5. Entre párrafos

271 38 2
                                    

— ¿Ya has empezado a empacar?

La pregunta desabrida de su madre le llenaba el pecho de amargura, tristeza, rabia de la más intolerante.

La mezcla de aquellos sentimientos hacía que su cuerpo se entregara a una pereza absoluta, quizá el método más ortodoxo que encontraba para protestar.

Su cabeza baja no le permitía observar la glamorosa persona en su delante, pero ganas no le sobraban. Kurapika se mordió el labio esperando quedarse solo por el resto de la tarde. Ya era el quinto día de sus vacaciones, poco o nada le interesó a sus padres que de igual manera lo castigaron, ahora se encontraba internado en su habitación; aunque no le molestaba estar ausente de la sociedad, de hecho, la soledad le sentaba bien... así sería más sencillo recordar el día anterior.

El momento en que decidió cometer la primera travesura de su infancia, la emoción todavía permanecía viva, hacia vibrar sus manos. Kurapika entrelazó sus dedos al ver como su madre empezaba a salir de la habitación, entonces le respondió sin intenciones de ser ignorado: —Nos iremos en dos días más ¡no me presiones!— de inmediato se llevó una mirada desaprobatoria.

Satisfactoriamente fue todo, su madre se esfumó por la puerta. Cumpliendo su deseo.

Kurapika se relajó sobre las ligeras sábanas, tiró su cuerpo esperando sentir la suavidad de las almohadas en su cabeza, palpó cada forma dibujada en su cama. Tenía mejores cosas en las que pensar. El día de ayer, Kuroro no solo le había devuelto su libro (algo que agradecía pero no le tenía contento) además, le dijo algo bastante interesante... <<He borrado de tus lágrimas sin tocarte ¿Qué me dices de eso?>>

Recordó como la luna se lucía jactanciosa en el cielo estrellado cuando se lo dijo, ambos se comían un enorme algodón de azúcar que uno de los vendedores les había regalado y todo porque Kuroro le presentó como su futuro esposo. También recreó la vergüenza que sintió al ver la sonrisa amplia del vendedor, al menos consiguieron comida pero a qué precio... de no haber recitado un diálogo teatral hace cinco días...

—. Qué más da —se dijo sosegado, se revolvió unas cuanta veces hasta conseguir una posición cómoda y además perfecta para terminar su libro.

Después de lo ayer, no le quedaba muchas ganas de hacerlo.

Deslizó las páginas con la yema de sus dedos, recordaba claramente donde se había quedado aunque por si las dudas, también tenía un separador que mostraba la página y la línea exacta. Parpadeó un par de veces cuando notó que el separador no se encontraba en su lugar, es más, se ubicaba casi hasta el final del libro ¿Es que Kuroro lo leyó? Se preguntó de inmediato. Aquella idea le agradaba, le hacía pensar que también influenció en él de alguna forma.

— ¿Por qué se ha detenido justo cuando estaba por acabar?— reiteró la duda para sí, a la vez que arrugó el entrecejo demás curioso. Pues ya solo tenía la incertidumbre por las extrañas decisiones de su amigo, es decir, Kurapika jamás devolvería un libro sin haberlo terminado, la sensación de vacío y las incongruencias eran los peores castigos. Por supuesto, se refería a la situación de un lector asiduo...

Estaba claro que Kuroro no lo era.

Kurapika regresó a la página que le interesaba retomar, restándole importancia al resto. El libro que sostenía en sus manos se llamaba "Imagínalo, recopilación de cuentos fantásticos" y había un total de siete cuentos, desde el primer vistazo ya se había devorado el primero, titulado "Cuando los cuervos lloran" el segundo le pareció incluso más irreal porque trataba de un pueblo que basaba su vida en el color de sus ojos; el tercero le había agradado bastante, narraba acontecimientos ambientados en las épocas de guerra, después se había embelesado con la historia de una anciana que tenía un final inesperado. Ahora, el quinto cuento se le presentó con un título en letra bastante grande— Ladrón... — articuló y se quedó con los labios abiertos, quizá con las ganas de decir algo más. Era el primer cuento que tenía un título corto y hasta novedoso. Kurapika supuso que se trataría de alguna narración de aventuras y emociones, le agradó tanto la idea que no se contuvo al pasar la primera hoja, el papel arrugado por el agua acrecentaba su desgaste en esa parte del libro especialmente. Supuso que Kuroro también lo leyó.

Ladrón(KuroKura)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora