Capítulo 30

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Madison y yo estábamos teniendo una seria pelea afuera de la escuela.

Y no era por quién traía el mejor outfit. Como siempre lo hacíamos.

Era por algo más. Por algo que no esperaba que saliera de sus labios.

Era por Cameron.

—¡Él es un patán!—repitió nuevamente Madison.

—¡Que te venga valiendo lo que es o no!

La verdad es que ya me empezaba a frustar. ¿Y a ella que le importaba con quién andaba?

—Escucha Chloe —me tomó de los hombros—, el no es para ti, ni tú para él. Puedes buscarte a alguien mejor.

—Madison —susurré a punto de estallar—, no me i-m-p-o-r-t-a.

—¡Que no! —gritó.

—¿Qué te sucede Mad? —estaba asustada—. Nunca te habías comportado así. Dímelo, no entiendo.

Madison río sarcástica.

—¡Te lo diré!

Podría jurar que quería ahorcarme.

ME GUSTA CAMERON —gritó—. Qué digo gustar, lo amo. Lo amo desde hace seis años. Llegas tú y lo arruinas todo.

¿Qué qué?

—No puede ser —susurré—. Tú fuiste la que escribió puta en mi casillero.

—Vaya, pensé que nunca lo descubrías —sonrió la muy perra.

—¡Pensé que eras mi amiga!

—Y lo eras, Chloe —acarició mi cabello—. Hasta que te vi besándote con Cameron.

—No me toques —quité su mano de encima—. Y mucho menos me vuelvas a dirigir la palabra.

—Eso no me importa, Chloe. Ya veremos con quién se queda Cameron. Sabiendo cómo es, lo más probable es que termine por dejarte y coja conmigo.

Zorra.

Me retiré de ahí.

Tenía miedo. Y no de Madison sino de Cameron.

¿Y si Madison tenía razón? ¿Y si Cameron sólo me está viendo la cara de estúpida?

Soy tan estúpida.

En todo el día no le dirigí la palabra a Cameron. Cada vez que veía que se acercaba lo evitaba y me iba rápidamente de ahí.

Quería tiempo para pensar.

Ahora Madison me haría la vida imposible, eso lo tenía por seguro. De esta no me salvaba.

Al final de las clases, tomé mis cosas rápido y me marché sin esperar a Ashton ni a Joel.

Antes de salir de aquel infierno, fui interrumpida.

—¡Chloe!

—Camero...

Sus labios se encontraban sobre los míos antes de que pudiera terminar su nombre.

Y bueno, qué puedo decir. Le seguí.

Besaba tan bien.

—Cameron, idiota —susurré— ¿Qué crees que haces?

Cameron sonrió.

—Esto...

Me volvió a besar el muy sinvergüenza. Está vez con más delicadeza y lentitud.

Y se sentía tan bien. Sus labios encajaban a la perfección conmigo

Joder.

—¡Basta! —le di un pequeño golpe en el brazo.

—Vamos, te llevo a casa.

Aunque tenía otros planes, terminé por aceptar su propuesta. Esa cara sí que le favorecía.

Ya en el automóvil, empezaron a surgir las preguntas. Tal y como me lo esperaba.

—¿Por qué me evitaste todo el día, Chloe? —preguntó mientras conducía.

Bufé.

—¿De qué hablas? —volví a bufar.

—¿Crees que no me di cuenta? —sonrió.

Me quedé callada por un momento, pensando en si debería contarle o no lo de Madison.

—Sólo tenía muchas cosas en mente —hablé—. Tenía que aclararlas.

El automóvil, paró. Ya habíamos llegado.

—¿Cosas cómo qué? —volteó a verme.

Me quedé callada, otra vez.

—¿Hice algo mal? —preguntó con un tono preocupado.

—¿Qué? —sonreí— ¡No!... Es sólo que...

Cameron esperó varios segundos por mí respuesta, pero nunca llegó.

—Chloe, empiezas a preocuparme.

—No es nada —rodé los ojos—. Son cosas de chicas que no entenderías.

—Puedo intentarlo —sonrió.

—No lo creo —reí—. Tengo que irme.

—Ojalá no.

Antes de bajar, tomo mi rostro entre sus suaves manos y depósito un beso en mi frente, después en mi mejilla, después en mi cuello y finalmente en mis labios.

—¿Y qué tal ahora? —preguntó susurrando— ¿Quieres irte?

No, no quería irme.

Sabía cómo manipularme.

—Bueno... —dudé un poco—. Tal vez sólo un momentito más. (Ese momentito se convirtió en un hora)

Sólo eso basto para que empezara a depositar pequeños besos por todo mi rostro.

Después de un rato de estar jugando a besarnos, Cameron se atrevió a decir:

—Me encantas, Chloe.

Morí internamente.

Prometo no enamorarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora