Envidia
Era lo todo lo que sentía.
El medio día llegó, el destello del sol ya se había vuelto insoportable y las personas curiosamente se veían complacidas todavía más. Seguramente era el momento exacto para sumergirse en las cristalinas aguas, jugar o simplemente nadar solitariamente. Nada de ello podía comprenderlo, absolutamente ni una idea se le pasaba por la cabeza... mirar las sonrisas desencajadas, deformes, llenas de euforia era algo inefable a su parecer, pues no poseía esa facultad.
Que más daba, tampoco le hacía falta.
Muchas veces se planteó la posibilidad de observar a diario un teatro bastante mal actuado o improvisado como recitaban los libros de texto que llevaba en su mochila, aquello también le recordó que era una técnica bastante curiosa el saber interpretar un papel sin la necesidad de un guión o por lo menos, un previo ensayo. Una verdadera hazaña...
—Entonces, observé como la misma luna perdía brillo frente a su mirada centellante. Como el mismo mar ya no reflejaba nada porque su facultad espectral había sido hurtada. Como la noche empezaba a esclarecerse con tan solo su presencia... a su lado no había crepúsculo, porque él era la misteriosa oscuridad que a veces mi subconsciente necesitaba para esconderse. El día también solía desvanecerse en cuanto pisaba la playa...— recitó en voz baja, emulando un tono de más agudo, sonriendo pícaramente al advertir el cosquilleo inminente de su vientre—. Y la luz a veces hasta me abandonaba despiadada en cuanto me rodeaba con sus brazos solo para dedicarme esa caricia intangible, ese roce casi violeta. El iris de su mirada era el verdadero protagonista de nuestra cercanía... ningún sentido era capaz de reaccionar...—cerró el libro de golpe.
Kurapika frunció el entrecejo mientras dejaba a las varillas metálicas de sus anteojos deslizarse por sus orejas, definitivamente la medida no era la correcta, las extensiones a los costados eran innecesariamente largas, la punta denotaba unas letras esculpidas en plata, las mismas que también marcaban el inicio de un par de grandes cristales redondos. Pero, el detalle que robaba su atención y le molestaba en demasía era cada palabra que acababa de leer en voz alta, y no es que no le gustara pues casi podía divisarse con las mejillas sonrojadas a la vez que se decía constantemente que respondería con un simple "es por el calor" cuando los adultos le preguntasen sobre la calentura en su rostro.
La amalgama que formaban las palabras de aquel texto en sus manos parecía salido de otro mundo ¿desde cuándo las personas pensaban tan irracionalmente? Es decir, nadie comparaba la mirada de una persona con los más hermosos fenómenos de la naturaleza ¿verdad?
— ¿Verdad?— se dijo con la atención fija en las aguas atestadas de gente. Volvió a sentirse irritado.
—La gente de verdad no sabe actuar, ni siquiera sabrá que es el teatro... ¡yo tengo diez años y podría darles el mejor espectáculo de su vida!— convino efusivamente, y se puso de pie.
Decidido, inseguro, curioso.
Aquello último realmente ocupaba casi el cien por ciento de su personalidad, Kurapika nuevamente dirigió su atención al gentío, solo que ahora hubo algo que le llamó la atención... sus mejillas habrán pasado de rosa a un escarlata intenso.
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Ladrón(KuroKura)
FanfictionBajo las rayos de un sol incesante, gracias a la sombra de una palmera. Kurapika es un niño solitario y Kuroro, quizá un intrusos más de los que suele detestar. Nuevas emociones, sensaciones... sentimientos. Infancia Adolesencia Madurez Sin siquie...