Capitulo 10

1K 80 6
                                    

Les parecerá una completa idiotez, pero nunca en mi vida, he robado absolutamente nada. Y no les voy a decir que esté bien. Todo lo contrario, robar es malo, chicos/as. Pero bueno... no creo que, en un hotel de cinco estrellas, noten la ausencia de algunos panes que dentro de diez minutos acabarán en la basura. Además, como dijo Jazmín; técnicamente, es nuestra comida, aunque en las normas diga que no se puede sacar del Buffet. Pero si me permiten un pequeño consejo... hagan algo prohibido, al menos una vez en su vida. Rompan las reglas en algún momento. Dejen atrás por un instante, esa necesidad que tiene la sociedad de hacer las cosas tal y como está establecido. Eso sí, sin hacer daño a nadie y sin hacérselo a ustedes mismos. Prueben lo que les digo... verán que la sensación de nerviosismo por ser descubierto en cualquier momento y la satisfacción de estar cometiendo una pequeña locura...es vida.

Cuando atravesamos la puerta de la sala, bajo la atenta mirada de los camareros, el
corazón me late a mil por hora y las manos me sudan fríamente, por el miedo de que en cualquier momento puedan detenernos.
Una de las trabajadoras nos sonríe y nos da los buenos días, permitiendo que
avancemos definitivamente y el aire contenido en mis pulmones durante esos segundos, sea expulsado a medida que nos alejamos unos metros, con paso ligero.
Jazmín, que iba unos pasos más adelantada, se dio la vuelta y con una expresión de sorpresa y risa, se acercó muy despacio a mí y me agarró el rostro con dulzura.

Flor... puedes estar tranquila, que ni acabas de robar un banco suizo, ni van a venir los S.W.A.T a buscarnos esta noche, para fastidiarnos el resto de las vacaciones. Respira, cariño.

No sirvo para las emociones fuertes - Sonreí entre avergonzada y nerviosa.

Pues aún no has visto nada - Sentenció haciéndome fruncir el ceño.

Va a ser una completa estupidez preguntarle lo que tiene planeado y a qué se refiere. Porque cuando Jazmín decide ponerse en plan misteriosa, no hay quien la supere.
Desde que nos despertamos, lo primero que hicimos antes de bajar a desayunar, fue preparar las cosas para pasar el resto del día en la playa.
Hace años que no puedo disfrutar de un día así, sentir la calidez de la arena bajo
mis pies, el frío del mar, el olor a brisa y naturaleza... Siempre me pareció un paisaje perfecto.
Siempre soñé con volver a disfrutarlo. Y hoy... estoy aquí, con la única persona con la que desearía estar. Disfrutando en silencio, del camino hacia la puerta trasera del hotel. Esa que da acceso directo a la playa.
Definitivamente, el Costa Mágica, es puramente eso... magia. Para que lo puedan entender, es como estar dentro de un pequeño continente. La pileta simula un largo río que atraviesa todo el hotel, acompañada por palmeras naturales. Además. Todo está bañado por una
extraña calma. Ni siquiera hay niños jugando y armando escándalo, como suele ocurrir en lugares con pileta. No, aquí se experimenta una relajación total y me resulta curioso, el hecho de que casi todos los huéspedes, parecen ser parejas. Enamorados, disfrutando de unos días de mutua compañía. No los envidio. No existe otra persona en esta tierra, con la que quisiera estar aquí, más que con Jazmín. De hecho, estoy segura de que de haber venido con alguien más, estaría todo el tiempo pensando en ella, en traerla algún día, pues sé que le encantaría. Pero por suerte, no
tengo necesidad de extrañarla, porque está aquí, justo a mi lado, como siempre.
Como si tuviera completa certeza de que estoy pensando en ella, siento que se
vuelve para mirarme. Cuando me decido a encontrarla, está sonriendo, como siempre, Jazmín y su eterna sonrisa. Yo también sonrío. Estoy segura de que el tiempo podría haberse detenido en este instante y nada me habría arrebatado la sensación de plenitud que experimento, con un hecho tan simple como el de nuestras miradas, encontrándose en silencio, durante un tiempo indeterminado.
Agarra mi mano con suavidad. ¿Les he hablado ya, de la dulzura y delicadeza con las que realiza cada movimiento? Es como si en vez de agarrarme, me acariciara todo el tiempo. Como si de un momento a otro, pudiera romperse. Jazmín es de ese tipo de personas, que te resultan tan dulces, que lo único que te inspiran es protección. Una necesidad innata de cuidarla y protegerla
frente al mundo, como si fueras un Samurai, y abrazarla en la intimidad, como mismo abrazarías a una niña.
Entrelaza nuestros dedos... y después de algunos segundos, rompe el contacto
visual, dirigiendo su mirada hacia el frente, invitándome a hacer lo mismo.
¿En algún momento hablé de magia? Pues permítanme darle un nuevo significado
a esa palabra, porque la sensación que me produce el contacto de su piel sosteniendo mi mano, mientras observamos de frente un mar inmenso, bajo un cielo absolutamente azul y despejado, en el que únicamente puede observarse y escucharse, el vuelo y graznido de algunas gaviotas,
les aseguro que eso... es la magia más real que pueda existir. La magia de la naturaleza, la magia que puedes percibir gracias a todos los sentidos, la magia de los sentimientos... En definitiva, la magia de la vida.
Les juro que tengo ganas de llorar. Y no tiene nada que ver con que la humedad
haga lagrimear mis ojos sensibles. No. Tengo ganas de llorar de verdad, de emoción. ¿Han estado alguna vez frente al mar? ¿Se han detenido a escuchar su sonido a primera hora de la mañana, cuando la ausencia de personas impide que éste se perturbe?
Otro pequeño consejo: si nunca han tenido esa oportunidad, que estoy teniendo yo
en este instante, búsquenla. No importa cuándo o dónde. En algún momento de su vida, viajen a un lugar con mar y no dejen que la pereza les haga dormir hasta altas horas de la mañana.
Madruguen, acérquense a la playa, caminen por la arena hasta la orilla, dejen que el agua roce sus pies, sientan la brisa golpear su rostro, huelan el mar... Aspiren profundamente y dejen que esas partículas repletas de olores y vida marina inunden su sistema. Escuchen atentamente el sonido de las olas al golpear con la orilla. No importa si son grandes o pequeñas... ese vaivén es
único. No hay sensación igual, te lo prometo.
Y si me permito darles este pequeño consejo, es porque lo estoy experimentando en este mismo instante. Siento mis ojos humedecerse y en el interior de mi pecho, algo se siente ligeramente encogido. Había venido muchas veces al mar cuando era pequeña. Pero nunca lo miré de esta forma, nunca lo sentí con tanta intensidad, como si fuera la última vez que pudiera hacerlo.

Ya no me está gustando esto de tener las emociones a flor de piel - Le dije sonriendo
tímidamente, mientras trataba de secar mis ojos para mirarla.

- Emocionarse no es malo.

- Ya... Pero últimamente parezco un bebé, todo me hace llorar.

- No estás llorando, Flor. Estás emocionándote, es alegría lo que sientes, no tristeza.

Volví a mirar hacia el horizonte.

-¿No te parece impresionante?

- Lo es. -Confirmó - De hecho, nunca había visto nada igual.

- ¿Nunca? -La miré confundida- ¿Nunca has estado en una playa?

Ella negó ligeramente con la cabeza.

-Al menos teniendo uso de razón, no.

Su primera vez en el mar, estaba siendo conmigo. Eso me emociona aún más,
porque por algún motivo, siento como si ésta, también fuera mi primera vez. Como si todo lo estuviera viviendo y observando de una forma diferente, más intensa, única. Y como todo eso que vives por primera vez... sin esperarlo, te maravilla.
Jazmín soltó mi mano un momento y comenzó a andar, adentrándose unos metros en el agua. Yo permanecí inmóvil a su espalda, observándola caminar como una princesa, mientras la brisa ondeaba su corto pareo y el mar ascendía por sus piernas a medida que avanzaba en su interior. Los rayos de sol hacen incidencia sobre su pelo. Y su piel, se ve aún
más blanca al estar bañada por esta luz natural. Mi piel se eriza involuntariamente. Sé que no van a entender, como un hecho tan sencillo, como el de ver a mi mejor
amiga, caminando hacia el mar, puede producirme tantos sentimientos. Ni siquiera yo lo entiendo.
Pero me gustaría poder transmitirles lo que siento, asegurarles que cualquier hecho, que antes pudiera parecer insignificante, ahora me resulta todo un mundo. Me siento como si estuviera en esos días del mes, en los que las hormonas alteras nuestro cuerpo y todo nos hace llorar o enfadarnos. Pues algo parecido, sólo que, en este caso, yo, simplemente me emociono. Y lo que
en un momento dado, pudo pasar desapercibido para mis ojos, ahora... consigue que éstos se cristalicen y que mi corazón sufra un hormigueo continuo e imparable.
Lo único que pasa por mi mente en este instante es, que, si esto ocurre ahora,
observándola de espalda... ¿Qué me va a suceder cuando...?
Ni siquiera me hace falta imaginarlo, pues como si hubiera leído mi pensamiento
una vez más, se da la vuelta. Y es ahí, al verla de frente, con el sol iluminando su rostro, el mar reflejándose en sus ojos, consiguiendo que éstos se vuelvan más verdes y sonriendo, como si el mundo fuera absolutamente perfecto, cuando siento un ligero temblor en mis piernas, que
amenazan con dejar de sostenerme en cualquier momento. El corazón me late acelerado y nervioso, como si nunca hubiera visto a la persona que tengo delante, esa con la que tantas cosas he vivido y que ahora le hace sentir diferente... o quizás no. Quizás él siempre ha sentido
igual y era yo la incapaz de entenderlo, a pesar de sus gritos.
Es curioso, lo ciegos que podemos llegar a estar, aun cuando nuestro sentido de la
vista permanece intacto.

Creer para Ver - FlozminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora