14. Vals

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— ¿Te gustaría ser mi príncipe?

La llovizna retornó sin malas intenciones, de hecho, parecía ser lo único que les faltaba para calmar sus atolondrados sentimientos. Sus acciones hasta un punto bastante ineptas no hacían más que arrancarles un tímida sonrisa. En el umbral de un hogar, prohibido.

Kurapika no supo que responder cuando de repente vio a su amigo de la infancia en la entrada, acompañado de un ramo de flores, una concha de playa, una mirada incitante. Su imagen no se veía perturbada por el creciente rocío del cielo, la humedad en su ropa nada más le convido un aspecto más sensual, el bosquejo perfecto del agua sobre su liso cabello oscuro evocaba la frescura de su primer encuentro. Era maravilloso, bueno, a su lado, todos los días resultaban de ensueño. Como en un cuento de hadas, un relato teatral, la casualidad más hermosa, un hechizo eterno.

Todo a pocas horas de la fiesta. El gran día finalmente había llegado y ahí estaba— en vez de arreglarse para la mejor noche de su vida—, arrodillado sobre la primera grada de la entrada. Apremiante así como coqueto pronunció su propuesta triunfal, las palabras encajaron perfectamente en sus suaves labios y salieron sin ninguna dificultad.

Era bueno saber que a medida que uno crecía ya no era tan complicado expresarse. Las primeras sensaciones de su niñez, pronto cobrarían fuerza, tomarían un nombre...

—Por favor, levántate. — rogó Kurapika mientras se tapaba el rostro de pura vergüenza, casi tuvo el impulso de descender hasta el duro concreto para tomar las mejillas de aquel joven con la ternura que merecía, las ansias de rozar su piel bronceada, le carcomían los sentidos. Ahora que tenía un par de años más, se le hacía imposible disimular. Podría sentirse de mil maneras corrompido e incluso inmoral, pero su inocencia hace mucho se había esfumado, el detonante fue su primer beso.

Kuroro le extendió la pequeña pieza con la misma energía que solía enervarle el caluroso sol veraniego. La concha sobre su mano no tenía nada de diferente a cualquiera asentada en la orilla de algún mar, pero su significado iba mucho más allá, ésta desencadenaba millones de recuerdos fugaces, momentos distantes que de una u otra manera anhelaban revivir— ¿Eso quiere decir que sí?— dijo sin ninguna prisa, incluso miedo. Pues ambos sabían que los padres de Kurapika podrían salir en algún momento.

Muy por el contrario, Kurapika le arrebató la pieza nervioso, el descontrol de sus impulsos no le advirtieron lo que se encontraba a punto de hacer. Así fue, como en vez de prescindir de un contacto íntimo se precipitó a encontrarse con aquellos labios que pocas alternativas le dejaban.

Un mimo, una caricia y nada más que un beso les llenó el pecho que de apoco empezó a ponerse frenético. Kuroro se puso de pie con una expresión jocosa, su desasosiego no era similar a ninguno que haya sentido antes. Le encantaba percibir de forma única el afecto por su próximo novio, después de todo, era su plan pedirle semejante honor en la fiesta, pero antes; necesitaba asegurarse de tenerlo como su príncipe.

No por el protocolo de los de tercero, sino porque así lo quiso desde siempre.

— ¿Paso por ti a las siete?— añadió acomodando el gran ramo de violetas sobre el regazo de Kurapika.

—Mis padres no se alegrarán de verte, de hecho les fue complicado aceptar que su hijo tuvo pareja una vez— el menor suspiró abrazando con fuerza su regalo antes de concluir: —. Estaré listo a esa hora y tú deberías hacer lo mismo. — le brindó un pequeño empujón mientras observaba el desmoronamiento de la llovizna. Definitivamente la noche pintaba para ser mágica.

A solo tres horas, Kuroro recorrió la gris banqueta a paso lento, sus ansias se encontraban a flor de piel por más que no lo demostrase, el puño apretado bajo la tela de sus bolsillos lo delataban.

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⏰ Última actualización: Mar 25, 2018 ⏰

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Ladrón(KuroKura)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora