Capitulo 26

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Algunas horas más tarde, con la noche cubriendo el cielo de la costa, salimos del hotel, vestidas sencillamente, pero con un toque elegante.
- ¿A dónde me vas a llevar? - Preguntó mientras caminábamos en silencio, disfrutando de un paseo nocturno por la avenida de la playa.
La miré y esbocé una sonrisa de medio lado, algo misteriosa, - En seguida lo verás...
- Oye, se supone que la única sorprendida en estos días ibas a ser tú. Que no he
parado de comerme la cabeza, a ver qué locura se me ocurría cada mañana.
- Por eso precisamente, esta noche te toca a ti sorprenderte. Has hecho demasiado
por mí últimamente y ¿Qué menos que dedicarte la última noche?
- Me has dedicado cada minuto y cada segundo de los últimos días, Flor... - Aseguró
sonriendo con ternura - Pero... ¡Dalee! ¡No seré yo, la que se oponga a recibir una sorpresa!
Sonreí satisfecha y continuamos andando en silencio. Disfrutando de la calma, observando a cada una de las personas que paseaban por la avenida. Parejas que caminan de la mano, familias observando las pequeñas tiendas de recuerdos. Grupos de amigos hablando animadamente. Se respira alegría, felicidad... Es como si nadie tuviera un lugar concreto al que ir, ni una hora determinada a la que llegar. Simplemente pasean... y disfrutan de lo que sucede durante ese paseo.
En ese momento, algo sucedió en mi interior y reduje la marcha... Jazmín, que había estado igual de absorta que yo, al notar el cambio, me miró confundida por tan repentina lentitud.
- ¿Pasó algo? - Me preguntó.
- Acabo de caer en la cuenta, de que no tenemos prisa por llegar a ningún lugar... Así que, ¿Qué te parece si disfrutamos tranquilamente del camino?
Ella, aunque al principio, con su mirada fija pareció continuar confundida, finalmente
sonrió... A continuación, colocó su brazo alrededor de mi cintura, esperando que el mío hiciera lo mismo... Y así, volviendo a sonreírnos, continuamos el camino. Paseando por la avenida de una
playa en la que nadie, absolutamente nadie, repara en la presencia de dos simples chicas que caminan abrazadas.
Minutos más tarde, me detuve en la puerta de un lugar, cuyo letrero identificaba
como “Restaurante Pacífico”. La fachada, no es que tuviera nada llamativo o especial, pero por el nombre, confirmo que efectivamente, estamos en el lugar correcto.
- ¿Me organizaste una cena romántica?- Preguntó Jazmín sonriendo para
molestarme.
- Voy a invitarte a cenar en el que, según Aarón, es el restaurante más bonito en el
que hayamos estado jamás... Y aunque la apariencia exterior no sea nada del otro mundo, si el interior se asemeja a la descripción que él me dio, te aseguro que está en lo cierto.

Ella volvió a observar la fachada del restaurante y me miró con una sonrisa que
expresaba intriga.
Estoy impaciente por descubrirlo.
Correspondí la sonrisa satisfecha y extendí mi mano para cederle el paso. Ella, que
permaneció mirándome y sonriendo, pareció extrañarse por el gesto, pero al guiñarle el ojo, finalmente amplió su sonrisa y entró definitivamente en el local.
A primera vista, aparte de ser un sitio muy elegante, no parecía nada del otro mundo. Pero apenas tuvimos tiempo a visualizar demasiado, pues un chico vestido de camarero se acercó hasta nosotras con un cuaderno en la mano.
- Buenas noches señoritas - Saludó con una amplia y amable sonrisa - ¿Mesa para
dos?
- Tenemos una reserva - Le informé - A nombre de Florencia Estrella, creo.
- ¡Ah! ¡Las amigas de Aarón! - Exclamó - Sí, sí... Yo mismo hice la reserva. Me pidió que las colocara en su mesa favorita y ya está todo listo, así que cuando quieran podemos salir a la terraza.
- Gracias - Respondí asintiendo con una sonrisa.
A continuación, el chico nos indicó que lo siguiéramos por el interior del restaurante.
Había una puerta cerrada, que separaba esa zona de lo que supuestamente sería la terraza que había mencionado. Una vez llegamos a ella, la abrió y nos cedió el paso a ambas.
Jazmín salió primero y se detuvo a unos pocos metros, observándolo todo, yo hice
lo mismo, pero antes de que pudiera detenerme, el camarero ya nos había alcanzado para comenzar a guiarnos hasta nuestra mesa. No tardamos nada en llegar a ella y acomodarnos.
- Enseguida les traigo la carta - Informó. Y sólo dándonos tiempo a sonreír, desapareció.
Observé por un momento, la maravilla que de pronto tenía a mí alrededor.
Estamos en una superficie de madera, que apenas tiene cuatro pequeñas mesas,
bastante separadas entre sí, para dar una mayor intimidad. Todas ellas, incluida la nuestra, están adornadas con manteles blancos y una vela encendida en el centro. Además, en un extremo de la terraza, hay una especie de cabaña, con un tejado hecho a base de paja y unas cortinas blancas
adornando sus cimientos. Hasta ese preciso lugar se había dirigido el camarero.
Justo en el centro de la terraza, hay una especie de chimenea en forma de fogata,
que da calidez al lugar. En resumen, todo a nuestro alrededor, se encuentra impregnado por el color blanco de las cortinas y manteles, el marrón de la madera y el naranja cálido de las velas y
chimenea... Pero además, lo más increíble de todo, es que estamos situadas exactamente sobre el mar, como si de un palafito se tratase. Y concretamente, nuestra mesa se encuentra casi al borde de la superficie de madera, consiguiendo que todo lo que hay a nuestra derecha, sea pura
e infinitamente, océano.
De un momento a otro, el camarero volvió a aparecer, ofreciéndonos la carta de
menú y despertándonos a ambas de ese momento de hipnosis en el que nos habíamos sumido.
- Nos quedamos sin palabras - Comentó Jazmín en cuanto el chico volvió a
desaparecer.
La miré y tenía una expresión de asombro, probablemente igual a la mía.
- Mira que me lo describió con lujo de detalles... Pero definitivamente, es mucho más increíble de lo que había imaginado.
- Este sitio es precioso... - Confirmó volviendo a observar nuestro alrededor, sin salir del asombro. - Mira... - Susurró señalando al cielo.
Le hice caso y ascendí mi mirada, descubriendo entonces un manto de estrellas realmente impresionante sobre nosotras... Definitivamente, este es el restaurante más increíble en el que habíamos estado jamás. No exagero si les digo que se me puso la piel de gallina, al
observar el cielo iluminado por tantas estrellas. Mis ojos amenazaron con emocionarse por la totalidad de toda la situación y antes de que eso sucediera, volví a descender la mirada, encontrándome con la suya en el camino. La llama de la vela se refleja en sus ojos, consiguiendo que estos adoptaran un brillo especial en la noche.
Es entonces cuando me doy cuenta, de que no estamos en un restaurante de lujo...
Esto no es más que una superficie de madera, con cuatro velas y una chimenea, sobre el mar. Es probablemente un lugar bastante sencillo para la cantidad de restaurantes lujosos que debe haber en la zona o incluso en nuestra ciudad. Pero es precisamente eso, lo que lo hace especial... Este sitio esconde en su interior, la maravilla de la naturaleza aprovechada en su totalidad. Y como siempre, su compañía, su presencia, hacen que cualquier cosa maravillosa, pase a convertirse en
absoluta y pura perfección.
- ¿Qué piensas? - Me preguntó.
- No pienso... - Le sonreí encogiéndome de hombros - Disfruto.
- ¿De mi belleza?
La picardía en su mirada me hizo rodar los ojos. Ya estoy acostumbrada a sus tonterias.
- Entre otras cosas...- Reí - Nunca cambiarás.
- ¿Para qué? Si así me quieres... - Me guiñó el ojo y apartó la mirada hacia una botella
de vino que había sobre la mesa
-¿Brindamos?
Me sorprendí bastante mientras ella comenzaba a servir un poco de vino en
nuestras copas.
- ¿En qué momento llegó esa botella hasta nosotras?
- Creo que el chico la trajo junto con la carta, cuando estábamos absortas observándolo todo.
- ¿Cortesía de la casa? Cómo encima nos regalen una botella de vino, se va a
convertir en mi restaurante favorito.
- Creo que se convirtió en nuestro restaurante favorito desde que pusimos el trasero en la silla.
- ¡Que fina eres! - Exclamé riendo, a lo que ella sonrió encogiéndose de hombros.
- ¿Prefieres que diga: “desde que pusimos el culo en la silla”?
- Sí, eso es mucho más elegante - Respondí con ironía y ambas volvimos a reír con
complicidad, mientras alzábamos nuestras copas - ¿Por qué brindamos?
- Por el presente - Sentenció - Que nos está llenando de magia.
Me permití un segundo para observar la intensidad en su mirada y sonreí de
acuerdo.
- Por nosotras... Por los últimos seis días y por casi una media vida juntas.
Al igual que yo, ella también se detuvo un segundo a observarme, como si estuviera
analizando mis palabras. Finalmente sonrió y colisionamos nuestras copas, haciendo efectivo el brindis y probando seguidamente un sorbo de ese vino espectacular.
- ¡Que rico! - Exclamó sorprendida, refiriéndose a la bebida.
- Uhm... cuando dejas la cerveza y comienzas a disfrutar el vino, es la primera señal de que estás abandonando la adolescencia. Debemos preocuparnos...
- Yo no es que pretenda contribuir a tu preocupación, bebe. Pero tienes 24 años...
hace tiempo que dejaste la adolescencia.
- ¡Auch! - Exageré poniéndome una mano en el corazón Que poco tacto...
Ambas sonreímos con complicidad y en un momento pareció que íbamos a quedarnos así el resto de la noche. Mirándonos tontamente...
- Deberíamos echarle un vistazo al menú, antes de que el chico regrese y termine de
confirmar que somos idiotas. - Le dije - Está comenzando a parecer que nunca hemos cenado en un restaurante.
- ¡¡Que me cuelguen por ser culpable de detenerme a disfrutar cada pequeño
instante!!

Eso fue casi un grito, se los juro.
Miré a nuestro alrededor y comprobé que afortunadamente, nadie nos encontró lo suficientemente interesante para dejar su cena y voltear a mirarnos. Así que volví mi vista hacia ella y estaba sonriendo con malicia y diversión.
- Estás como muy loca... - Exclamé con asombro - Yo no sé porqué me sigo
sorprendiendo.
Me guiñó un ojo con picardía y justo en el momento en el que estoy dispuesta a dar
de cabeza mientras sonrío. La voz del camarero nos interrumpe.
- ¿Ya saben lo que van a cenar?

Le lancé una mirada acusatoria de “Te lo dije” y ella, como siempre, adoptó su
expresión de ángel, con la que nadie podía competir.
- Aún no nos hemos decidido - Respondí mientras comenzaba a leer la lista de lo que
ofrecía el restaurante - Todo parece tener buena pinta.
- Si me lo permiten, les puedo recomendar cualquier tipo de pescado. Al ser una zona
costera, es la especialidad de la casa y tenemos formas muy diferentes y originales de prepararlos.
Comencé a leer la sección de pescado y por la concentración de Jazmín, intuyo que
ella hizo lo mismo.
La lista parecía interminable. Había desde un simple pescado a la plancha, hasta
otros nombres absolutamente extraños. Mientras más raro era el nombre, más caro es su costo.
Y no es por el dinero, pero definitivamente, nada de esa lista llamaba poderosamente mi
atención.
- O si lo prefieren también tenemos variedad de carnes - Volvió a hablar el chico al ver
que no nos decidíamos.
Al igual que antes, mis ojos se dirigieron a la lista de carnes, encontrándola menos
extensa, pero aún así bastante variada. Solomillo con salsa de champiñones, con salsa de quesos, carne de cerdo, costillas con miel, pollo, bistec, etc... Absolutamente todo parecía ser una exquisitez. Pero aún no había nada que me convenciera... Al menos esta noche, mi estomago parece no querer tanto lujo...
Continué leyendo, de una forma bastante rápida, pues no me había olvidado que el
chico seguía esperando por nosotras, y llegué a la sección de “Pasta”. Entonces, no me hicieron falta ni 30 segundos para que mis ojos se iluminaran y mi estomago crujiera al descubrir exactamente lo que quería cenar.
- ¡¡Pizza!! - Exclamamos Jazmín y yo, al tiempo que alzamos la mirada y nos descubrimos tan ilusionadas como dos niñas con una bolsa de golosinas.
Sonriendo orgullosamente, cerramos la carta y se la entregamos al chico, como si
acabáramos de tomar la mejor decisión de nuestras vidas.
Él, al principio parecía un poco sorprendido, pero después de observarnos un momento, sonrío y apuntó nuestro pedido en su cuaderno.
- Aarón me dijo que ustedes eran de las nuestras... Y ahora lo entiendo.
- ¿Por qué lo dices? - Le pregunté.
- La gente suele venir aquí más por la comida, que por el lugar... Cenan exquisitos
platos y están tan concentrados en ellos, que apenas se detienen a observar lo que hay a su alrededor. Sin embargo, ustedes acaban de demostrar que una corriente pizza, en el lugar adecuado, con la persona adecuada, puede dar más felicidad que cualquier tipo de lujo. Son chicas sencillas... Y eso me gusta.
- ¡Donde haya una rica pizza, que se quite cualquier lujo! - Exclamó Jazmín haciéndonos reír a ambos.
- Así se habla - Respondió él - Enseguida vuelvo con su cena, chicas. Espero que les
esté gustando el vino.
Las dos asentimos con una sonrisa y nos quedamos observando como el muchacho
se marchaba hacia el interior del restaurante. Yo creo que me quedé mirando hacia ese lugar más tiempo del que pude controlar.
- Un chico simpático - Comenté volviendo la vista hacia Jazmín y encontrándola
mirándome fijamente, con una expresión de curiosidad - ¿No crees?
- Estoy empezando a pensar, que Aarón sólo se rodea de personas encantadoras. O
eso, o todos los habitantes de este pueblo son tremendamente amables y simpáticos.
- ¿Si verdad? - Reí - Es curioso... son demasiado... - Dudé encogiéndome de hombros - Felices.
- ¿Se puede ser demasiado feliz? No creo que la felicidad tenga límite.
- Yo tampoco lo creo... - Aseguré - Pero lo que te quiero decir es que todo el tiempo sonríen, siempre están dispuestos a ayudar, son generosos, tienen una palabra amable y te abren las puertas de su vida sin apenas conocerte... No sé si es que esa, sea la forma de vivir aquí o es que en la ciudad cada uno va a lo suyo... Pero es extraño, parecen dos mundos absolutamente distintos.
- Creo que precisamente por eso se les ve tan felices... Disfrutan la vida, no necesitan demasiado y saben apreciar lo que tienen. No creo que carezcan de problemas, pero
pienso que se toman cada mañana como una nueva oportunidad. Creo realmente que ellos eligen ser felices cada día de su vida. Y también creo que la gente que tienes a tu alrededor, influye mucho en que puedas llevar a cabo esa decisión. ¿A quien no le gusta ir por la calle, ausente y que un desconocido, con el simple poder de su sonrisa, te saque de tu burbuja? En esta vida, sonreír es mucho más efectivo de lo que la gente piensa... y lamentablemente, lo practicamos con muy poca frecuencia.
- Absolutamente de acuerdo - Concluí con una sonrisa cómplice.

Creer para Ver - FlozminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora