10. Fortuna

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Sus pasos recrearon la misma danza que realizaron hace cinco años, solo que a diferencia de aquella vez. Una pared les detuvo convenientemente y no hizo nada más que lograr una atrevida cercanía entre ellos. Kurapika advirtió las intenciones de Kuroro y lo dejó con total insolencia, como una traición a sus propia consciencia, el rubor de una ira creciente gradualmente se trasformó en el tierno tinte de una persona enamorada.

Así resultaban a veces las conclusiones de un par de adolescentes inexpertos...

Saborear con detenimiento aquella humedad excitante era algo que no se les hubiera ocurrido de niños, pasear sus manos por el cuerpo ajeno ya no lo percibían de forma inocente, suspirar cálidamente, abrir sus bocas sin perder contacto; eran las ventajas que ahora podían disfrutar sin pensar en la hora o las personas que estarían en algún lugar esperando. Lo único que existía era la fortuna de volver, de regresar tanto tiempo como les plazca con el único fin de reiterar aquel beso.

Su primer gran beso.

Kuroro acarició detenidamente las calientes mejillas de Kurapika, procurando no abrir los ojos, sino más bien, sentir la textura de su piel. Todavía disfrutaba de aquel beso que se había empeñado en repetir una y otra vez, pero estudiarlo pausadamente también resultaba una tentación bastante deliciosa. No tenía idea de lo increíblemente ansioso que podía llegar a sentirse por una persona. Por supuesto, su única persona. La misma que correspondió demás fascinado cada roce sobre su rostro, sus manos tampoco habían mantenido la calma ante tal invitación. Era casi como si el frenesí más espectacular se le presentara presta a brindarle el mejor viaje de su vida. Lo tomó sin chistar. Kurapika pasó sus dedos con algo de brusquedad entre los cabellos oscuros de Kuroro. La sedosidad de cada hebra solo le alentaba a continuar, a correr ¡a jamás detenerse!

Ambos podían jurar que estaban experimentando el mejor beso de su vida.



Fue como revivir aquella noche de travesuras, la adrenalina les invadió de la misma forma. El peligro se sentía vigente todavía a tres meses de la gran fiesta. Desde entonces, no habían vuelto a toparse, no se miraban y mucho menos hablaban. Kuroro y Kurapika decidieron continuar por su cuenta con su vida, por supuesto, no se trataba de un acuerdo permanente. Ambos necesitaban tiempo y preparación para una larga conversación, aquella noche ya resultó imposible, pues la novia de Kuroro aguardaba y además la pareja de Kurapika apareció de repente en el patio de la casa para pedirle perdón por la discusión anterior.

No tenían la valentía para negarse, después de todo, sus respectivas parejas no se lo merecían y ellos no se conocían lo suficiente por más difícil que resultase. Hace cinco años que no se veían. Muchas cosas podrían haber cambiado; la urgencia así como la paciencia parecían las nuevas contradicciones en sus cabezas... al menos por esta ocasión, las enfrentarían juntos...

La mano suave de la chica temblaba levemente al contrario de la seguridad que mostraba en todo su cuerpo, ella siempre lucía el uniforme encantadoramente pero aquel día, hasta se había atrevido a levantar un par de centímetros a su falda, colocarse un poco más de maquillaje de lo habitual así como a alisar su largo cabello. Radiante, bellísima era la impresión que causaba en los estudiantes que se acercaban para dejar sus votos. Oficialmente, faltaba una semana para la fiesta de graduación y lo exámenes comenzarían el día mañana.

Ladrón(KuroKura)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora