Capítulo 28: Primera batalla.

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-— Creo que esto os puede ser de utilidad. — La doctora Keira llamó a los científicos que la acompañaban, para que pudieran examinar un par de cuadernos llenos de anotaciones y esquemas, que se encontraban en aquella dependencia del laboratorio abandonado.
En ellos se encontraban numerosos apuntes que mostraban el proceso que se había seguido en la clonación de aquellos seres.
— Escuchad esto — Leyó en voz alta Connor, uno de los científicos. - Se ha encontrado una anomalía en el sujeto conocido como G44#. Los encefalogramas realizados en este ejemplar muestran un desarrollo de las neuronas así como una actividad de sus sinapsis muy superior al resto de especímenes. Se podría deducir que de continuar este proceso podríamos encontrarnos con un clon mutante, que realmente desarrolle una inteligencia igual o incluso superior a la de los seres humanos. Se propone realizar un seguimiento exhaustivo de este ejemplar en concreto — Fin de la nota. Acabo le leer Connor.
— Seguramente, este espécimen huyó con los demás mutantes. Podría ser especialmente peligroso. Pero por ahora creo que será mejor abandonar este lugar, si ya habéis cogido muestras suficientes para examinarlas. Llevaros también todas estas notas, quizás nos sean de utilidad. Marchémonos. Este lugar me da escalofríos — Propuso la doctora.
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— ¿Qué eres?, ¿Quién eres? - Preguntó Peter atónito al mutante.
— No lo sé, estoy confuso. Recuerdo un lugar del que me escapé, junto con otros igual que yo. Luego nos refugiamos en un lugar abandonado, y allí conocí a Marc. Después me refugie aquí en el bosque. El me enseñó a hablar, a comunicarme con él. Yo no soy como ellos, que atacan, matan, destruyen. No quise seguir acompañandolos. Algo me dice que eso no está bien. No quiero hacer daño. — Contestó el mutante indicando que en su interior tenía un sentido innato del bien y el mal, que a medida que transcurría el tiempo se iba agudizando.
— Eso es extraordinario. Tienes que venir con nosotros. Te presentaremos a otras personas que estarán muy interesadas de conocerte. Ya no tendrás que seguir aquí solo. — Le invitó Dann a unirse al grupo.
— ¿Vendrá Marc con nosotros? — Preguntó la criatura a los hombres.
— Por el momento, creo que es más seguro que se quede con sus padres. — Contestó Peter.
— No quiero marcharme si no viene también Marc. — Respondió Orco.
— Te prometo que pronto volverás a ver a tu amigo, pero es importante que nos acompañes por ahora, confía en nosotros por favor.— Le rogó Peter.
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Mientras Zoco y el resto de soldados y personal que le acompañaban, ya habían llegado a la Tierra y habían logrado ponerse en contacto mediante videoconferencias con los líderes y gobernantes humanos, recibiendo autorización para ayudarlos a luchar contra los mutantes.
— Empezaremos por las ciudades principales y lugares más atacados. Nos dividiremos en 5 grupos, cada uno con cien soldados, y demás personal de apoyo. Nos trasladaremos a Londres, Ankara, Pekín, New York y Paris.
Yo mismo iré a Londres. Brand se dirigirá a Pekín, Rash liderará el grupo de Ankara, la teniente Shu a New York y voy a proponerle a Ricky que dirija el grupo de Paris. Utilizaremos las armas que hemos traído, capaces de perforar y destruir los cuerpos casi impenetrables de los mutantes con sus pieles y caparazones que les recubren. - Explicó las instrucciones a todos los presentes Zoco.
Tras eso se dispersaron para trasladarse cada grupo a sus respectivos destinos.
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El teléfono sonó en casa de Jaume, donde se encontraba la familia de Ricky, habiendo transcurrido un par de días desde el incidente en la cafetería.
— Zoco ¿Eres tú?, ¡Que alegría de volverte a oír! — Contestó Jaume.
— El placer es mío Jaume. Espero que te encuentres bien. Quería decirte que nos hemos trasladado a la Tierra, con un número de efectivos para ayudaros en la lucha contra los mutantes. Nuestros localizadores nos indican que Ricky está aquí contigo. Necesitaría hablar con él para proponerle que lidere uno de los grupos de soldados. — Le comunicó Zoco.
— Sí, no hay problema, le paso tu llamada. — Le dijo Jaume al tiempo que le indicaba a Ricky con un ademán de que se dirigiera hacia él.
— Hola Ricky, me alegro de hablar contigo. Como le decía a Jaume, estoy en la Tierra junto a un grupo de soldados. Hemos venido con el propósito de ayudaros en la guerra contra los seres mutantes, que están amenazando a la humanidad. Hemos traído equipo bélico adelantado que os pueden ser de ayuda. También han venido los dos Conectores que estaban en Aurin, Rash y Peter. La doctora Keira junto a Peter y unos científicos están en Turquía, investigando en el lugar y el laboratorio donde empezó todo.— Le contó Zoco a Ricky.
— Que bien que hayáis venido a ayudarnos. Estamos desbordados por los acontecimientos. De hecho hace muy poco, fuimos atacados Jaume y yo por los hombres de púrpura. Aunque salimos salvos. — Le puso al día Ricky de los últimos sucesos.
— Buff, menos mal. Esos malditos y sus creaciones deben de ser exterminados pronto, antes de que sea demasiado tarde.- Suspiro Zoco. — Me gustaría que tú, Ricky, estuvieras junto a nosotros para liderar uno de los grupos de soldados, que van a actuar en una de las principales ciudades que están siendo más castigadas por los mutantes. Después de verte conmigo te dirigirias a París. — Le propuso Zoco a él.
— Desde luego, será un placer ayudaros. Voy a comentar a mi familia tu propuesta. Dame cinco minutos, y vuelvo a hablar contigo. — Le respondió Ricky.
— ¡Vamos todos juntos! Ya viste como luchamos en la cafetería, y los poderes que tenemos. — Dijo Sander a su padre después que él les hubiera expuesto los planes de Zoco.
— Ni hablar. No quiero que os pase nada. Vosotros sois demasiado jóvenes para ir a la batalla. Os quedaréis aquí en casa de Jaume, si a él le parece bien. — Respondió su padre.
— Somos una familia, y todos debemos de apoyarnos unos a otros. Necesitarás nuestra ayuda, nuestros dones, nuestros poderes. — Añadió Eva.
— Creo que nuestros hijos tienen razón, debemos de estar juntos. Ya no hay lugar seguro en la Tierra, pronto todos los rincones serán invadidos por esos seres, y no quiero que estemos separados, cuando eso ocurra. — Dijo Abigail.
— Sí, pero no es lo mismo eso, que estar en primera línea de batalla. — Objetó Ricky.
— Perdón que interrumpa, pero creo que después de lo visto en la cafetería, vuestros hijos están más que suficientemente capacitados como para acompañaros. De hecho hasta yo mismo, si fuera algo más joven os acompañaría. Pero la decisión la tienes tú por supuesto — Dijo Jaume.
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— Así que tú debes ser el ejemplar G44#, — dijo Connor al mutante. — Leímos acerca de tí, en una de las notas que encontramos en el laboratorio abandonado. Tu eres un ser único, especial. Si lo permites nos gustaría tomarte algunas muestras de tu sangre, para saber más acerca de ti. Quizás nos pueda ser de ayuda para nuestra lucha conoceros un poco más de cerca.— Le solicitó el científico.
— Me gustaría que me llamarais Orco, pues es el nombre que me puso mi amigo Marc. — Replicó el mutante.
— De acuerdo, pues te llamaremos Orco de aquí en adelante. —Le garantizó la doctora Keira.
—¿Me causará dolor la extracción de mi sangre, para esas pruebas? Si eso no me hace daño, me gustaría ayudaros en todo lo que pueda. No me siento identificado con mis congéneres. Me agradaría colaborar con vuestra especie. — Le contestó la criatura.
Después de numerosas agujas rotas, por fin pudieron encontrar la manera de conseguir una muestra de su sangre, tras utilizar una navaja que perforó finalmente su gruesa piel y hacer brotar una sangre de un intenso color rojo, casi granate.
— Sentimos haberte torturado un poco. Espero que nos perdones. — Dijo Keira a Orco.
— No os preocupéis, si ello os sirve de ayuda. — Contestó la criatura tumbado en una camilla y visiblemente mareado, tras haber pasado casi treinta minutos de intentos fallidos, hasta que por fin habían conseguido la muestra deseada.
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Ankara ( Turquía ) Atardecer.

La gente corría desesperadamente, huyendo de los mutantes. La ciudad era un caos. La policia, los tanques y los aviones del ejército sobrevolaban la ciudad. Pero las bajas de los mutantes eran ínfimas en comparación con los bajas del personal civil y los soldados del ejército de Turquía. Los mutantes se contaban por decenas, quizás cientos.
La gente se refugiaba en los grandes centros comerciales, en los cines, en los edificios gubernamentales, dondequiera que encontrará un refugio.
— ¿Qué hacemos Rash? ¿Por donde empezamos? — Preguntó el Capitán al mando del grupo de los 100 soldados .
— Empecemos por los lugares donde se está refugiando más gente, intentemos ayudarlos. Contengamos a los mutantes, para que no entren en esos lugares. Hemos de conseguir pequeñas fortalezas, donde la gente se sienta segura.
Dividios en grupos de unos 10 soldados, con un jefe al mando, y cuando hayamos limpiado un lugar de los mutantes vayamos a otro lugar. Mantengamos en comunicación por si alguno de los grupos tiene más problemas y podamos ayudarnos unos a otros en caso de ser necesario. — Ordenó Rash, dudando un poco de su liderazgo, pues a pesar de ser un Conector y haber sido amplíamente preparado para el combate, la situación era extrema, y nueva para el. Nunca se había enfrentado a una situación de semejante magnitud.
Aunque muchos de los mutantes no soportaban la luz solar y la iluminación, y se escondían durante el día. Otros habían desarrollado de alguna forma resistencia y atacaban en pleno día y en lugares iluminados.
Rash reunió a un grupo de 10 soldados y se dirigieron a un gran centro comercial, donde había algunos mutantes atacando.
Los gritos y el pánico invadían el centro.
Rash vio como uno de los mutantes había tirado a una mujer al suelo y se disponía a despedazarla.
Por primera vez apuntó con el arma especial de rayos láser, que habían traído de Aurin. El disparo fue certero y la criatura se desplomó al lado de la mujer. Un reguero de sangre granate brotó de la espalda de la criatura, mientras empezó a convulsionar por unos minutos antes de morir, mientras emitía unos horribles gruñidos.
La mujer corrió a abrazarme. La gente empezó a aplaudir, pues por fin veían que habían llegado efectivos que eran capaces de matar a los mutantes. Otros cuatro seres tenian acorralados a un grupo de personas y estaban atacándolas ferozmente.
— Venid conmigo — Clamé a dos soldados que estaban junto a mi.
Rápidamente nos dirigimos a ese grupo de criaturas y empezamos a dispararles, con el mismo resultado, causando la muerte de las criaturas, y liberando a las víctimas.
En pocos minutos empezábamos a controlar la situación, habíamos podido acabar con unos 10 ejemplares, verificando la eficacia de nuestras armas.
Ahora los mutantes dejaron de atacar a la gente y empezaron a subir a las plantas superiores del centro comercial.
De repente se oyó un gran estruendo y la iluminación empezó a fallar. Empezaron a explotar varios de los flourescentes, hasta que en pocos segundos todo el centro se quedó a oscuras.
Se oyeron gritos de pánico nuevamente. La gente andaba a tientas, pues ya había oscurecido en el exterior también. El atardecer llegaba a su fin, apareciendo las primeras estrellas en el cielo. Los mutantes tenían una visión extraordinaria en la oscuridad. Y muchos otros salieron de sus escondites diurnos, para atacar en la oscuridad.
Rápidamente nos pusimos las gafas de visión nocturna, pero todo y así nos encontrábamos en desventaja con las criaturas, que se disponían a atacar otra vez, y trataban de entrar en grupo al centro comercial, aunque los guardias y muchas otras personas intentaban desesperadamente reforzar las entradas, haciendo barreras de contención, con todo tipo de material pesado que ponían tras las puertas.

Los Conectores 2: La ResistenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora