier movimiento en falso podía ser mortal si no actuaban con decisión y rapidez, en caso de ser necesario. Los músculos de los soldados estaban  agarrotados, tensos, agarrando fuertemente sus armas con sus manos, y con los dedos puestos en el gatillo, preparados para disparar.
  Eva empezó a distanciarse, quedando como una isla solitaria entre los soldados y los mutantes, avanzando a paso lento quedando aproximadamente a la misma distancia entre ambos grupos.
  Ahora ella empezó a mirar fijamente a los seres que tenía enfrente de sí. Siguió caminando hasta llegar  aproximadamente a diez metros del grupo de mutantes.
  Las criaturas estaban expectantes de la muchacha, y se podía escuchar una  mezcla de ruidos consistentes en gruñidos, bufidos, chasquidos. Pero para Eva el sonido que más sobresalía entre todos, era el del fuerte palpitar de su corazón, sintiendo la pulsación hasta en sus sienes, pues sabía que de no ser efectiva su táctica, le esperaba una muerte segura.
No obstante, poco a poco la excitación de los mutantes fue en descenso a medida que ella se aproximaba, hasta quedar a tan solo unos escasos pasos de ellos. Claramente parecía que Eva fuera invisible para las criaturas, como si estuvieran solas, sin ninguna presencia más. De repente, empezaron a caminar pasando a ambos lados de ella sin prestarle ninguna atención, sin  hacerle daño. Ahora ella indicó con un ademán a los soldados y al resto del grupo, que se apartaran, dejando pasar a esos  seres que se habían mostrado tan agresivos tan sólo unos minutos atrás y que ahora parecían unos corderos inofensivos. Asi que todo el grupo que acompañaba a la chica se empezó a apartar a ambos lados  formando un pasillo, mientras los mutantes al igual que habían hecho con ella, siguieron adelante hacia la salida sin prestar ninguna atención a nadie.
  Aunque se dirigían hacia el exterior parecía no importarles la claridad aumentante que provenía de la calle. Ahora ya, una vez que habían salido al exterior, fue como si de repente despertarán del letargo en que habían estado sumidos y les empezó a cegar la fuerte luz del Sol.
  Un grupo de soldados que había quedado fuera esperando según las instrucciones recibidas, empezó a dispararles con sus armas de rayos laser y gamma, atravesando sus cuerpos, causándoles la muerte al despedazarlos. Mientras, por el otro lado los soldados provenientes del interior les cortaron el paso a los que intentaban regresar a su escondite. Con las ráfagas de disparos provenientes de ambos lados, rápidamente todos los restos de los mutantes quedaron esparcidos por el suelo, sin haber podido escapar ni uno solo.
  La táctica de la chica, había sido totalmente perfecta. Ahora  tras mostrarse efectiva, debía de repetirse una y otra vez por todos los escondites de los mutantes.
  Tras una jornada agotadora física y mentalmente, regresaron a las instalaciones militares, después de haber acabado con muchos centenares de mutantes.
   Otro grupo de soldados de relevo, continuaría con la batalla al anochecer.
    — ¡Jo, ya está bien!, no me has dejado pelear...— Se quejó Sander a su hermana.
    —  Me basto y me sobro yo solita. — Respondió Eva, golpeando en el hombro a su hermano a modo de juego, mientras no paraba de reir.
   — Esto es la guerra— Contestó Sander, contraatacando, golpeándole con la almohada de dormir.
  — ¿Qué es tanto escándalo? ¿No habéis tenido suficiente por hoy? — Protestó regañándolos Abigail su madre.
   — Mejor es que descansemos y repongamos fuerzas. Esto no ha hecho más que empezar. Mañana nos espera otro día duro. — Intervino Ricky.
——————————

Los Conectores 2: La ResistenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora