Capitulo 32

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Volví a mirar hacia la ventana. Allí seguía el pequeño arcoíris apenas perceptible. De hecho, estoy completamente segura de que nadie se percataría de su presencia a menos que se detuviera a observar ese lugar en concreto.
Permanecimos en esa posición durante varios segundos. Gobernadas por el más
absoluto y nada incómodo silencio. Pero poco a poco, los aspersores fueron girando
automáticamente y el bonito arcoíris desapareciendo, a medida que la lluvia de agua cambiaba de lugar.
Entonces escuchamos el sonido de la puerta abrirse y ambas nos volteamos sobresaltada.
En ese preciso instante descubrí a mi madre, observándonos con expresión de confusión desde el umbral. Seguramente preguntándose qué demonios hacíamos abrazadas, contemplando la ventana a esta hora de la mañana, como dos absolutas imbeciles. Detrás de ella, mi padre observa de la misma forma. Aunque algo menos “preocupado”.
- ¿Jazmín? - Preguntó ella frunciendo el ceño -¿Cómo llegaste tan temprano? Apenas
está comenzando el horario de visitas.
Jazmín se quedó muda. No puedo verle la expresión, pero siento su cuerpo en
absoluta tensión. Creo que la interrupción de mis padres la pilló demasiado desprevenida y a estas horas de la mañana, su mente aún no está igual de ágil y rápida que de costumbre.
- Acaba de llegar - Intervine, sintiéndome orgullosa de ser yo, por primera vez, la
rápida - Hace cinco minutos ¿Verdad?
- S...sí... - Respondió ella, saliendo poco a poco del letargo.
Mi madre alzó una ceja y cruzó lo brazos sobre su pecho, como si no me hubiera
creído ni una sola palabra.
- Ya veo... Y el camino de tu casa hasta aquí fue tan largo, que tus pies no lo
soportaron y lo primero que hiciste fue quitarte los zapatos, ¿No?

Al mi madre terminar esa frase, todos dirigimos nuestra mirada hacia los pies de
Jazmín, incluida ella misma. Y efectivamente... descalzos... Movió los dedos bajo el calcetín, como si los quisiera meter en una madriguera para que nuestra excusa no fuera descubierta.
- Mira que eres tonta... - Susurré queriendo llevarme las manos a la cabeza.
Rápidamente me clavó una mirada fulminante, de esas que sólo me provocan
sonrisas. Alzó una de sus cejas y estoy segura de que estaba a punto de decirme alguna barbaridad, de no ser porque mi madre volvió a interrumpir.
- Ni se molesten... - Nos advirtió captando de nuevo la mirada de ambas - Prefiero no
saberlo. - Movió las manos en el aire cómo si tratara de borrar alguna imagen de su mente y volvió a dirigirse a Jazmín- Pero deberías ponerte los zapatos antes de que aparezca el doctor, porque en cinco minutos viene a buscarte, Florencia.
- ¿Buscarme? ¿Para qué?
- ¿Eres consciente de que hay un motivo mayor por el cual estás ingresada, además
de para que Jazmín se cuele en el hospital en plena noche, no? - Miré a mi madre entrecerrando los ojos y ese fue motivo suficiente para que continuara hablando con una sonrisa burlona - Al parecer van a adelantar la operación porque el quirófano quedó libre. El doctor venía a informarte
pero lo encontramos en el camino y preferimos hacerlo nosotros.

Un enorme cosquilleo ascendió por mi estómago hacia el pecho y en un momento
sentí mis piernas flaquear. Jazmín pareció darse cuenta de ello, porque se aferró con más fuerza a mi cintura, como si tratara de sostenerme.
La miré...me miró... y no nos hizo falta decir nada para comprender que ambas
estábamos muertas de miedo. La operación se había adelantado... había llegado el momento... se terminó el tiempo.
Sus ojos verdes trataban de transmitirme fuerza a pesar de estar igual de aterrorizados... Y sonreí. Sonreí, porque ni siquiera es capaz de adivinar la valentía que me transmite su mirada. Mis padres, el doctor, el hospital, la operación y el resto del mundo, se nos olvidó durante unos instantes...
- Ya está todo listo - Informó una nueva voz, sacándonos del trance. Miramos hacia la puerta y ahí descubrimos al doctor. Todos habían accedido al interior de la habitación sin que nos diéramos cuenta y observaban expectantes alguna reacción por mi parte -¿Preparada?

Que pregunta más absurda... ¿En algún momento de la vida se está preparado para
el cambio? ¿Para salir de una habitación consciente de que cuando regreses no serás la misma? ¿Para dejar en ella, a la persona que más te importa en la vida, sabiendo que quizás no puedas volver a verla? No... obviamente no estoy preparada. Pero nadie, nunca, está preparado para los
cambios y aún así...suceden.
Suspiré... Y los brazos de Jazmín se aferraron a mí con más fuerza aún, al tiempo que hundía su cabeza en mi cuello. Igual que un avestruz se esconde del peligro bajo sus propias plumas, como si en ese lugar estuviera a salvo, como si el hecho de esconderse en mí, fuera a protegerla de cualquier peligro. Bueno... así es, realmente.
Volví a sonreír enternecida y le di un pequeño beso protector en la cabeza. En
cuanto lo sintió, se incorporó, también sonriendo. Se acercó a mi rostro y depositó sus labios en mi mejilla con dulzura... Puedo asegurar que estuvo ahí más tiempo del considerado normal.
Sentí su respiración en mi piel durante varios segundos... Hasta que finalmente, con el sonido de un beso, se apartó y yo me sentí más fuerte que nunca para lo que estaba a punto de enfrentar.
Miré a mis padres y miré al doctor, haciéndoles saber que estoy lista. El último
sonrió y me mostró una expresión de seguridad, como si tuviera certeza de que todo iba a salir bien. Quizás es sólo parte de su trabajo, transmitir seguridad al paciente. O quizás no... quizás realmente confía en sí mismo. Dicen que el primer paso para lograr algo, es creer en ti. Así que en este momento espero, que el doctor crea mucho en sí mismo.
- Hay que empezar a preparar tus ojos -Volvió a hablar mientras se acercaba hasta
nosotras mostrando un pequeño frasco- Tienes que poner una gota en cada ojo, cada dos minutos aproximadamente, para que la pupila vaya dilatando. ¿Crees que podrás hacerlo tú misma? ¿O mejor envío a una enfermera para que te ayude?

Creer para Ver - FlozminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora