Capitulo 15

899 75 6
                                    

Día 8.
¿Conocen esa expresión que dice: “Ten cuidado con lo que deseas, porque puede
hacerse realidad”? Yo personalmente, nunca le he encontrado demasiado sentido... Si deseas algo, no deberías tener miedo a que se cumpla ¿No? Todo lo contrario.
No sé si en alguna ocasión les he dicho, que el ser humano me parece un animal
lleno de contradicciones. Pero bueno, ese no era el tema. Unas líneas más adelante, les explicaré cual es el tema.
Este es nuestro tercer día en el hotel. ¿Y saben qué? Tengo la extraña sensación
de que el tiempo no existe. Es como si Jazmín y yo nos hubiéramos escapado a otra dimensión, en la que simplemente se vive, sin estar pendiente de un reloj. Siento que jamás, en 24 años que tengo, nunca había disfrutado tanto, cada segundo de mi existencia. Es absurdo, loco e incoherente... pero también es real.
¿Y quien es la responsable de que eso sea así? Pues sí, ella. Porque yo la verdad,
es que no sé si tiene cada paso y cada plan, previamente calculado, si antes de venir ya sabía exactamente lo que íbamos a hacer cada día, o si por el contrario, las locuras se le van ocurriendo sobre la marcha. No lo sé, pero no me importa. Jamás pensé que hablara tan enserio cuando me prometió que viviría los mejores días de toda mi vida. Lo está consiguiendo, sin lugar a dudas.
Y ahora... pues ahora no sé que se le habrá ocurrido. Pero incluso este instante lo
disfruto; su mano dirigiéndome a toda prisa, casi corriendo, por la playa, de una forma algo parecida a la del primer día, sabiendo exactamente a dónde va. Y yo... pues estoy agarrandole gusto a esto de dejarme sorprender.
Nos dirigimos a la cabaña de Aarón, eso sí que lo pude haber deducido, ya que
antes de abandonar la habitación, nos aseguramos de llevar sus cometas, para devolvérselas.
Esta vez el chico no estaba solo, sino con un hombre, que a decir verdad, es su viva imagen, con 20 o 25 años más.
- ¿Llegamos a tiempo? - Le preguntó Jazmín en cuanto nos acercamos.
- Las estaba esperando - Respondió él
- Buenos días, chicas.
- ¿Esperando para qué? - Pregunté yo extrañada - ¿A qué llegamos a tiempo?
- ¿Estás son las chicas de las que me hablaste? - Intervino esta vez el señor.
Genial, mis preguntas volvían a quedarse en el aire.
- ¡Así es! Jazmín y Florencia, les presento a mi padre, Andrés, dueño y señor de este
negocio.
- Encantada - Le dijo Jazmín.
Yo sigo dándole vueltas a mi pregunta no respondida. Soy algo lenta, sí. Pero el
señor, padre de Aarón, parecía tener más información que yo, sobre el asunto.
- ¿Están preparadas?
- ¡Completamente! - Volvió a responder Jazmín.
Esto ya no me está gustando.
- ¿Pero preparadas para qué? - Intervine por fin.
- ¿¡Ah! que ella no lo sabe? - Le preguntó sorprendido, recibiendo una negación
divertida por su parte.
Digo yo, que mis preguntas deberían haberle dado una pista de que no, obviamente no tengo ni la más mínima idea de lo que están hablando.
- Tranquila, te va a encantar.
Miré a Jazmín, atónita. ¿Piensa alguien contarme lo que está pasando?
- Confía en mí - Me pidió ella en un susurró.
No. Esas palabras no me gustan. Me asusta... Cuando alguien te dice “confía en mí”, algo peligroso va a suceder.
- Prométeme que no me obligarás a hacer " bungee jumping” - Supliqué con expresión de pánico.
- Te lo prometo Sonrió Nada de “bungee jumping”.
Bueno, el hecho de saber que no me iba a pedir que me lanzara al vacío de un
acantilado, más el efecto de su sonrisa, consiguieron tranquilizarme un poco. Un poco...
- ¿Vamos entonces? - Preguntó Aarón - La furgoneta ya está lista y mis compañeros
nos esperan.
Furgoneta, compañeros... Jazmín asintió con una sonrisa de emoción y en ningún
momento, dejó de sostener mi mano, cuando comenzamos a caminar nuevamente.
¡Pásenlo bien! Fue lo último que gritó, aquel señor que acabábamos de conocer y
ya tiene más información sobre mi futuro próximo, que yo misma.
La furgoneta estaba a unos pocos metros, sobre un pequeño camino de madera,
que parecía haber sido construido específicamente para ella y llegaba hasta las afueras de la playa, uniéndose con la carretera. Aarón, muy amablemente, nos abrió la puerta delantera, dónde
descubrimos un asiento triple, por lo que, los tres podríamos ir delante. Le cedí el paso a Jazmín y a continuación, subí yo. En cuanto el chico se acomodó en su posición de conductor, arrancó el motor y puso marcha hacia quien sabe dónde.
Durante el camino, además de un precioso paisaje que hasta ahora no habíamos
visto, escuchamos una música de un estilo bastante... ¿“hippie”? No sabría definirlo bien, porque jamás había escuchado a ese grupo. Pero por algún motivo, me resultaba la música perfecta para la ocasión, para las vacaciones y también para Aarón, le pegaba mucho.
- ¿Han escuchado alguna vez esta canción?- Preguntó subiendo el volumen, como si
supiera exactamente lo que estaba pensando. Jazmín, que es la que está a su lado, negó con la cabeza.
- Es una banda que está sonando mucho desde hace poco tiempo, “Efecto Pasillo”, tienen canciones realmente buenas... Es un pop medio... hippie, optimista, no sé cómo definir el estilo. Pero las letras son muy interesantes y pegadizas. Esta concretamente, se llama “Buscando una
luz” - Explicaba, y de pronto, alzó su dedo índice y comenzó a cantar una parte - ”...Pensar de forma diferente, se vuelve inteligente, si se convierte en energía positiva, esa que te da la vida, esa que
convierte cada día en una sonrisa. Una bomba de caricias, un masaje de la brisa, sube que te sube y que te lleva hasta la cima...Que te lleva hasta la cima ah ah ah”
- Y ahí comenzó el estribillo - “Buscando una luz, te he visto pasar, bebiéndote el
tiempo al respirar...” - y como el chico estaba completamente entusiasmado con la canción y siendo sincera, ese entusiasmo era contagioso, Jazmín comenzó a acompañarlo con palmas al compás y moviendo su cuerpo de lado a lado. Me miró, invitándome a seguirla y yo no lo dudé ni un instante, pues el ambiente de aquella furgoneta se había convertido en una repentina fiesta.
Nosotras no habíamos escuchado esa canción en nuestra vida y no nos sabíamos la letra. Pero cómo la música no tiene límites ni fronteras, aquí estamos, tres locos en la carretera, disfrutando de un camino hacia no sé dónde. Y yo, prácticamente ya había olvidado lo nerviosa e intrigada
que estaba hace unos minutos.
- ¡Antes de que se vayan tenemos que salir de fiesta! - Gritó el chico para hacerse
escuchar por encima de la música - Si les gusta esta música, conozco un lugar que les va a encantar. Mis amigos y yo somos clientes fijos y es de los pocos sitios que no se abarrotan de turistas. No pueden marcharse sin conocerlo.
Ella me miró, cómo esperando mi opinión al respecto o que fuera yo la que
decidiera la respuesta. Ni un solo segundo, deja de hacerme sentir que estas vacaciones están dedicadas a mí. Ese pensamiento, me hizo sonreír, tanto interior, como exteriormente.
- No podemos marcharnos sin conocer como es una fiesta en la playa - Concluí.
Sonrió satisfecha y Aarón también sonrió.
La verdad es que el chico, desde el primer momento, se comporta muy amable con nosotras. Y además, es de esas personas a las que miras y las ves 100% transparentes. En la ciudad, no sucede muy a menudo, eso de encontrar a alguien así, que te transmita buenas vibraciones.
Quizás la gente de la playa, tiene otro estilo de vida, más abierto y generoso. No lo sé, pero Aarón, en ningún momento me ha producido desconfianza ni incomodidad por sus posibles intenciones. Al contrario, sé que a ambas nos hace sentir cómodas y que no se trata del típico chico guapo que ve a una chica y sólo piensa en ligársela.
De pronto, detuvo la furgoneta. Habíamos llegado a... Pues no sé exactamente
dónde estamos, porque al bajarme, casi todo alrededor, está completamente desierto. Sólo hay una pequeña estructura, con el nombre del negocio de Aarón y su padre, y... un helicóptero. ¡Oh no! Un helicóptero... ¿Qué demonios hace aquí un helicóptero?
Mi pregunta se vio interrumpida por el sonido que hizo el claxon de la furgoneta, que pareció ser la señal indicada, para que dos chicos salieran del pequeño edificio, equipados con mochilas, cascos, gafas y quien sabe cuántas cosas más, que lo único que lograban era dejarme atónita.
Los muchachos se acercaron hasta nosotras, muy sonrientes.
- ¡Ey chicos! - Exclamó Aarón, mientras recibía la mochila que le entregó uno de sus
amigos - Les presento a Florencia y Jazmín. Chicas, estos son Marcos, el piloto y Erik, mi instructor y compañero de vuelo.
- Vaya, unas chicas guapas y valientes -Comentó el llamado Marcos, mientras nos
estrechaban la mano sonrientes, a modo de presentación.
- Yo que tú ni lo intento - Intervino Aarón haciendo alusión al comentario de “guapas” y la sonrisa de coqueteo que aún no se le borraba a su amigo - No están a tu alcance, amigo mío.
- Eres el único que consigue dejarme en ridículo y romperme las ilusiones con una
sola frase.
- Yo solo intento amortiguar la caída -Bromeó-
Estaban hablando de nosotras como si no estuviéramos presentes, sí. Hombres...
Pero aún estoy tan alucinada, que ni siquiera le doy importancia a su conversación. ¿Qué demonios estamos haciendo aquí?
- ¿Lo han hecho alguna vez? - Intervino entre risas, esta vez el llamado Erik.
- ¿Hacer el qué?-
- No - Respondió Jazmín - No tenemos ni idea.
- No se preocupen, por ahora sólo tienen que ponerse el equipo. Una irá con Aarón y
la otra conmigo, Marcos se encargará de llevarnos hasta arriba y el resto se los explicamos en el helicóptero. Les aseguro que el paracaidismo va a ser la experiencia más impresionante que hayan vivido jamás.
¿Qué...? ¿Qué acabo de escuchar? Paracaidismo... ¿¡Paracaidismo!? De pronto
mis piernas comenzaron a perder estabilidad, un calor interno nació en mi estomago y comenzó a ascender por mi cuerpo... ¿¡Qué...!? Y uno de esos “Qué” había sido dicho en voz alta. Creo que
debo estar absolutamente pálida, o quizás amarilla, porque todos me miran asustados. Y yo, busco la mirada de Jazmín, para pedirle una explicación antes de entrar en un ataque de pánico.
Pero ella tiene esa carita de ángel, que utiliza cuando sabe la que le va a caer.
- ¿Paracaidismo? - Es lo único que soy capaz de preguntar.
- Te prometí que iba a conseguir hacerte volar - Respondió - ¿No es lo que deseabas?
A esto precisamente me refería cuando les cité la frase de “Ten cuidado con lo que
deseas, porque puede hacerse realidad” a esto precisamente.
- Volar... Jazmín... Pero...pero... con alas, como un pájaro. No lanzarme desde un
helicóptero al vacío... ¡Sólo era una forma de hablar!
- Ya cariño, - Me dijo tan tranquilamente, que me exasperó más - Pero por ahora, el
poder de convertirte en un colibrí, yo no lo tengo... Así que la única forma de que podamos volar, es con un paracaídas. ¡Vamos! - Exclamó entusiasmada - ¡Será divertido!
- ¿Divertido? ¿Divertido? - Pregunté nerviosa - Jazmín, que me quieres lanzar de un helicóptero, con un artefacto construido por humanos. ¡¿Y si se rompe? ¿Y si falla? ¿Y si no se abre?! ¡¿Estás loca?! Dios... te volviste loca.
- Siempre hay un paracaídas de emergencia -Intervino de nuevo Erik - De hecho, es un
deporte bastante más seguro de lo que la gente cree y tanto Aarón como yo, llevamos toda nuestra vida dedicándonos a ello. Así que no te preocupes, están en buenas manos.
Que no me preocupe... que no me preocupe dice, ¡¡Já!!
- ¿Ves? - volvió a decir Jazmín - No tienes nada que temer.
- No pienso subirme a ese helicóptero, Jazmín.
- ¿Vas a dejar que vaya yo sola?
- Eso es chantaje... - Indiqué alzando el dedo índice de forma amenazante - Ni se te
ocurra hacerme chantaje.
- No es chantaje, Flor... - respondió con cara de súplica - Es sólo que no quiero que te
pierdas una oportunidad así. Sé que te va a encantar y quiero que lo disfrutes, que lo disfrutemos juntas.
- ¿Cómo sabes que me va a encantar si nunca lo has hecho?
- Porque llevo un día entero imaginándome cómo será estar allá arriba, sintiendo que
vuelo, observando el mundo desde las alturas... contigo a mi lado... y no creo que pueda existir una experiencia más perfecta. Nunca me imaginé capaz de hacer algo así, hasta que supe que iba a ser contigo.

Creer para Ver - FlozminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora