Capítulo 26: De vuelta a la Tierra.

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—Tenemos que buscar lugares adecuados para poder trasladarnos, así como todo nuestro equipo—Dijo Zoco a Darel mientras miraba mapas terrestres, próximos a las ciudades que habían sido atacadas.
— Sí, y una vez ya en la Tierra, deberéis de poneros en contacto con los gobernantes de ese planeta a fin de que sepan que habéis venido con el propósito de ayudarlos en su lucha contra los mutantes. —Añadió Darel.
— Aunque quizás sería mejor inspeccionar el lugar donde empezaron los ataques, en Turquía. Podríamos inspeccionar el laboratorio, desde donde se escaparon los primeras criaturas. Ese lugar fue clausurado por los hombres de púrpura tras el incidente en el que uno de los vigilantes nocturnos, fue atacado y muerto por uno de los especímenes, mientras trataba de averiguar por qué habían eclosionado algunos de ellos antes de tiempo, escapando de las bolsas termoplásticas donde se estaban formando.
Quizás podríamos obtener información valiosa, investigando en esas instalaciones abandonadas.— Propuso uno de los dos científicos que acompañarían a Keira.
— Creo que lo mejor sería dividirnos en dos grupos, uno de investigación, liderado por los dos científicos expertos en el ADN. Sería un grupo reducido, compuesto por cinco o seis personas. Yo podría acompañarlos. — Dijo la doctora.
— A me gustaría estar entre ese grupo — Se ofreció Peter Banner, uno de los Conectores de Aurin.
A continuación también se unió como voluntario para ese pequeño equipo Dann. Este era un soldado de total confianza del general Zoco, de hecho fue el que escapó con vida junto a él de la isla de Lorna.*
— Bien, con cinco, es suficiente para ese grupo, pues necesitamos que la mayoría de los que se van a trasladar a la Tierra, sea un equipo de ataque. El segundo grupo lo liderará el general Zoco. Con el irán un grupo de unos 500 soldados, además de Rash y también Brand. Yo me quedaré aquí, para daros soporte o enviaros más equipo si fuera necesario. Además he de intentar acelerar el entrenamiento para el resto de chicos y chicas que quedan, contando con la ayuda de Ted y Mira los instructores. De ser necesario, más adelante, viajaría yo también con el resto del equipo que formará parte de la resistencia. —Añadio Darel, para finalizar.
Tras concluir la reunión, todos se fueron preparando para ser teletransportados.
—Tengo miedo de que no regreses, ahora que volvíamos a estar juntos, nos tenemos que volver a separar— Dijo Cristy a Peter, mientras este hacia los últimos preparativos para el viaje hacia la Tierra.
— No te preocupes mi amor, me cuidaré todo lo que pueda, además recuerda que en principio mi misión no es tan arriesgada, no voy a estar en el grupo principal de ataque, sino en el de investigación, junto a los científicos y Keira. —Trató él de consolarla mientras le acariciaba los cabellos, estando ella recostada en su pecho.
— Pronto nos uniremos nosotros también, aunque a mi sí que me tocará estar en línea de batalla. Espero que nuestro entrenamiento sea efectivo. — Respondió ella con preocupación.
— Tenemos que ser valientes, tenemos que ser fuertes, hemos sido escogidos para salvar millones de vidas. Pero estoy seguro que Darel y su equipo no permitirán que corráis riesgos innecesarios. Vuestro entrenamiento será completo e intenso. Lo sé por experiencia. Además, con la primera avanzada de soldados, quizás ni sea necesario vuestra intervención. Esperemos que Zoco y su gente puedan completar su trabajo. En todo caso cuando lleguéis a la Tierra estaréis como grupo de apoyo, pero no en la primera línea de batalla, eso es para los soldados expertos.
— Añadió Peter a fin de animar a su querida Cristy, antes de que una sirena indicara que ya era el momento de dirigirse a la máquina de teletransportación.
Cada uno de los integrantes del grupo fue teletransportado dentro de una nave, que les serviría como medio de desplazamiento en la Tierra.
Cada átomo de sus cuerpos y de sus  equipos se desintegró en Aurin para volver a integrarse en la Tierra, sin sufrir alteración alguna en su viaje por el espacio-tiempo.
Era alrededor del mediodía cuando los cinco miembros del equipo de investigación llegaba a las proximidades de la aldea donde vivía el pequeño Marc.
Una vez allí, decidieron  dividirse en dos grupos, los científicos y la doctora se dirigieron hacia el laboratorio abandonado a fin de entrar para investigar, mientras que Peter y Dann se dirigieron al poblado para entrevistar a la población con el propósito de obtener información sobre los mutantes y todo lo que había acontecido en las últimas semanas.
Pocas familias vivían allí después de todo lo ocurrido, pues algunos habían perecido tras el encuentro con los mutantes mientras que otros que sobrevivieron se habían mudado a diferentes lugares donde vivían familiares suyos.
— Aquí parece que hay alguien. Vamos a llamar— Dijo Peter tras haber pasado mucho tiempo encontrando numerosas casas deshabitadas, en el casi pueblo fantasma.
— Buenos días, ¿Quienes son ustedes, y que desean? — Preguntó la madre del pequeño Marc con desconfianza a los visitantes tras abrir la puerta.
— No vamos a entretenerle mucho, solo queremos hacerles unas preguntas sobre las criaturas que atacaron el poblado y que están devastando muchas ciudades.— Respondió Dann.
— Pero, ¿Quienes son? — Insistió ella.
— Perdón por no habernos presentado, yo soy Dann y este es mi compañero Peter, venimos desde muy lejos, y formamos parte de un equipo especial, estando entrenados para  combatir a los mutantes. Por eso cualquier información que tengamos nos será útil para transmitirla a nuestros superiores. — Contestó él sin mencionar el lugar de su procedencia, para evitar más desconfianza aún, pues no era probable que aquellos humanos entendieran que ellos procedían de un planeta que se encontraba en un  universo paralelo.
—Esta bien pasen adentro, intentaré contestar a sus preguntas, pero pronto vendrá mi marido también, y podrán hablar con él. ¿Desean tomar un café, mientras esperan? — Les ofreció la mujer.
— ¿Ca... café? ¿Qué es...?— Preguntó un desconcertado Dann, pues era la primera vez que estaba en la Tierra, y no sabía que responder.
— Si, por favor, pónganos un café con dos cucharadas de azúcar. — Intervino Peter, salvando  la situación incómoda, más experto en estos asuntos.
El joven Marc, les espiaba tímidamente desde el otro extremo de la sala, pues el hecho de oír que preguntaban por los mutantes despertó su interés.
— Ven, acércate, somos amigos. Hemos venido a ayudar. —Le dijo Peter al niño, al ver que los estaba observando.
— ¿Habéis venido a matar a los mutantes?— Les preguntó el niño al acercarse.
— Haremos todo lo posible, para que así sea, tanto nosotros como el resto de nuestro equipo.— Respondió Dann.
— ¿Y si no son todos malos? — Inquirió el niño, mostrando su inquietud.
— Por las noticias que tenemos, son unos seres feroces y terribles, son como animales salvajes que atacan sin compasión. Además tú mismo sabes lo que ocurrió en este pueblo. — Le contestó Peter, extrañado por la ocurrencia del niño.
— Pero si hubiera alguno que fuera bueno, ¿No lo matariais, verdad? — Siguió insistiendo el niño.
Peter y Dann se miraron con extrañeza entre ellos, sospechando que el niño sabía algo que no se atrevía a revelarles abiertamente.
— No creemos que exista esa posibilidad. No hay ningún indicio de que haya mutantes mansos o inofensivos. O ¿Quieres contarnos algo que no sepamos?— Le dijo directamente Dann al niño.
— Bueno...no sé. — Dijo el niño tímidamente, pues no sabía si podía confiar en esos extraños o no.
— Si supiéramos que había algunos ejemplares inofensivos, no tendríamos motivos para acabar con ellos, ¿No crees?— Intervino Peter, intentando que el niño confiara en ellos, y les contará su verdadera inquietud.
En ese mismo momento, apareció la madre de Marc con los respectivos cafés y el niño cambió al instante de tema de conversación al ver llegar a su madre, lo que aumentó la impresión en ellos de que el niño ocultaba algo.
   Mientras los hombres tomaban sus cafés, entró en la casa el padre del niño, y se unió al grupo. Estuvieron hablando un buen rato de todo lo que había acontecido en los días pasados pero como ahora había vuelto la normalidad en la región, pues las criaturas  habían pasado a otras poblaciones, dejando tras de sí una estela de caos y destrucción.
— Ha sido un placer hablar con ustedes. — Se despidieron Dann y Peter de la familia.
Al salir de la casa, se proponían  seguir visitando las casas restantes a fin de hablar con el resto de los vecinos, pero se dieron cuenta de que el pequeño Marc  los seguía a la distancia.
Por fin se detuvieron y le hicieron un gesto al niño para que  fuera hacia ellos.
— Vosotros no sois soldados,  ¿Quiénes sois? ¿Agentes del gobierno? — Les preguntó el avispado joven, pues el también percibió que ellos escondían algo.
— Vamos a hacer un trato, si tú nos cuentas tú secreto, nosotros te diremos quienes somos realmente y de dónde venimos. Pero eso quedará entre tú y nosotros. — Le propuso Peter.
— Vosotros primero. ¿Quiénes sois ?— Les preguntó directamente Marc.
—¿Tu crees que existen personas en otros mundos?— Le dijo Dann.
— Puede ser... cuando iba al colegio y estudiaba sobre el sistema solar y nuestra galaxia la Vía láctea, el maestro nos explico que podría haber vida inteligente en otros mundos.— Les respondió.
— Exacto, nosotros procedemos de un planeta llamado Aurin. Y cuidamos de ambos mundos, la Tierra y Aurin, pues de alguna manera estamos conectados. Lo que sucede en la Tierra afecta a nuestro planeta y al revés.
Ahora nos toca a nosotros preguntar. ¿Crees que hay mutantes buenos? — Inquirió Peter del niño.
— Si os dijera que sí, ¿Me prometeis que no le hariais daño? Contestó Marc.
— Si ese es el caso te lo prometemos.— Le contestaron ambos al unísono.
— Ahora debo de regresar a casa, pero por la tarde, me dejan salir un rato. Podemos vernos y os presentaré a Orco.
Pero no podéis asustarlo. Nos vemos a las seis a  la entrada del pueblo, en dirección al bosque— Contestó ilusionado el joven.
A la hora acordada, se dirigieron los tres hacia el bosque.
— Esperarme aquí. — Dijo Marc antes de adentrarse un poco más en la espesura.
— Orco, Orco, sal he venido. — Llamó varias veces el niño.
— Hola Marc, que bien que viniste, te estaba esperando.—
Contestó el mutante
— Quiero presentarte a unos amigos, no te van a hacer ningún daño, ven conmigo, están aquí cerca. — Dijo el jovencito mientras caminaba en dirección a los visitantes de Aurin.
— Saluda Orco a nuestros amigos. Son Peter y Dann. No son de este planeta, ¿sabes? — Intentó hacer las presentaciones Marc.
— Hola, yo soy Orco. Me alegro de tener más amigos, aquí estoy muy solo. — Habló Orco dejando atónitos a los aurianos que acompañaban al niño.

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Mientras tanto Keira y los científicos habían logrado entrar en las instalaciones del laboratorio abandonado.
La doctora comprobaba las bolsas desgarradas por los mutantes escapados, mientras los otros investigadores que estaban con ella, recogían muestras de tejidos, para examinarlas luego al microscopio.
— Venid aquí...creo que esto os puede interesar, dijo la doctora a los científicos, al abrir una de las puertas del complejo...

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* Capítulos 26 y 27 de Los Conectores 1: Descubriendo Aurin.

Espero que os haya gustado el capítulo, no olvidéis de dejar vuestros votos y comentarios. Un saludo a todos los que seguís está trilogía.

Los Conectores 2: La ResistenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora