12. Armonía

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Gracias a la tenue lluvia del día de ayer, el clima por la tarde se había acentuado de tal forma que ahora nada más se podía disfrutar de una cálida ventisca. Ni muy fuerte, ni muy débil. El momento perfecto antes de la noche más especial en sus vidas, los preparativos estaban listos, los exámenes se habían cumplido a cabalidad así como lo formularios para las futuras universidades. Nada más quedaba esperar, estar a la expectativa por unas cuantas horas.

Ya era el ocaso antes del día esperado, su fiesta de graduación.

Ambos caminaron por la calles del centro con una alegría de ensueño. Ella vestía una pieza delgada y sobria, la sencillez de la prenda hacía destacar sus curvas pronunciadas, así como desvelaban sus pálidos muslos que nada más trazaban un camino sensual hasta desembocar en el par de sandalias de tacón, las mismas que le brindaban algunos centímetros más. La novia de Kuroro Lucifer podría verse envuelta de un júbilo desbordante aun cuando utilizaba el color azul en todo su cuerpo, el tono más pacífico del esquema visual; arcoíris.

—. Tengo un vestido bastante bonito para mañana, nada más me gustaría complementarlo con algunos accesorios ¿sabes dónde podría conseguirlos?— ella dijo sin mirar a su pareja, la jovialidad en todo su ser era algo que no quería perder. Y era consciente de que eso solo lo conseguiría si regresaba su vista y sí, si lo contemplaba. Kuroro ya no era el mismo, y es que jamás fue muy sincero con ella. Saberlo, no era una noticia. El verdadero hecho era enfrentarlo y terminar con toda esa farsa ¿textualmente? Realmente no, porque ellos realmente se amaron en su determinado momento, sus primeros encuentros serían experiencias que jamás olvidaría, porque la mejor época para empezar a sentir emociones que más allá de ser inocentes, fueron atrevidas y locas fueron con él. Ese ciclo aparentemente infinito se iba desvaneciendo con el pasar del tiempo, quizá la noche de graduación sería su última aventura.

O tal vez, su paseo por la ciudad en una cálida tarde.

—. Perdona, pero necesito hablar contigo...

Declaró Kuroro en la ausencia de un naranja ocaso. En vez de ello, el azul brillante del verano le brindó la claridad de sus propios pensamientos. La valentía para enfrentar una verdad sin remordimientos.

Ella se detuvo súbitamente, sus sandalias rechinaron en el acto y sus piernas temblaron al toque de la brisa, sino fuera por la volatilidad de su vestido, seguramente habría pasado por una hermosa escultura en media de la calle central. Entonces respondió sin mirarle, poco después de un suspiro necesitado: —.Creo que sé de qué va todo esto, solo que pensé que te esperarías al menos a que pase la fiesta...— se giró para encararlo—. La sutilidad no es lo tuyo ¿no?

Kuroro encogió los hombros a la vez que no supo controlar su galante sonrisa, siempre supo que si no lo hacía él, su hermosa novia terminaría por iniciar aquella conversación. Añadió: —. Ya me habían dicho eso— aprovechó el momento para sacar un bulto de su bolso y ya viéndolo expuesto al aire libre continuó: —. Hoy seré muy sincero contigo... te voy a contar un cuento.

Le entregó el paquete y ella advirtió la forma rectangular de un libro. Por supuesto, que no descartó la imagen de vivos colores de su portada. Ahora resultaba obvio que era el mismo que encontró en la mochila de Kuroro hace tiempo. Lo tomó sin chistar y acarició son suavidad la carrasposa imagen impresa en el papel, el desgaste por el agua y arena era evidente y por ello, también lo percibió como un tesoro. Lo abrió sin ubicar una página en específico y dejó a la yema de sus dedos deslizar las páginas lo que considerasen necesario, un mayor desgaste en la parte final hizo que el revoloteo cesara. El título grande de la página le dio la primera pista, articuló cada sílaba como si aquella palabra fuera prohibida: —. Príncipe— concluyó dudosa, ávida de saber el verdadero significado.

Ladrón(KuroKura)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora